2025 será un año para preservar capital
Como nuestros lectores y socios de negocios más leales saben, consideramos al S&P 500 como el mejor economista.
Fundamentalmente, ningún analista macroeconómico puede prever el panorama económico de manera más eficaz y, lo que es más importante, más consistente que el índice emblemático del mercado de valores de Estados Unidos. Esta visión, adoptada desde 1990, es probablemente aún más válida al inicio de 2025, en plena era de la información digital. Basta imaginar la cantidad de información reflejada en los precios de los componentes de este índice en cualquier momento, tanto sobre la situación macroeconómica como sobre el desempeño empresarial de las propias compañías.
Nuestro enfoque consiste en interpretar primero el mensaje transmitido por las señales subyacentes al índice y, posteriormente, validarlo con un análisis fundamental de la economía y los mercados de capitales. Cuando declaramos en octubre de 2022 que el mercado bajista había terminado y que había comenzado un nuevo ciclo alcista (el que seguimos viviendo actualmente), seguimos precisamente esta metodología. Cada vez que el mercado nos envía una señal de cautela, tratamos de entender qué percibe el mercado que nosotros aún no vemos.
En enero del 2000, la sobrevaluación de las acciones de mercados desarrollados era tan evidente que la decisión de adoptar una postura defensiva tras una señal cautelosa fue relativamente sencilla. En 2022, por el contrario, recibimos una señal negativa del S&P 500 en enero, pero no contábamos con la convicción sobre lo que el mercado estaba anticipando. Desde los años 80, todos los mercados bajistas cíclicos en acciones estadounidenses (1990, 2001, 2008) habían estado asociados a una recesión en Estados Unidos. Sin embargo, en 2022 estábamos convencidos de que una recesión inminente era prácticamente imposible. Durante la primera mitad de ese año, nos encontramos entre un mercado que señalaba una tendencia bajista y nuestra incredulidad respecto a una recesión en Estados Unidos.
En retrospectiva, el mercado había anticipado el repunte inflacionario de 2022 y 2023 tras la reapertura económica posterior a la contención de la pandemia del Covid-19. Esta experiencia nos llevó a enriquecer los criterios que utilizamos para declarar un régimen de mercado bajista (régimen 4) en nuestro enfoque de asignación táctica de activos. De ahora en adelante, el régimen 4 estará asociado ya sea a la perspectiva de una recesión en Estados Unidos o a la aceleración de la inflación.
Esto tiene varias implicaciones. En el caso típico de una recesión, los activos de riesgo (acciones) se reducen a favor de activos defensivos (Bonos del Tesoro de Estados Unidos), ya que las ganancias y los múltiplos de valuación caen junto con las tasas de interés a medida que la Fed relaja su política para apoyar a la economía. Por otro lado, si el mercado espera un aumento de la inflación, el efectivo y las materias primas ofrecen mejor refugio, mientras que los bonos deben evitarse. En 2022, observamos un ciclo bajista en acciones incluso antes de que la Fed comenzara a endurecer su política monetaria. Esto llamó nuestra atención porque, en los últimos 40 años, nunca habíamos visto un mercado bajista sin que la Fed hubiera endurecido su política previamente.
En resumen, nuestra filosofía de inversión no ha cambiado. El S&P 500 sigue siendo el mejor economista. Sin embargo, cuando envía una señal de cautela, podemos esperar una recesión o un aumento de la inflación. El régimen 4 ahora estará asociado con una u otra, y dependiendo del caso, los recursos provenientes de la reducción de activos de riesgo se asignarán de manera diferente. Cabe mencionar que, en 2022, evitamos comprar Bonos del Tesoro de Estados Unidos y aumentar la duración de nuestras carteras, ya que estábamos convencidos de que no habría recesión, lo cual resultó ser correcto.
Finalmente, hay un punto importante: nunca anticipamos el tope de un mercado alcista. Las fases finales suelen estar marcadas por un sentimiento eufórico entre los inversionistas, lo que hace poco prudente intentar prever el final. Por otro lado, los mínimos del mercado suelen ser breves, mientras que los máximos son procesos prolongados.
El cierre de 2024 está marcado por una ola de optimismo tras la victoria republicana en noviembre y el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Nos preparamos para entrar en 2025 con un mercado de valores estadounidense en pleno auge, aunque con signos de euforia y riesgos elevados. En 2025, el enfoque será la preservación de capital después de dos años de crecimiento. Aunque no prevemos una recesión inminente, es probable que las presiones inflacionarias regresen, lo que podría llevar a la Fed a endurecer su política monetaria nuevamente.