La ventaja de Claudia
“¡Creo que todavía viene lo peor!” Ha sido la respuesta reiterada que, en los últimos días, he recibido de los economistas de bancos mexicanos y extranjeros. “¿Cómo ves el riesgo México?”, era mi pregunta que en un par de segundos fue aplastada con respuestas de esta índole que me hacían ver que lo peor está por venir.
En estos días han pululado las preguntas. ¿No será que la depreciación del peso es solo ‘ruido’, sin nada de fondo? ¿Es para tanto la reforma judicial que ésta provocando tanta inestabilidad? A ver mi estimados. La depreciación del peso frente al dólar es un hecho. Ya el dólar se vende por arriba de 20 pesos en los bancos y el mayor diferencial de precios entre la compra y venta de dólares deja constancia de la volatilidad del tipo de cambio. Y sí, el llamado ‘riesgo México’ ha aumentado. En los hechos, los inversionistas ya rebajaron la calificación de la deuda mexicana y la cotizan como si fuéramos Grecia o Kazajistán.
Y no es para menos, ya lo dijimos aquí. No solo es la reforma judicial (que con eso basta) o la pérdida de autonomía de un organismo. Lo que ha propagado incertidumbre y volatilidad entre los inversionistas financieros, pero también ha paralizado inversiones directas, es la señal de cambios caprichosos de las reglas del juego desde Palacio Nacional. Si a esas señales se le añaden otras volatilidades en ciernes, como el cambio de gobierno en Estados Unidos con severos efectos sobre México, entonces el riesgo de invertir aquí se dispara.
Sin embargo, mi estimados, tampoco hay que dejar de lado que existe cierta exageración, sobrerreacción, en lo que hemos visto hasta ahora, lo que no quiere decir que, más temprano que tarde, la incertidumbre se torne en estampida, sobre todo en septiembre cuando se espera que se aprueben algunas de las reformas y el senil inquilino de Palacio Nacional le siga atizando a la hoguera en pos de su vanidad. ¡Cuidado!
Mire. Doña Claudia tiene la mayor victoria electoral de la historia reciente, aderezado con uno de los futuros económicos más promisorios de los últimos años, por los apetitos hacia México que han dejado ver los inversionistas. El asunto es que su progenitor político se ha empeñado en ondear su bandera personal cueste lo que cueste y arriesgándolo todo. Un kamikaze. En este trance -de aquí al 1 de octubre- Doña Claudia tiene la ventaja de la duda de muchos inversionistas que creen que su formación, personalidad y gestión de gobierno anterior la harán “corregir” los excesos incurridos por su antecesor y lanzará, si no una sonrisa, sí mayores simpatías por la inversión privada. ¿Será? Pago por ver.
El tiempo cuenta y cuenta mucho. Septiembre viene cargado de volatilidad (¿dólar a 21?) y de inicio su gobierno estará limitado en sus finanzas, la economía ya huele a recesión y la revisión del T-MEC traerá sus propias tensiones. No hay mucho tiempo para enviar señales claras y Doña Claudia debe exprimir su ventaja.
Colofón
La última posición clave por definir, y crítica en esta coyuntura de transición, es la subsecretaría de Hacienda. Si insiste el secretario en separar a Gabriel Yorio, un referente en los mercados, se han escuchado los nombres de Alejandro Olivo, ex ejecutivo de Moody’s, y Édgar Amador, actual asesor técnico en Banxico, para ocupar la posición.
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