Algo le duele a la manufactura: entre el ciclo y el mito del nearshoring

No hay voluntad política ni visión, solo discursos que intentan incluso desviar la atención hacia un “nearshoring más equitativo regionalmente”, lo que signifique eso. Suena a demagogia.
19 Agosto, 2024
Empleado industrial (Foto: Gobierno de México)
Empleado industrial (Foto: Gobierno de México)

La economía mexicana ya está en fase de desaceleración, si no es que puede estar entrando en una recesión, enfrentando ya varios vientos en contra.

El primer canal ha sido la atonía del sector manufacturero, el cual ha estado débil durante casi todo el 2024. A la fecha (junio), el sector de las manufacturas ha registrado una contracción de 0.2% anual, lo que ha significado contracciones trimestrales iguales de 0.2% en el primer y segundo trimestres, respectivamente. Esto también se ha reflejado en un magro crecimiento de las exportaciones, las cuales a la fecha sólo han crecido 2.6% en dólares nominales, y prácticamente estancadas en niveles trimestrales desestacionalizados, creciendo solamente 0.7% y 0.8%, en el primer y segundo trimestres, respectivamente.

El sector automotriz, subsector usualmente impulsor, también se ha desacelerado. La producción de unidades sólo ha crecido únicamente 6% anual hasta junio, un aumento que es menos que la mitad del promedio observado durante 2022-2023 (13.1% anual). 

La falta de dinamismo se ve reflejado también en la inversión y en el empleo. Según datos de la Secretaría de Economía, la inversión extranjera directa a junio en el sector sólo aumentó 0.1% anual en dólares, manteniéndose sólo en alrededor de 16,653 millones de dólares en el semestre, matizando que la mayoría de estos flujos son reinversiones de utilidades y no nuevas inversiones. No hay inversión nueva. Por otro lado, el personal ocupado en el sector a junio se contrajo 2.1% anual, según datos del INEGI, muy en línea con lo que está pasando con la producción y la inversión. Es decir, toda la matriz productiva está en contracción. Un desastre.

En resumen, estas cifras pintan un panorama bastante frío y gris para el sector y suponen que aquel boom que suponía el nearshoring está lejos de materializarse. Al menos este año no está sucediendo. 

Algunos factores que podrían explicar dicho comportamiento podrían ser coyunturales. La desaceleración global del sector, con China perdiendo fuerza y Europa creciendo poco. En Estados Unidos la manufactura también ha tenido un crecimiento poco notable, aunque su crecimiento fue mejor en el norte en los últimos meses, ya que, en junio, en ese país, el sector aumentó 1.1% trimestral. Otro factor puede ser el fortalecimiento del peso mexicano que esté haciendo mella en las exportaciones y en la demanda por bienes nacionales. Podríamos decir que el peso mexicano todavía tiene una apreciación real de 15-10% respecto a los niveles de 2022, por ejemplo. En todo caso, si el peso se deprecia más, puede que se corrija algo del magro crecimiento. Pero no puede ser la solución al problema.

Puede ser que sea una historia cíclica, pero la preocupación es que sea una cuestión mucho más estructural. Hace unos meses el nearshoring era la narrativa campeona de la economía mexicana. Iban a llegar inversiones para dinamitar el sector manufacturero. Esto no ha ocurrido todavía. Líderes del sector están demandando infraestructura y seguridad para que esto se concrete. Esta cuestión no se ha resulto ni se resolverá en el corto plazo. No hay voluntad política ni visión, solo discursos que intentan incluso desviar la atención hacia un “nearshoring más equitativo regionalmente”, lo que signifique eso. Suena a demagogia.

Mientras, hay incluso evidencia que algunos productores están eligiendo irse a Texas en lugar de venir a México. Puede ser anecdótico, pero el hecho es que los datos hasta ahora, indican otra cosa. El sector automotriz también está en un proceso de evolución, donde México tendrá que decidir si se alía con Estados Unidos o con China, y decide un rumbo en ese cambio tecnológico. Tampoco se ve una definición. 

La manufactura ha sido un motor importante para la economía mexicana en los últimos 30 años. Si el cambio de políticas opta por ignorar las demandas del sector, por ignorancia o frivolidad, o por sesgos ideológicos, se puede perder una gran oportunidad y se sufrirá un gran rezago económico. Todavía no es tarde, pero sí se ha perdido mucho tiempo valioso.

Marco Oviedo Marco Oviedo Economista y Estratega Senior para América Latina en XP Investments (Brasil). Cuenta con una amplia experiencia en mercados financieros y política macroeconómica. Anteriormente fue jefe de Investigación Económica para América Latina en Barclays. En el sector público mexicano fue asesor económico de la Presidencia de la República durante el gobierno de Felipe Calderón y director general adjunto de Deuda Pública de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Oviedo es doctor en Economía (Ph.D) por la Universidad de Yale.