Define China su propio camino en la regulación tecnológica
A toda acción corresponde a una reacción: mientras las regulaciones tecnológicas chinas se robustecen y dan pasos adelante, las empresas podrían sufrir los costos de estas nuevas medidas.
La más reciente de ellas, es una iniciativa propuesta por la Administración del Ciberespacio de China (CAC por sus siglas en inglés), que requeriría que todos los dispositivos móviles y tiendas de aplicaciones tengan adoptado el “modo niños”, restringiendo el tiempo de la pantalla diariamente.
El comunicado sugiere que con el objetivo de proporcionar un entorno digital seguro y saludable para la juventud, esta propuesta surge para guiar a las plataformas en línea en la construcción de modelos juveniles y la promoción de contenido adecuado para diferentes grupos de edad. Además, la propuesta establece que los niños y jóvenes que empleen dispositivos en modalidad de menor de edad experimentarán la clausura automática de las aplicaciones en línea una vez alcanzados los respectivos límites de tiempo. Asimismo, se les brindará "contenido adaptado a la edad".
Durante el uso en modalidad de menor de edad, no estará permitido que nadie menor de 18 años acceda a sus pantallas entre las 10 pm y las 6 am. Las niñas y niños menores de ocho años tendrían un límite de 40 minutos de uso diario para sus teléfonos, mientras que aquellos de entre ocho y 16 años dispondrían de una hora de tiempo frente a la pantalla. En el caso de los adolescentes de 16 años o más jóvenes que aún no alcancen los 18, se les permitiría dos horas de uso.
La propuesta establece en particular que su ámbito de aplicación deberá ser cumplido por todo tipo de terminales móviles inteligentes, aplicaciones de internet móvil y plataformas de servicios de distribución de aplicaciones de internet móvil, entre otros.
Pero como ésta, el país asiático ha implementado otras importantes regulaciones tecnológicas, como las directrices provisionales para la actividad y gestión de la inteligencia artificial (IA) que entran en vigor este 15 de agosto. Se trata de las llamadas “Medidas Generativas de IA", publicadas el pasado 10 de julio, que serán el primer conjunto de normas sobre IA que se aplique en el país, mismo que será supervisado por organismos regulatorios, entre ellos la Administración de Ciberseguridad de China (CAC), la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma y el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Un total de 24 pautas han sido establecidas, englobando disposiciones que obligarán a las plataformas que suministran servicios de IA a realizar un registro previo y someterse a una evaluación de seguridad antes de llevar a cabo su lanzamiento público.
El gobierno de China también requerirá la inclusión de etiquetas en los contenidos generados artificialmente. Adicionalmente, estas medidas demandarán que todos los datos y modelos provengan de "fuentes legítimas" que respeten los derechos de propiedad intelectual de los creadores, cuenten con el debido consentimiento y no violen la privacidad del usuario. Del mismo modo, las pautas establecerán la responsabilidad de los proveedores de servicios en relación con todo lo generado a través de su plataforma.
China está dando pasos importantes en la regulación, mientras que otros países como Estados Unidos, comienzan a discutir el impacto de este tipo de herramientas, además de comenzar a construir una regulación, un proceso paulatino que aún no toca tierra. China ha tomado el mando en la regulación, y está trazando su propio rumbo.
La regulación China a diferencia del mundo
Para Alonso González, abogado especialista en regulación y competencia de la firma González Calvillo, la regulación tecnológica china va muy de la mano no solo con la tecnología, sino con la innovación, la propiedad intelectual, la competencia económica y la privacidad de la información, de los datos que utilizan las empresas tecnológicas para operar su modelo de negocios.
“La regulación tecnológica internacional está dividida básicamente en tres bloques: Europa, por un lado, está regulando con normativas recientes a nivel comunitario a los gigantes tecnológicos como Amazon, Google, Meta, etc.; por otro lado, el modelo de regulación americano es más permisivo, las empresas pueden actuar y, al menos que cometan una práctica indebida, entonces son sancionados, pero no hay una regulación específica, aunque se encuentra en discusión; y el modelo chino que es un poco menos visible, pero favorece a las empresas locales para contrarrestar a las empresas de tecnología del occidente”, dijo en entrevista.
Cuando se trata de controlar a los gigantes tecnológicos, el país ha revelado una estrategia única. Anuncios recientes de funcionarios, por ejemplo, revelan una campaña dirigida contra la desinformación médica y financiera, exigiendo que los influencers cumplan con ciertas normas para hablar sobre temas específicos.
Esta solución busca abordar el problema de los influencers que ofrecen consejos sin tener una experiencia sólida, una medida que alrededor del mundo, no se ha volteado a ver. Estas regulaciones son parte de la estrategia de China para mantener el control y la seguridad en su espacio tecnológico, así como para promover la innovación nacional y proteger los derechos de los usuarios.
“China tiene una política de aislamiento y de control sobre sus empresas tecnológicas. Desde 2021 han impulsado regulaciones internas que van desde la regulación antimonopolio, la privacidad de datos, y la educación tecnológica. Esto no sólo afecta a los usuarios como consumidores, que estarán limitados a un determinado número de horas, sino también desde el lado de las empresas, que deben revisar contenidos que vayan de acuerdo a la política pública, algo muy del gobierno chino. Aunque no hay una apertura de las empresas de occidente, China sí fomenta que entre sus propias empresas exista una competencia interna y una protección al consumidor y al contenido de las plataformas tecnológicas”, señala González, también experto en derecho económico.
Pero esta regulación exhaustiva, y única en el mundo, podría tener extremos considerables en las consecuencias, tanto para consumidores, como para empresas.
Las acciones tomadas por China están generando una significativa presión sobre las empresas tecnológicas y sus usuarios. La introducción de regulaciones ha dado lugar a rigurosas auditorías centradas en la gestión de datos en estas compañías, pese a que en los últimos meses el país ha suavizado muchas de estas presiones.
Dentro de China, los funcionarios han centrado su atención en regular a las empresas tecnológicas nacionales hasta llevarlas a una especie de sumisión. La reacción contra el exceso digital, es conocida como techlash, un término que se utiliza para describir el creciente escepticismo y la crítica hacia la industria tecnológica, especialmente hacia las grandes empresas de tecnología y plataformas en línea.
El techlash refleja la preocupación pública y la percepción de que las empresas tecnológicas han acumulado demasiado poder, influyen en la política, pueden socavar la privacidad y la seguridad de los usuarios, y pueden tener un impacto negativo en la sociedad en general. Este término se ha vuelto más relevante a medida que las empresas tecnológicas han crecido en tamaño y alcance, y han enfrentado críticas sobre temas como la privacidad de datos, la desinformación en línea, la censura, el monopolio y el impacto en el empleo y la economía.
El techlash ha llevado a una mayor atención regulatoria y legislativa sobre las empresas de tecnología, así como a un aumento en la discusión pública sobre la ética y las responsabilidades de estas empresas en la sociedad. Específicamente en China, las medidas adoptadas en Beijing consisten en someter el paisaje tecnológico nacional chino a la autoridad del Partido Comunista Chino, y asegurarse de que este último funcione como un vehículo para proyectar el poder del primero. Tal como explica Tech Crunch en su análisis “Un 'techlash' con peculiaridades chinas”, esta orientación convierte las acciones de Beijing en todo lo contrario a un esfuerzo antimonopolio.
China está ejerciendo control sobre sus principales actores tecnológicos para respaldar un monopolio de mayor envergadura y control: el del Partido Comunista Chino. “La represión del PCCh contra las grandes empresas tecnológicas tiene que ver con la competencia, pero no con la competencia leal. Se trata de fortalecer la mano de Beijing mientras compite para dar forma al mundo del mañana y hacerlo, para cualquier jugador que no sea el Partido Comunista Chino, perfectamente injusto”, dice el medio especializado.
Cuando la CAC anunció la propuesta del control de regulación del horario de internet para los niños, las empresas sufrieron caídas en sus acciones. Tencent, gigante tecnológico chino, terminó un 3% más bajo. La aplicación de transmisión de video Bilibili perdió un 7%, mientras que su rival Kuaishou cerró con una caída del 3.5%. Weibo, una plataforma similar a Twitter, cerró con un descenso del 4.8%.
Entre otras consecuencias que podrían sufrir las empresas tecnológicas, se encuentran por ejemplo, el retiro de la vida pública del cofundador y presidente ejecutivo de Alibaba, Jack Ma, y se rumora que también está detrás de la decisión de Zhang Yiming, fundador de ByteDance, de renunciar como CEO.
Pero el escenario internacional podría aprender de China. Según Wired, “el resto del mundo debería prestar atención”, pues en algunas áreas, el gobierno chino ha actuado con mayor celeridad que otros mercados importantes en el desarrollo y aplicación de regulaciones. La regulación de China podría servir como ejemplo ilustrativo, para bien o para mal, aunque todavía es temprano para observar las reacciones. En el futuro, esta regulación podría seguir incrementándose.
Según González del Castillo, “podría incrementar la protección de datos y seguramente también continuarán en regulaciones sobre ciberseguridad para proteger la información de su bloque, además de fomentar la regulación extranjera, aunque será un proceso muy paulatino”. Y como un fenómeno único, pero complejo, que puede generar inquietudes sobre la privacidad, la libertad de expresión y la competencia, los alcances que puede tener podrían moldear un panorama que cruce las fronteras del país asiático.