Las cinco tendencias macro de 2025
Estamos a nada de darle la bienvenida a 2025 y la economía global no parece tener un momento de calma. Con un crecimiento que podría describirse como “moderado” (o, en términos menos elegantes, “apatía crónica”), y tensiones geopolíticas que hacen de la Guerra Fría una fiesta de vecinos, el panorama económico promete un año de contrastes.
1. Crecimiento Económico: ¿Avance o inercia disfrazada?
Las proyecciones de crecimiento para el próximo año no traen sorpresas; son prácticamente un espejo de lo que ya vivimos en 2024. El FMI y la OCDE prevén crecimientos de la economía global de 3.2% y 3.3% en 2025, muy similar al de este año. Pero, más allá de los números, hay un mensaje claro entre líneas: no se vislumbra un motor que pueda dar un verdadero impulso a la economía global.
Por regiones, los países avanzados parecen mantener el paso, con un crecimiento proyectado del 1.8%. La economía de Estados Unidos, a pesar de mostrar señales de ligera desaceleración, continúa sorprendiendo con su resiliencia, un atributo que parece desafiar los ciclos típicos. En Europa, el panorama es menos optimista. La Eurozona apenas alcanzará un 1.2%, aunque hay cierto alivio con una tímida recuperación en Alemania. Japón, en cambio, podría dar la sorpresa, acelerando su crecimiento al 1.1%, un salto notable desde el 0.3% estimado para este año.
En el terreno de las economías emergentes, se espera una ligera desaceleración. En Asia, la otrora imparable China pierde fuerza rápidamente. Su crisis inmobiliaria y el debilitamiento de las exportaciones han puesto en jaque al gigante que solía cargar sobre sus hombros buena parte de la economía global. En América Latina, el crecimiento se prevé en 2.5% de 2.2% este año, pero sus dos principales economías, México y Brasil, presentan previsiones por debajo de las observadas este año.
2. Desinflación: ¿Ya merito?
El proceso a la estabilidad de precios ha sido lento, pero parece que la economía global está en la última milla. Del nivel de 6.7% en 2023, la inflación global este año se prevé en 5.8% y en 4.3% en 2025. Economías avanzadas alcanzarán probablemente el 2% objetivo de sus bancos centrales. Precisamente esta última milla representa un desafío para los bancos centrales. La mayoría ha iniciado ya un ciclo de relajación monetaria, pero la inflación subyacente ha probado ser más resistente a la baja, a pesar de la desaceleración económica. De seguir así, los consumidores podrían ajustar al alza sus perspectivas de inflación, forzando a la autoridad monetaria a ajustar sus trayectorias de tasas. Los precios de los alimentos y de los energéticos añaden a la incertidumbre en medio de posible turbulencia geopolítica.
3. Tensiones Geopolíticas: ¿Un rompecabezas sin solución?
El 2025 comienza con un ingrediente especial: el regreso de Donald Trump a la presidencia de EE.UU. el 20 de enero. Su enfoque polarizador podría alterar los equilibrios de poder globales y exacerbar tensiones existentes. Entre los puntos críticos se encuentran el Medio Oriente, donde los conflictos internos en Irán y Siria podrían desestabilizar la región, y la guerra en Ucrania, que sigue atascada en un desgaste prolongado.
Por otro lado, el eje formado por China, Rusia e Irán sigue fortaleciendo sus lazos en ámbitos militares, económicos y políticos, complicando los cálculos estratégicos de Occidente. Si bien estas alianzas tienen tensiones internas, también actúan como un contrapeso significativo al orden global liderado por Estados Unidos. El tablero geopolítico de 2025 promete ser tan complejo como impredecible.
4. Transición Energética
El 2025 podría ser un punto de inflexión en la transformación energética global. Europa lidera la transición con una inversión prevista de más de 600 mil millones de euros en proyectos de energía limpia para 2025, priorizando la generación eólica y solar. Alemania y España liderarán con megaproyectos como parques eólicos marinos y almacenamiento energético masivo. Asia acelera la producción renovable: China planea ampliar su capacidad instalada de energía solar en un 30%, mientras India tiene como objetivo superar los 500 GW de capacidad renovable acumulada para finales del año. Estas inversiones buscan no solo cubrir la demanda interna, sino también posicionarse como exportadores clave de tecnologías limpias. En EE.UU., el objetivo es que las renovables generen más del 30% de la electricidad nacional.
La carrera por el almacenamiento energético también se intensifica, con avances prometedores en baterías de litio-sodio que podrían resolver los problemas de intermitencia de las renovables. Si bien el camino no está exento de retos, la dirección es clara: un futuro más limpio y sostenible.
5. Mayor Automatización y Adopción de IA
La inteligencia artificial continúa transformando la manufactura y los servicios, desde la automatización de líneas de producción hasta la personalización de experiencias para el cliente. En 2025, veremos un auge en las "fábricas inteligentes", particularmente en Estados Unidos y China, donde la IA y los robots colaboran para gestionar inventarios y ajustarse a la demanda.
Europa también apuesta por la IA, destinando fondos para que las pequeñas y medianas empresas manufactureras adopten estas tecnologías. En India, la IA transformará servicios financieros y de atención al cliente, alineándose con su estrategia de digitalización nacional. Estos avances subrayan la transición hacia una economía donde la eficiencia y la tecnología son protagonistas indiscutibles.
El 2025 no promete soluciones fáciles, pero tampoco está condenado al pesimismo. Si algo queda claro, es que los retos y las oportunidades van de la mano. El crecimiento moderado, las tensiones geopolíticas y los avances tecnológicos ofrecen un panorama donde la clave no será predecir el futuro, sino estar preparados para moldearlo. Gobiernos, empresas y ciudadanos tenemos la responsabilidad compartida de convertir estos retos en catalizadores de cambio positivo.