La destrucción de reguladores
A la Comisión Nacional Bancaria y de Valores la dejaron en los huesos en los últimos años. Sobrevive como puede y nada más. Pero, si bien es el caso de mayor gravedad, no es el único organismo de supervisión y regulación económica en estado calamitoso. Incluso la reputación del banco central ha sido seriamente tocada por una brutal pérdida de talento que resultará altamente costosa para el país.
Sé que en estas semanas el tema candente por la pérdida de capital humano a rajatabla en el sector público se localiza en el Poder Judicial. Y con razón. Presumiblemente serán miles los jueces y magistrados a nivel federal quienes tendrán que dejar sus empleos en los juzgados después de años de experiencia acumulada. Y me refiero particularmente a aquellos con una larga carrera de honesto ejercicio profesional. Pero no son los únicos. (Y no es pretexto).
En los últimos años, varios organismos de regulación y supervisión del sector financiero han sido dañados (algunos seriamente dañados) por una política gubernamental miope fincada en la estrechez de miras (como congelamientos salariales) y en la ideología, obligando a renunciar a centenares de funcionarios públicos altamente capacitados y con años de experiencia acumulada en sus ámbitos.
El caso más lamentable es el de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, el regulador y supervisor (por mucho) más importante para el sistema financiero del país. Un órgano técnico que se encarga de autorizar, regular, sancionar y vigilar paso a paso el buen funcionamiento de los bancos comerciales, bancos de desarrollo, casas de bolsa, fondos de inversión, asesores en inversiones, uniones de crédito, cooperativas de ahorro y préstamo, sociedades financieras populares, las famosas Fintech, uniones de crédito, sofomes, casas de cambio, entre otros. Una tarea -en cualquier parte del mundo- que requiere de amplia experiencia, conocimiento técnico y solvencia profesional y ética. Pues, la política del gobierno anterior -aunque le parezca increíble- fue destruir el capital humano que se encontró (con decir que la Comisión tuvo tres presidentes en el sexenio anterior) a tal grado que los rezagos e incompetencias son motivo de comentarios frecuentes entre los propios regulados.
Lo lamentable -además de la pérdida de autoridad de la propio Comisión- es que, por esta razón adicional, el sistema financiero no sea el facilitador confiable de recursos que requiere la economía para su crecimiento, en momentos en que están llegando nuevos jugadores al sector, con nuevas tecnologías y, también, nuevos riesgos.
Un caso menos grave, pero por ello no menos importante, es lo que ha ocurrido con el capital humano en el Banco de México en estos últimos años con la salida de cientos de experimentados funcionarios. En ambos casos, entre otros que ya comentaremos más adelante, la destrucción del talento formado durante años tiene (y tendrá) enormes costos para nuestro sistema financiero, mientras que -ingenuamente- nos hacemos ilusiones queriendo competir en las grandes ligas. Más vale que se ponga un alto a esta destrucción; aunque, me temo, que el recorte al gasto público que viene agudizará -aún más- la sangría.
Colofón
La caída de la economía en agosto y la tendencia plana de las ventas al menudeo en los primeros ocho meses del año, son apenas un aviso del freno que puede venir en el arranque de 2025 con una fuerte contracción del gasto público.
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