El largo viaje de buscar a sus muertos con sus propias uñas

Desde que sus hermanos e hijos desaparecieron perdieron todo, excepto su existencia, ahora estas familias utilizan ese único elemento para buscar a sus seres queridos y a los de quienes mañana se encontrarán en la misma situación.
14 Diciembre, 2016 Actualizado el 15 de Diciembre, a las 13:18
La Brigada no nació de manera fortuita, fue el resultado de una profunda indiferencia.
La Brigada no nació de manera fortuita, fue el resultado de una profunda indiferencia.
Arena Pública

México vive en una lotería de la muerte en la que todos estamos inscritos sin haberlo pedido, los premios te los regalan y no se aceptan devoluciones, asegura Juan Carlos Trujillo.

Si nunca has escuchado hablar de él ni necesitado sus servicios su existencia te será intrascendente y su tercera parálisis facial carecerá de importancia. Con cuatro hermanos desaparecidos y ocho años de búsqueda en fosas Juan Carlos se convirtió en la piedra angular de la Brigada Nacional de Búsqueda de Desaparecidos, uno de los movimientos más conocidos del país.

Juan Carlos Trujillo, uno de los líderes de la Brigada Nacional de Búsqueda de Desaparecidos.

La Brigada no nació de manera fortuita, fue el resultado de una profunda indiferencia. Tras participar en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad liderado por el poeta mexicano Javier Sicilia en 2011, Juan Carlos y su madre, María Herrera, descubrieron que ni todas la caravanas a las que habían asistido, ni toda la gente con la que habían hablado sirvió de algo, sus expedientes seguían intactos y sus familiares desaparecidos.

Búsquelos usted misma, fue el consejo que Emilio Álvarez Icaza, entonces secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos le dio a la madre de Juan Carlos. Así nació Familiares en Búsqueda María Herrera A. C. y tiempo después la Red Nacional de Enlaces, el organismo que vincula a diferentes asociaciones a nivel nacional para emprender las brigadas de búsqueda que lidera Juan Carlos.

La desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa en septiembre de 2014 fue la gota que derramó la desesperación de los integrantes de la Red. La irresolución de un suceso tan contundente les dejó claro que las mesas de trabajo con el gobierno las heredarían a sus hijos y que la Ley de Desaparición Forzada la verían sus nietos, lo que ellos hicieran con sus propias manos en ese momento sería lo único que en verdad podrían ver en su vida, explica Juan Carlos.

Documental: Cortesía de realizadores*

Para iniciar la búsqueda se capacitaron en antropología forense y se hicieron de algunos recursos económicos. Su primer destino fue Amatlán de los Reyes, Veracruz, donde el párroco del lugar los acogió y descubrieron 15 fosas clandestinas, muchas de ellas gracias a la colaboración de la gente que depositó papelitos con croquis dentro de las alcancías de la iglesia de manera anónima.

“Cuando estás en tu comunidad y sientes que estás avanzando, estás avanzando, pero te sales; entras a un centro comercial donde la gente es indiferente, no sabe, ni le interesa lo que te está pasando, en ese momento te das cuenta de que no estás avanzando,” Juan Carlos describió así la experiencia de salir de Amatlán hacia Córdoba para comprar unos cargadores.

La depresión está marcada en su rostro, todos los días recibe llamadas de familias que buscan a sus seres queridos, la única razón por la que se mueve es por saber que es útil para los demás.

Cuando alguien desaparece “te queda algo trabado por dentro, te quedas en pausa, no puedes reír, no puedes llorar, no puedes comer, porque te sientes culpable de todo y creo y siento que en el momento en el que las personas recuperan a su familiar, por lo menos ese sentir de culpabilidad los vas liberando,” dice.

Juan Carlos confiesa que en ocasiones da gracias a Dios por lo que le tocó vivir, de lo contrario nunca hubiera sido capaz de generar un cambio.

Mario Vergara, brigadista

En una banca del parque Tolsá de la Ciudad de México Mario Vergara cuenta su historia.

Él también es brigadista, viajó desde su pueblo natal, Huitzuco, Guerrero, hasta la secretaría de Gobernación donde lo esperaban para capacitarlo en protección a defensores de derechos humanos y le otorgaron un localizador satelital con un botón de pánico.

Cada hora una persona debe llamar a Mario para asegurarse de que se encuentra bien, por las dudas Mario lleva siempre una resortera colgada al cuello y un puñado de piedras en el bolsillo de su chamarra. Desde hace cuatro años busca a su hermano Tomás que secuestraron el 5 julio de 2012.

La búsqueda que emprendieron los padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa también fue un hecho clave para que Mario decidiera salir a buscar a su hermano. Él y un grupo de familias en la misma situación tomaron un curso con el líder de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero, Miguel Jiménez Blanco, para buscar indicios de fosas clandestinassu capacitador fue asesinado en agosto de 2015.

El color y la distribución de la tierra son clave durante la búsqueda. Cuando hay una onda, un bordo o una porción de la tierra tiene un color distinto al resto es necesario escarbar, explica Mario, pues al tapar un hoyo la tierra nunca queda en el mismo lugar y sus características difieren según la profundidad de donde haya sido obtenida para tal fin.

Foto: Cortesía de Araceli Salcedo, brigadista

La primera vez que salieron a buscar a sus familiares Mario y su grupo fueron guiados por campesinos a quienes les preguntaban si percibían algo extraño en la tierra. En esa ocasión ubicaron entre ocho y diez fosas con restos de huesos humanos. A la fecha han encontrado más de 150 cuerpos en los alrededores de Iguala, Guerrero.

“Sabíamos que íbamos a buscar muertos, pero escarbar la primera fosa y encontrar el primer hueso […] fue algo horroroso. Todos lloramos porque pensamos que era nuestro familiar o que a lo mejor nuestro familiar corrió la misma suerte y ahí lo íbamos a encontrar,” dice.

Cada vez que escarban esperan primero a encontrar indicios de que en verdad hay huesos en el lugar. Una vez que aparecen, dejan de cavar, toman una foto y llaman a la Procuraduría General de la República, aun respetando los procedimientos oficiales las autoridades aseguran que alteran las evidencias.

La difusión de los hallazgos es un problema, en ocasiones los cadáveres encontrados cuentan con características muy singulares pero las autoridades no difunden la información, dejan que perdure el desconocimiento de la identidad de los cuerpos, advierte.

A principios de octubre de 2016 el secretario de Salud de Guerrero, Carlos de la Peña Pintos, declaró que había al menos 400 cuerpos sin reclamar en el Servicio Médico Forense de la región.

Cuando pierdes a un familiar “estás perdiendo todo, pierdes tus amistades, pierdes tu vida, pierdes a tu familia. Todos los días vives con la ilusión de encontrar a tu familiar, ya ni siquiera trabajas, somos unos muertos vivientes, sí sonreímos, sí reímos, pero cuando se llega la noche y estamos en la casa otra vez la tristeza nos invade, se nos acaba la salud, se desaparecen nuestros objetivos de vida. Se desapareció nuestro mundo feliz,” remata.

 

*Las entrevistas, videos e imágenes fueron recabadas por Fernanda Hernández, Daniela Hernández, Rubén Alonso Rios y Karina Casarrubias.  

 

MÁS INFORMACIÓN: Ciudadanos amortiguan labor de una PGR que no estaba preparada para la crisis de desaparecidos. 15 de diciembre de 2016.

MÁS INFORMACIÓN: Pintar a los desaparecidos para concientizar a los mexicanos de esa realidad, 14 de diciembre de 2016.

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