El verdadero súper peso (Nos hizo falta Luis Donaldo)
Esta semana se cumplen 30 años del magnicidio de Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas, un hecho históricamente traumático y que fue un parteaguas en la política mexicana. Más allá de las consecuencias políticas, desde el punto de vista económico, su asesinato fue el detonante de la crisis de 1994.
Días después del asesinato, de acuerdo con el informe del Banco de México, las reservas internacionales descendieron 10.4 mil millones de dólares, desde un nivel de 28 mil millones -casi un 40%- tras salidas de capitales, situación que agravó la vulnerabilidad del esquema de tipo de cambio fijo al final del año, no sólo con los problemas internos que se presentaron posteriormente, como el asesinato de Francisco Ruiz Massieu en septiembre y la intensificación del conflicto armado en Chiapas en diciembre, sino también con la Reserva Federal de Estados Unidos que incrementó la tasa de interés el 15 de noviembre en 75 pb, lo que intensificó la salida de divisas del país.
Finalmente, como ya es ampliamente sabido, el 19 de diciembre de 1994, se abandonó el tipo de cambio fijo y el peso sufrió una terrible depreciación que derivó en una de las peores crisis económicas que México ha sufrido, con las consecuencias económicas que ya todos conocemos y ampliamente hemos estudiado.
Difícil pensar en un contrafactual en el que el magnicidio de Luis Donaldo Colosio no hubiese ocurrido y el panorama hubiese sido distinto. Quizás Banxico hubiera podido acumular más reservas a lo largo del año, ante un panorama optimista con el nuevo TLCAN -observen en la gráfica como aún con el conflicto en Chiapas presente se estaban acumulando reservas durante enero y febrero - y el ajuste en el tipo de cambio hubiera sido más ordenado. En fin, el “hubiera” no existe.
En 2024 es difícil plantear un escenario catastrófico similar al que se vivió hace 30 años. Si bien existe incertidumbre política, la fortaleza institucional es ahora completamente diferente. Desde el punto de vista económico, estamos a años luz. Las reservas se encuentran en 217 mil millones de dólares, más una línea de crédito flexible con el FMI. El tipo de cambio es de tipo flexible, con lo cual, el Banco de México no está comprometido a defender al peso. Puede hacerlo, más ahora con mecanismos flexibles y novedosos. Más aún, la tasa de interés está en un nivel bastante cómodo, que dificulta que existan fuertes posiciones especulativas en contra del peso.
Recientemente se habla de que quizás la moneda esté sobrevalorada, pero todavía no hay evidencia clara al respecto. El déficit de cuenta corriente fue sólo de 0.3% del PIB el año pasado, cuando en 1994 fue reportado inicialmente un nivel de 7.0%. En el momento que el mercado perciba un desbalance, seguramente el peso se corregirá automáticamente, sin mayores traumas. No se ven mayores problemas fiscales, urgentes. Si bien hay tareas pendientes en la parte fiscal, no hay nada que la siguiente administración, gane quien gane, tenga que solucionar, ya que no hay otra opción. Sobre todo, en Pemex. Ya veremos. Pero no hay nada urgente o nada que no se conozca; y queda claro que hay que implementar cambios en el modelo de negocios. De no hacerlo, efectivamente el peso será el primero en reaccionar.
En ese sentido, el tema político podría ser la principal fuente de incertidumbre. Es de preocupar, por ejemplo, que el Presidente hable en términos de que se esté maquinando “un golpe de estado técnico” desde el Poder Judicial. Quizás esté mandando un buscapiés y la contienda realmente está más competida que lo que las encuestas sugieren y quiera curarse en salud.
Como lo hemos mencionado en otras columnas, es un riesgo que la oposición gane la elección presidencial y que López Obrador no quiera reconocer el resultado, generando una crisis política. En ese escenario, el tipo de cambio estará listo a reaccionar. Ya lo veremos si es verdad. Ahí está la verdadera fortaleza del peso, que rápidamente se ajusta para reflejar eventos potenciales. Si el peso está ahora donde está, es porque precisamente no hay nada que indique nubarrones para la economía mexicana. Es decir, nada grave.
Para quienes se preocupan por el nivel del peso, creo que es estéril, preocuparse o lanzar advertencias. El nivel del peso se modificará rápidamente ante cualquier cambio en las perspectivas económicas y políticas. Más aún, una depreciación fuerte del peso difícilmente tendrá efectos traumáticos en la economía o en el sector financiero, como ya lo vimos en el episodio reciente de la pandemia de 2020. Tenemos un súper peso, gracias a todo lo que se ha sufrido como consecuencia en estos últimos 30 años.
Afortunadamente, 1994 quedó atrás. A pesar de que, efectivamente, quizás nos hizo falta Luis Donaldo.