El contrapeso de los mercados y la rana en la estufa
Desde que se conoció el resultado de las elecciones, el peso mexicano se ha depreciado alrededor de 8.0%, el bono denominado en pesos a 30 años ha subido cerca de 25 puntos base y el índice de la BMV ha caído 3.3%, a la fecha de escribir esta columna. No son cifras alarmantes, pero sí dan un cambio de tendencia del sentimiento que se venía gestando antes de la elección. México era el mercado favorito dentro del espacio de los emergentes. De repente, surgen dudas y se viene un sentimiento más neutral hacia los activos mexicanos.
Lo que preocupó inicialmente a los inversionistas, y que los tomó de sorpresa, no fue la victoria de Claudia Sheinbaum. Ese resultado estaba totalmente descontado, sino que fue la sorpresiva conquista de Morena en el Congreso y la apabullante distribución que obtuvo la coalición del régimen en ambas cámaras, abriendo la posibilidad de cambios Constitucionales, tal como los anunciados por el presidente López Obrador en febrero de este año.
Preocupan principalmente dos reformas: la judicial y la electoral, que perfilan un control total del Ejecutivo y que eliminan contrapesos existentes en la Administración pasada. La reacción del mercado quedó de manifiesto cuando se confirmó que la reforma judicial se aprobaría en septiembre, como un deseo propio del presidente López Obrador. Honestamente sobran las declaraciones de la presidenta electa advirtiendo que no se busca tal objetivo. Si no se incorporan cambios provenientes del sector judicial y académicos, y se mantiene un nivel aceptable de autonomía de dicho poder, y se aprueba la ley tal como se mandó, el mercado va a reaccionar de manera negativa. No hay medias tintas.
Por otro lado, sorprende que nadie cercano a Sheinbaum le haya advertido que al final -o quizás sí, pero hace caso omiso- quien va a pagar los platos rotos, es precisamente su administración. Entretanto, el mercado está a la expectativa, entre una ingenua incredulidad y un pesimismo cauteloso. Hay todavía una masa crítica de inversionistas que están positivos en el país y tienen inversiones “largas” en el peso y en bonos mexicanos. Que todavía ven que los fundamentales pueden aguantar un tiempo más. Sin duda, la historia es una, donde la rana se está cocinando a fuego lento.
El otro tema que puede preocupar es el fiscal. También va a demorar. El mercado ha sido bastante complaciente con el país ya que hay otras economías con problemas fiscales mucho más evidentes. Pero la insistencia de Sheinbaum en que no se necesita una reforma fiscal, de que Pemex no es un problema grave y de que pueden seguir gastando a rienda suelta en pensiones y programas, sin duda es de preocupar. Para abrir boca, ya cambiaron el déficit de 3.0% a 3.5% para el próximo año. No es el fin del mundo. Mi apuesta es que de salida puede ser que sea incluso 4.0%. Pero sin duda, para 2026 algo más sustancial tendrá que ser resuelto. No le veo otra opción, sobre todo si la economía recibe un golpe de confianza tras la eventual aprobación de la reforma judicial y una potencial reforma electoral, y la economía entra en recesión, y, por lo tanto, los ingresos empiezan a hacer mella en 2025.
Creo que el gobierno no será inmune a una reacción más violenta de los mercados. Al final, tienen una deuda en dólares, el Gobierno Federal y Pemex, y una deuda en pesos que paga una tasa de interés que va a pedir más, y puede irse a 11 o 12 por ciento rápidamente. Tras un daño institucional grave, las calificadoras pueden reaccionar también, aunque suelen tardarse. Por lo tanto, creo que al final, los mercados juegan un papel relevante en mantener un contrapeso saludable, si es que en el Congreso la idea es tomar todo y hacer de todo. Porque ya lo dijo el líder de Morena Mario Delgado: el objetivo de los congresistas del bloque es convertirse en “los constituyentes de la cuarta transformación”. Así que hay una clara dirección. Incertidumbre no va a haber.
Finalmente, espero una mejor coordinación entre las autoridades de Hacienda y Banco de México. Las cosas se podrían descomponer rápidamente. La comisión de cambios haría bien poner cara de póquer y guardar la pistola detrás de la espalda y no mostrar el arsenal. La mejor estrategia es la sorpresa. Por ahora, no pueden hacer mucho, porque los movimientos están siendo ordenados, y la razón, justificada. Las cosas pueden ponerse peor.