Producción de vehículos eléctricos en México, limitada por ausencia de incentivos
Los industriales del sector automotriz concuerdan que entre las mayores barreras para un México productor de autos eléctricos está la falta de incentivos desde el gobierno.
“Hay que trabajar más en los incentivos fiscales y no fiscales, es ahí donde está un punto muy importante” para fomentar la producción y compra de vehículos eléctricos (EVs) en México, apunta José Zozaya, presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA). Sin estos apoyos de parte del gobierno, no se podría concretar un necesario “cambio cultural en el esquema del automóvil, que motive al consumidor a preferir este tipo de vehículos”.
Y es que iniciar el proceso de transformación de México hacia la producción de autos eléctricos sin el interés de los consumidores sería complejo. “Es como el huevo y la gallina. ¿Cómo se va desarrollando la infraestructura [de producción] si todavía no existe la demanda? ¿Cómo vamos a generar la demanda si aún no existe la infraestructura?”, apunta Claudia Rodríguez, directora de proyectos estratégicos y experiencia al cliente en Nissan México.
Lo anterior no quiere decir que no haya algunos programas a nivel federal para incentivar a que la población de México compre más EVs. La directiva de Nissan México señala que hay, en convenio con la Comisión Federal de Electricidad (CFE), programas para instalar medidores eléctricos exclusivos para cargar EVs y reducir el precio que pagan los consumidores finales, así como convenios para impulsar la adopción de autos eléctricos en las flotas de universidades u otras organizaciones externas.
Sin embargo la mayoría de las iniciativas suelen partir desde el nivel estatal o desde la iniciativa privada; frecuentemente en una mezcla de ambas. Esta falta de coordinación federal podría estar afectando incluso los resultados de estas iniciativas privadas/estatales.
“Hay ciertas regiones, estados del país, donde la producción de autos eléctricos es mayor; pero la realidad es que muchos de estos esfuerzos o del interés del sector privado están concentrados y enfrentándose al reto de la infraestructura disponible para poder crecer […]. Sí se necesita un esfuerzo más conjunto, fuerte, coordinado para que pueda crecer este sector en todo el país” dice Ana Gutiérrez, coordinadora de comercio exterior y mercado laboral en el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
Esto importa porque México ya tiene, en teoría, lo necesario para transitar hacia la producción de autos eléctricos. “Pensemos que en el país tenemos más de 20 plantas armadoras que en cualquier momento pueden ser reacondicionadas para producir cualquier vehículo eléctrico que lo soliciten. Y la calidad que ha mostrado la mano de obra mexicana […] ya está compitiendo al tú por tú contra cualquier operación de Norteamérica”, asegura Gerardo Gómez Gálvez, director general de la firma de consultoría y análisis automotriz J.D. Power México.
Y el que las armadoras mexicanas no se hayan decidido a empezar la transición para producir autos eléctricos en sus plantas en México podría ya estarles pasando factura. Aunque sí hay algunas inversiones de empresas como General Motors para empezar a convertir sus plantas, también otras han empezado a tomar la iniciativa y anunciar inversiones para abrir sus propias fábricas.
La mexicana Questum aseguró en agosto pasado tener planes para abrir una nueva microfábrica de EVs con ayuda de un aliado alemán. Y en las últimas semanas, compañías originarias de China, Corea del Sur y España han revelado proyectos para abrir sus propias fábricas de autos eléctricos o de componentes en México, que potencialmente competirían con las armadoras y proveedores automotrices ya instalados en el país que aún no han hecho el salto a la electrificación.
Fallos en autos eléctricos desde la iniciativa privada
Si bien la falta de incentivos de parte del gobierno de México es reconocido como un reto por muchos de los participantes de la industria, también la industria automotriz podría estar haciendo más en su conjunto para impulsar el tema de los EVs.
Aunque el presidente de la AMIA afirma que “estamos en pláticas permanentes con el gobierno para ver cómo coordinarnos entre todos [los dueños de la infraestructura automotriz] y ver qué es lo que vamos a hacer y cómo lo vamos a hacer” en materia de autos eléctricos, también admite que “las empresas armadoras, cada una por su lado, está viendo sus propias estrategias […] porque todavía son pocas las que están comercializando este tipo de vehículos“.
En otras palabras, aunque sí hay proyectos conjuntos de infraestructura e información sobre el estado de los EVs que benefician a todas las compañías de la industria, parece haber una falta de coordinación entre los miembros del sector que, de presentarse, podría acelerar la transición de México hacia un futuro automotriz electrificado.
Por su lado, el director general de J.D. Power critica que los pocos incentivos que sí se han dado en el ecosistema automotriz no han logrado traducirse a beneficios para el grueso de la población.
“En septiembre de 2020, si no mal recuerdo, se liberaron los aranceles para la importación de autos eléctricos. ¿Y qué pasó con esto? Ni se aumentaron las ventas de los eléctricos, ni se bajaron los precios. Entonces todo ese incentivo que se dio no llegó al consumidor final […]", reclama Gómez Gálvez. "Sí se puede trabajar para que se puedan vender más de estos vehículos, pero hay que hacer que suceda. Si las armadoras dicen ‘qué padre, me dieron un incentivo, pero lo voy a usar para mí’, pues no se está traspasando el beneficio al consumidor final”.
A eso se debe sumar que hay algunas dudas de qué tan necesario es que la demanda de autos eléctricos despegue en México para que las armadoras avancen hacia la electrificación de los productos que ensamblan en el país. Y es que, actualmente, la mayor parte de los coches que se consumen y compran en el mercado interno no se ensamblan aquí, sino que vienen de otras naciones (principalmente asiáticas), mientras que la mayor parte de los vehículos que producen las ensambladoras nacionales se mandan a otros mercados, principalmente en América del Norte.
Y es una tendencia que debería mantenerse cuando se haga la transición a autos eléctricos, defiende la especialista del IMCO: “La autosuficiencia no es una meta que nos debamos establecer. Siempre hemos tenido un mercado de ventas automotrices diversificado y que responde a los precios de los vehículos que vienen de otras regiones […]. Lo importante será ver qué tan competitivos nos mantenemos en términos de los precios de los autos eléctricos que generemos aquí”, asegura Gutiérrez.