Bajar la inflación tomará más tiempo de lo que se cree
La larga batalla en contra de la inflación aún está lejos de terminar y sería un error pensar que esta historia acabará pronto y con un final terso.
Para quienes creen esto último, subrayan que la inflación general se ha desacelerado a un ritmo constante en los últimos 16 meses -cuando alcanzó su máximo de 8.70% en septiembre de 2022- solo con ligeros tropiezos como los de los últimos tres meses, cuando la inflación anual pasó de 4.26% a 4.88% entre octubre y enero de este año. Más importante aún, la inflación subyacente o básica, que es la determinante para las decisiones de política monetaria del banco central, no ha dejado de reducirse desde que alcanzó su máximo registro anual de 8.51%, en noviembre de 2022, hasta el 4.76% de enero, un mínimo de 30 meses.
En todo caso, los optimistas sobre el fin del problema inflacionario señalan a factores temporales observados en los precios no subyacentes, como los causantes del tropiezo inflacionario de los últimos tres meses. Efectivamente, la inflación no subyacente que tocó un mínimo anual de -0.67% en julio de 2023, se ha disparado hasta 5.24% en enero, impulsada por alzas descomunales de 21.78%, anual, en precios de frutas y verduras.
Estos datos en México, en el contexto de la casi completa desaparición de los factores externos que llevaron a los altos niveles de inflación al final de la pandemia y de una economía que parece desacelerarse podrían suponer que el problema inflacionario está en ruta de desvanecerse por completo, como escribió recientemente Joel Virgen, un economista independiente radicado en Nueva York. "Lo anterior podría ser apoyado por signos de relajación en las expectativas de inflación de corto y mediano plazos. Bajo un marco así, es posible sentir más convicción sobre la expectativa de mayor descenso en la inflación y consecuente convergencia con los objetivos fijados por cada banco central", señala Virgen.
Sin embargo, la favorable trayectoria de la inflación general oculta tendencias al interior de la subyacente que no pueden omitirse y que revelan que el fin de la batalla inflacionaria aún no está al alcance y, más aún, plantea una serie de turbulencias en el horizonte.
La inflación que han registrado los servicios debe levantar las cejas de los economistas por su ya prolongada resistencia a reducirse convirtiéndose en la principal fuente de inflación. En los últimos 18 meses la inflación anual de servicios ha superado el 5.0% y en el último año ha promediado 5.4%, muy por arriba del objetivo puntual del banco central de 3.0%, y del 3.5% de promedio registrado por los servicios entre 2018 y 2019, previo a la pandemia. En enero los precios de los servicios crecieron 5.25%, prácticamente sin cambios en año y medio a pesar de la caída en la inflación general.
Dada la naturaleza de los servicios, como educación, restaurantes y fondas, servicios turísticos, servicios médicos, entre otros, el alza de los precios en este segmento está altamente comprometido con los costos laborales. Los salarios mínimos -general y en la frontera norte- se incrementaron 20% en este año, mientras que los salarios contractuales en las empresas lo hicieron en 11.66%, 10.20% y 10.00% en noviembre, diciembre y enero, respectivamente, según información del Banco de México.
Además de las alzas salariales, las tasas de desocupación están en niveles mínimos, por lo que un mercado laboral tan ajustado hace difícil prever que la inflación subyacente siga cayendo al ritmo que lo requiere el banco central en los próximos meses que justifique bajas consecutivas en la tasa de interés.
Ya el Banco de México en su anuncio de Política Monetaria del 8 de febrero mantuvo sesgado al alza su horizonte de pronóstico para la inflación con factores de riesgo como la "persistencia de la inflación subyacente en niveles elevados" y "afectaciones climáticas" que han elevado los precios de los productos agropecuarios. Los economistas reaccionaron incrementando el nivel de tasa esperado para fin de año, de 9.25% a 9.50% previendo un proceso desinflacionario más lento de lo previsto.
Volatilidad esperada
Los economistas esperan un repunte en la inflación subyacente para febrero de 0.46% mensual, según la última encuesta del banco central, la más amplia que se realiza en el país. Para la inflación general, la previsión de los analistas es de 0.39%. Sin embargo, la inflación no subyacente -que incluye los precios más volátiles, como agropecuarios y energéticos- podría también apuntalar una mayor inflación general en el segundo mes del año.
Si bien en enero las alzas en los precios del tomate (52.14%) y la cebolla (21.17%) impactaron significativamente al alza la inflación general, la caída observada de estos precios en la primera quincena de febrero harían esperar un efecto reversa. El precio del tomate saladette de Sinaloa con destino a la Central de Abastos de la Ciudad de México cayó 40% entre el 31 de enero y el 15 de febrero, según el Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados; mientras que el precio de la cebolla bola con destino a la CDMX cayó 8%, no lo suficiente como para compensar el alza.
Mientras que por otro lado, los precios del gas LP y de la gasolina regular, con altas incidencias en el INPC, se incrementaron en la primera quincena de febrero, según Profeco, lo que podría revertir una mayor caída de la inflación no subyacente como se espera.
Ocurra lo que ocurra con los precios en febrero, el camino desinflacionario en el país para los próximos meses está tapizado de turbulencias que ya los mercados locales están advirtiendo; más allá de la geopolítica global y de los efectos climáticos. En la subasta de bonos del gobierno de la semana pasada los CETES a tres y seis meses y dos años de plazo, se asignaron con tasas a la alza respecto de la subasta anterior.
Pero, además, el ruido electoral de los próximos meses -las campañas en México inician el 1 de marzo- también abonará a un clima de mayor turbulencia para la lucha antiinflacionaria, desde el mayor gasto público que ha elevado el déficit propuesto para el año y que golpea los objetivos de Banxico como los miembros de la Junta lo han señalado, hasta el peso mexicano que podría experimentar una mayor depreciación.
El Banco de México parece dispuesto a aplicar el primer descenso de tasa en la reunión de marzo, según las lecturas del mercado del comunicado de la última decisión de política monetaria del 8 de febrero, para probablemente dejar la tasa en 11.0% y esperar nuevas señales sobre los precios de los servicios y de la economía en general; mientras que los mercados van entendiendo que la nueva etapa de desinflación no será un asunto de corto plazo.