¿Crecimiento económico debajo del potencial y por varios años?
Es evidente que la economía mexicana se está desacelerando. En 2023 creció un poco más del 3.0% y este año se estima que crezca cerca de la mitad.
Las causas de este menor crecimiento principalmente son el estancamiento del sector manufacturero en los Estados Unidos y la ralentización de la inversión en México debido al proceso del cambio de gobierno y del avance y conclusión de las megaobras de la pasada administración. El consumo, por su parte, mantiene cierto dinamismo, pero también registra ya algunas señales de debilidad.
Una referencia clave para visualizar que la economía mexicana está creciendo a una tasa adecuada es el nivel de la llamada “brecha del producto”, esto es la diferencia entre el producto real y el producto potencial de la economía.
¿Cuál es el crecimiento potencial de nuestra economía? Probablemente, es cercano al 2.0%, dado que entre 1993 y 2022, es decir, en veintinueve años, el crecimiento promedio se ubicó en ese nivel y, en perspectiva, el consenso de mercado es que la economía crecerá también en promedio 2.0% en los próximos diez años.
Si se toma como cierta esta estimación, la economía mexicana creció en 2023 al 3.2%, es decir, por arriba de su potencial; en 2024, al estimarse un crecimiento cercano al 1.5%, se ubicaría debajo de su potencial.
Con estos números, los economistas del Banco de México estiman que la brecha del producto será cercana a cero en lo que resta de 2024 y “será persistentemente negativa en 2025, pero sin reflejar recesión” (Minuta 111 del 26 de septiembre de 2024).
Si la economía crece arriba de su potencial, hay presiones inflacionarias, tales como las registradas recientemente; en contraste, durante 2025, las presiones en la inflación disminuirán significativamente, una vez que la economía crezca debajo de su potencial.
Aunado a esto, no hay que perder de vista que México depende fuertemente del dinamismo de la actividad económica de los Estados Unidos, en particular del sector manufacturero, el cual ha estado en contracción en los últimos trimestres.
Existen, además, tres factores clave que pueden anticipar un menor crecimiento, los cuales se asocian con la propensión al consumo, la demanda por liquidez y las expectativas de inversión.
Primero, el ajuste necesario en el gasto público a fin de lograr la consolidación fiscal. En 2025, el déficit público deberá disminuir si se quiere mantener la perspectiva crediticia y el grado de inversión del país. En principio, se ha prometido una reducción del déficit público como porcentaje del PIB del 6% a cerca de la mitad.
Dado que se descarta una reforma fiscal en 2025, sin efecto en los ingresos y en los beneficios sociales tales como pensiones y becas, así como incrementos en los salarios en el sector educativo, seguridad y milicia, se requieren ajustes significativos al gasto, muy probablemente en proyectos prioritarios, así como ahorros que resulten de integrar diversas instituciones gubernamentales.
La conclusión de los proyectos insignia de la pasada administración también ayudará a lograr la consolidación fiscal.
Asimismo, el consumo privado, eventualmente, debería de moderarse por el efecto rezagado del alza en las tasas de interés, aunque podría llevar más tiempo del previsto, pues el financiamiento al consumo sigue demasiado fuerte, con tasas de crecimiento de doble dígito, pese a que ya se registran dos años con una clara postura monetaria restrictiva.
Segundo, la demanda por liquidez seguirá siendo elevada, lo que limitará la inversión productiva. Las elevadas tasas de interés otorgan ventajas de poseer dinero en efectivo, en activos financieros líquidos, para gastarlo más adelante, cuando las condiciones del entorno económico cambien. El consumo se pospone, al operar eficientemente uno de los canales de transmisión de la política monetaria restrictiva. Las tasas de interés irán bajando, la tasa de fondeo probablemente baje de 10.0% al cierre de este año a 8.0% a finales de 2025, pero sin dejar de ser atractivas en términos reales, dadas las expectativas de inflación.
Además, se prevé que la demanda por liquidez siga siendo elevada, una vez que existe incertidumbre por el impacto de los cambios en el marco institucional del país y la consolidación fiscal.
Tercero, la actual narrativa económica tiene un efecto negativo en las expectativas de inversión y en el crecimiento para el cierre de este año y el próximo. Varios eventos enturbian el ambiente de inversión: los cambios al marco institucional del país, el proceso electoral en los Estados Unidos y sus implicaciones para México, las expectativas de desaceleración de la economía estadounidense, el deterioro político y la revisión programada al Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá. Esta narrativa merma la confianza del inversionista e inhibe la formación de capital y el crecimiento económico.
En conclusión, estos factores sientan las bases para que el crecimiento de la economía mexicana se ubique debajo de su potencial. El hecho de que crezca menos del 2.0% en 2025, estresará las condiciones laborales, pero, en una visión optimista, ayudará a reducir la inflación. La interrogante importante es saber si se logrará la consolidación fiscal y la narrativa económica se tornará positiva, con lo cual la economía mexicana lograría crecer arriba de su potencial.