Crecen compras de bienes de capital, pero no disipa nubarrones sobre inversión
El alza en las importaciones de bienes de capital que se vio en 2021, no necesariamente es un buen augurio para la inversión en el país.
Las importaciones de bienes de capital -maquinaria y equipo- que crecieron más del 20% el año pasado se explica por la reposición de capital después de la crisis por la pandemia y solo refleja el mínimo necesario para un crecimiento alrededor del 5% estimado para el año, explican economistas entrevistados.
El valor de las importaciones de bienes de capital, un indicador de la cantidad de dinero que las empresas están invirtiendo en la compra de maquinaria y equipo productivo, creció en 21.8% en el acumulado enero-diciembre del 2021 respecto al valor registrado en 2020, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Restándole entre 10% y 7% por el efecto de la inflación, se obtiene en un crecimiento real anual de entre 12% y 15%, calcula Marco Oviedo, analista económico independiente.
Pero esta alza importante en el valor de las importaciones de bienes de capital no significa que haya un mayor ánimo de inversión. “Las importaciones de bienes de capital han aumentado a lo largo de 2021, como un resultado necesario de la reposición de capital que en muchos casos fue destruido o bien quedó rezagado por los efectos de la pandemia”, explica Alfredo Coutiño, economista en jefe para América Latina de Moody’s Analytics.
Marco Oviedo concuerda con que el avance en importaciones de bienes de capital es apenas el mínimo necesario para respaldar el crecimiento económico esperado en México para 2021.
“Si el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) va a terminar siendo de 5%, la inversión tiene que crecer un poquito más. El rebote [en las importaciones de bienes de capital] para todo el año, por pura regla de tres, debería ser de entre 10% y 12% real en la medición en millones de dólares […]. Lo que estamos viendo justamente es ese rebote, la recuperación de la pandemia”, explica.
Pero México no ha sabido capitalizar este efecto rebote. De acuerdo con el analista de Moody’s, “la inversión fija no ha recuperado el nivel pre-pandemia ni mucho menos el que existía al final del sexenio anterior”. A eso se debe sumar que “desgraciadamente, el impulso del efecto rebote ya se agotó y nos quedamos en niveles de 2016”, añade Adriana García Hernández, coordinadora de análisis económico en el colectivo de investigación México, ¿Cómo vamos?
La trayectoria del Indicador Mensual de la Formación Bruta de Capital Fijo (IMFBCF) confirma esta tendencia. No solo desde el inicio de la actual administración se registró una caída constante y continua en la inversión fija bruta. A partir de marzo del 2021, la tendencia al alza que tenía el indicador parece haberse disipado y estancado, con pequeños altibajos, en niveles similares a los que había en marzo del 2020, cuando ya se empezaban a notar los primeros efectos de la crisis sanitaria.
La especialista de México, ¿Cómo vamos? ni siquiera cree que se puedan justificar los bajos niveles de inversión fija en el país por la capacidad productiva que haya permanecido ociosa luego de la disrupción por la COVID-19.
“Esa historia era muy lógica en 2020, cuando se habían parado las cadenas productivas. Pero en este momento de reactivación, no estamos viendo que nos sobre infraestructura […]. Es necesario inversión para tener un crecimiento sostenido, para poder tener empleos de calidad. Decir que ahora tenemos capacidad instalada de sobra no es muy certero”, dice García Hernández.
Preocupaciones en torno a la inversión
Prácticamente existe unanimidad entre los expertos económicos en que las perspectivas para la inversión en 2022 no son positivas. Alfredo Coutiño afirma que “el ambiente de hostigamiento en contra de la competencia y de la inhibición de la participación de la inversión privada en la economía” en los últimos tres años, ha sido un factor clave para la inyección de capital privado en el país.
Por su lado, Adriana García critica que “no estamos implementando ninguna idea, ninguna iniciativa que nos hiciera esperar que México será más productivo en el futuro. Más ahora con la discusión sobre la reforma eléctrica”. La especialista señala que los cambios que implica esta propuesta, especialmente detener la transición a las energías limpias, representarían un golpe a mediano plazo para la competitividad del país.
Marco Oviedo deja ver un rayo de esperanza y confía que la reforma eléctrica no pasará en su planteamiento original y que una vez que se supere el periodo de incertidumbre que vendrá inmediatamente después de implementar una reforma parcial, se podrían reanudar algunos proyectos y continuar con la “integración natural” entre la economía mexicana y la de Estados Unidos.
Incluso se muestra confiado que, aún si no se obtiene la inversión necesaria para asegurar el desarrollo de México en los próximos años, el mismo curso del país serviría como una llamada de atención para futuras administraciones.
“Si en 2023 […] vemos pronósticos de 0.4%, 0.5% de crecimiento para el PIB, ése sería el wake-up call. Y los líderes que están debajo del Presidente, entre los que podría estar el próximo Presidente de México, tendrían que replantearse el modelo que se está implementando, que no tiene ni pies ni cabeza en el contexto global”, dice Oviedo.