La sorprendente estabilidad del peso

El peso mexicano se ha sostenido en medio de la turbulencia desatada por el presidente Donald Trump, aunque no por las razones que se divulga desde Palacio Nacional.
Para sorpresa de muchos, el peso se ha revaluado 1.6% frente al dólar estadounidense desde que Trump llegó a la Casa Blanca. Muy pocos hubieran apostado en esos días previos al 20 de enero, cuando tomó posesión de la presidencia de Estados Unidos, a que eso iba a ocurrir.
De hecho, en enero las apuestas en el mercado de futuros iban en la dirección contraria: La corriente mayoritaria de operadores y analistas de ese momento era que los planes de Trump de aplicar aranceles a las importaciones, fortalecería al dólar frente a las demás monedas. Así que, de acuerdo con Bloomberg, la paridad alcanzó 20.84 pesos por dólar en los días previos al 20 de enero.
Sin embargo, de esa fecha para acá, el tipo de cambio ha sido muy estable, si tomamos en cuenta que durante estos dos meses el presidente Trump ha amenazado con aplicar diversos aranceles a las exportaciones mexicanas. Y lo ha cumplido, parcialmente, al aplicar una tarifa del 25% a las exportaciones que no cumplen con las reglas de origen establecidas en el T-MEC. Un costo que no es nada menor para la economía mexicana.
Así que, en estos dos últimos meses la paridad se ha movido en un rango de 19.86 a 20.85 pesos por dólar (Fix de Banxico). Un rango muy favorable para el peso mexicano, tomando en cuenta la altísima dependencia de las exportaciones mexicanas hacia el mercado estadounidense (+80%) y, más aún, cuando en los últimos meses la demanda externa se convirtió en el soporte del crecimiento económico.
La pregunta es ¿por qué esta relativa estabilidad del tipo de cambio? Las explicaciones detrás no son muy claras. En general, se puede decir que el mercado cambiario no está tomando en serio las amenazas de Trump sobre los aranceles, como lo vimos con las tibias o nulas reacciones cambiarias en los días fatídicos que Trump estableció en febrero y marzo para aplicar las tarifas.
A la no respuesta del mercado cambiario a los aranceles de Trump, se sumó el drástico cambio de dirección en el mercado de coberturas hacia un dólar débil, bajo la premisa de una mayor desaceleración económica en Estados Unidos por la aplicación de aranceles. Esto también benefició al peso y a otras monedas.
Si a lo anterior, se suman los altos rendimientos relativos que se ofrecen en pesos mexicanos, la combinación es muy atractiva en el corto plazo: Se presupone un dólar débil (por lo tanto, un peso sin depreciación) y altos rendimientos en pesos (superior al 9.5%).
La cuestión es que esta “estabilidad” del peso, descansa en premisas muy frágiles. Desconocemos el tamaño del golpe por los aranceles que recibirá una economía mexicana estancada y a punto de entrar en recesión.
Y es que la actual complacencia de los mercados con la moneda mexicana se puede revertir rápidamente con unos aranceles que profundicen y extiendan la caída económica del país. Entonces, la variable de ajuste sería el tipo de cambio. Veríamos una mayor depreciación del peso, para compensar el costo de los aranceles.
La economía -y el gobierno federal- se encuentra con muy poca capacidad de respuesta ante un evento así, en un clima de mayor volatilidad y de aversión al riesgo. El banco central deberá ser prudente con sus próximas decisiones. Pero no solo Banxico.
*Esta columna se publica simultáneamente en diversos diarios del país de Organización Editorial Mexicana, OEM.
