Se acrecienta la “guerra fría” de semiconductores entre China y EU
La primera potencia en conseguir la independencia tecnológica será la ganadora. Mientras tanto, la guerra entre las dos potencias mundiales, Estados Unidos (EU) y China se incrementa y se endurece. Por un lado, el gobierno estadounidense otorgará a Intel 8 mil 500 millones de dólares en fondos directos, además de 11 mil 000 millones en préstamos, con el objetivo de establecer fábricas de chips en varios estados clave del país.
Por otro lado, Huawei continúa blindándose de las restricciones norteamericanas, invirtiendo más en sus subsidiarias de fabricación que en el propio mercado, esto después de que se diera a conocer que la empresa tecnológica china priorizará el aumento de la producción de su chip de inteligencia artificial, el Ascend 910B frente a otros modelos.
La “guerra fría” que enmarca esta batalla se vuelve más dura. El objetivo para ambas potencias es lograr la independencia tecnológica de fabricación de chips semiconductores, artefactos indispensables en cualquier desarrollo tecnológico como lo son teléfonos, computadoras, automóviles, entre otros.
Con la financiación estadounidense, Intel buscará que Estados Unidos produzca el 20% de los chips más avanzados del mundo para 2030, según la secretaria de Comercio, Gina Raimondo.
Today, we announced an $8.5 billion preliminary agreement with @Intel that will help strengthen supply chains, revitalize American semiconductor manufacturing, and create nearly 30,000 jobs.
It was great to join @POTUS in Arizona to share the news. pic.twitter.com/C1M8mygPU7— Secretary Gina Raimondo (@SecRaimondo) March 20, 2024
Pero además de los millones de dólares en subvenciones, Intel también recibirá hasta 11 mil millones de dólares en préstamos del Departamento de Comercio. Estas concesiones, combinadas con un crédito fiscal separado del Departamento del Tesoro, se espera que generen una inversión privada estimada en 100 mil millones de dólares por parte de Intel.
La administración espera que Intel utilice estos fondos para ayudar a construir o ampliar instalaciones en Arizona, Ohio, Nuevo México y Oregón, con el objetivo de crear un total de 30 mil nuevos puestos de trabajo.
Estas cifras fueron posibles gracias a la Ley de Ciencia y Chips (Creating Helpful Incentives to Produce Semiconductors) de 2022, que contempla una inversión gubernamental de al menos 52 mil millones de dólares para promover el retorno de la fabricación de semiconductores a Estados Unidos.
Pero el gigante asiático deja la vara muy alta. A pesar de que en 2023 Intel y Samsung se mantenían a flote liderando el ranking de facturación en la industria de semiconductores, según datos de Statista, existe una dependencia importante del país asiático.
La mayoría de los semiconductores de alta calidad son actualmente producidos por TSMC. Estados Unidos se apoya en un reducido número de fábricas en Asia, según describió Raimondo, para obtener sus chips más avanzados. Esta dependencia, señaló, representa una situación insostenible tanto desde el punto de vista económico como de seguridad nacional de Estados Unidos.
Además de que los productos tecnológicos dependen de innumerables componentes que provienen de diferentes partes del mundo, pero en China es donde se fabrican los elementos más importantes, además de la extracción de elementos como el germanio o el galio, metales fundamentales para la fabricación de chips; mismos que el país asiático ha aprovechado como una ventaja competitiva, restringiendo su importación en agosto del año pasado.
Esta ventaja ha sido reconocida por Estados Unidos. Incluso Jensen Huang, CEO de NVIDIA, ha considerado que el país norteamericano podría tardar hasta dos décadas en ser autosuficiente en cuanto a fabricación de chips.
Pero el hecho de que Huawei volteara como uno de los principales contrincantes en esta guerra fría, la idea de la independencia tecnológica se hizo más clara. Después de las restricciones en la importación y exportación de chips impuestas por ambas potencias, ahora, Huawei está priorizando sus inversiones en las subsidiarias de fabricación en lugar de enfocarse en el mercado en general, según el informe de South China Morning Post.
Las empresas de ambas potencias continúan en la búsqueda de la independencia y de la seguridad nacional, pero otra herramienta protagonizará esta lucha.
El futuro está en la IA
Si bien el 2023 se caracterizó por las restricciones tecnológicas entre ambas potencias, estas aislaron un mercado grande y en crecimiento para los semiconductores de IA, en un contexto en el que esta tecnología está impulsando las acciones de las empresas tecnológicas, de la mano de sus inversiones.
Y es que las empresas tienen como objetivo principal el desarrollo de chips con tecnología 5G e inteligencia artificial (IA). Huawei, por ejemplo, también ha priorizado la producción de su chip de IA, el Ascend 910B, sobre la fabricación de sus teléfonos Mate 60 en al menos una de sus instalaciones.
La demanda de chips Ascend, que son clave en el entrenamiento de modelos de IA, está en alza a nivel nacional, según datos de Reuters. El Mate 60 ha contribuido al éxito de Huawei en el mercado, superando las ventas de teléfonos de Apple en China en 2023. Esta decisión de Huawei de retrasar la producción de teléfonos en favor de su chip de IA ejemplifica la importancia estratégica que la empresa atribuye a la tecnología de IA.
Las empresas chinas de IA han enfrentado dificultades para adquirir chips altamente demandados como el H100 de Nvidia, luego de que Estados Unidos impusiera restricciones a las exportaciones de chips. Esta situación ha llevado a los desarrolladores chinos de IA a recurrir a alternativas nacionales, como el chip Ascend 910B de Huawei.
China también ha fortalecido a sus principales pilares tecnológicos, Huawei y SMIC, proporcionándoles apoyo gubernamental para protegerse de las restricciones impuestas por Estados Unidos.
Y aunque es una estrategia recién implementada con Intel por parte de Estados Unidos, algunas otras empresas como Nvidia también se centran en el desarrollo de chips de IA, pese a que no encuentren posibilidades de expandirse a China.
Pero mientras la competencia se vuelve más candente, el margen de error resulta intimidante, pues las inversiones millonarias ponen en juego la economía de los países y su desarrollo tecnológico.