Un gran paso sería construir un sistema universal único de salud: Santiago Levy
Se ha vuelto costumbre que se mencione su nombre cuando se trata de reformas económicas de gran calado en México. Y no es para menos. Santiago Levy Algazi es un prestigiado economista mexicano con una amplia trayectoria en el sector público, nacional e internacional, y con una reconocida labor de investigación sobre la pobreza, la informalidad y el progreso económico del país.
De no cambiar la actual estructura de incentivos para impulsar la productividad de las empresas y de los trabajadores, el crecimiento económico de México será lento, dice el doctor en economía por la Universidad de Boston en entrevista; a contrapelo de la promesa del gobierno de crecer al 4%.
“Mientras tengamos 60% de los trabajadores en la informalidad y 85% de las empresas en la informalidad, nunca vamos a hacer un país próspero”, sentencia el ex vicepresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y quien en la última década (2008-2018) laboró en el BID también como economista en jefe.
En la conversación, el autor de “Esfuerzos mal recompensados: La elusiva búsqueda de la prosperidad en México” (2018) –una profunda investigación sobre las causas que le impiden prosperar a México- deja plantado un reto sobre la mesa: Construir un sistema universal de salud financiado completamente a través de la tributación general. “Sería un paso de gran trascendencia social y también de impacto económico importante”, dice Levy Algazi.
Si tuviera que mencionar un par de factores de porqué México no progresa, ¿cuál sería ese par de factores?
Hay una respuesta fácil y una respuesta más compleja. La respuesta fácil es porque la productividad está estancada. Los mexicanos son hoy igual de productivos que hace 20 años. Si no aumenta la productividad no va a haber prosperidad.
Más profundo es: ¿Por qué si somos un país que trabaja muy duro, que invierte, que ha hecho inversiones en educación, por qué no podemos ser más productivos? Y la respuesta aquí es un poquito más compleja y tiene que ver con el hecho de que hay empresas muy productivas en el país, pero también hay empresas muy improductivas: Y la productividad es el promedio de todas las empresas que hay.
A veces nos fijamos en unas empresas productivas -y nos da mucho gusto y enhorabuena- pero no ponemos suficiente atención en que hay una muy grande cantidad de empresas muy improductivas que son parte de la economía y que, cuando tomamos el promedio de todas ellas, llegamos al estancamiento; que es lo que hemos observado en las últimas dos décadas.
¿Son estas empresas improductivas la masa más grande de la economía?
Son la gran mayoría. Más del 90% de las empresas del país son muy chiquitas, son empresas de 5 trabajadores o menos, no todas improductivas pero una gran cantidad de ellas sí. Y muchas informales y, sorprendentemente, en los últimos 15 ó 20 años el número de empresas chiquitas ha estado creciendo más rápidamente que el número de empresas grandes y han estado atrayendo a más trabajadores y más inversiones.
Cada una en lo individual nos parece como irrelevante, pero son millones de esas empresas y cuando las sumamos absorben casi al 60 por ciento de los trabajadores del país y casi al 40 por ciento de las inversiones.
¿Hay un incentivo a la reproducción de las empresas poco productivas o improductivas?
Hay muchos incentivos y por eso el problema es muy complejo. Tiene que ver con la legislación fiscal, con la legislación laboral, con la legislación de aseguramiento social, con temas de acceso al crédito. Confluyen muchos factores. Si queremos decir: éste es el factor y con una varita mágica decimos “si arreglamos esto, ya lo arreglamos”, la respuesta, desafortunadamente, es no.
Lo que se ha planteado por hacer hacia los próximos años ¿va en el camino correcto para incentivar la productividad de las empresas?
Lo más importante que se debe de hacer para que seamos un país próspero, para crecer más rápidamente, y también mejorar la distribución del ingreso -y todo al mismo tiempo- es incidir en el conjunto de regulaciones fiscales, laborales y de aseguramiento social, que segmentan nuestro mercado de trabajo en un sector formal y en un sector informal.
Mientras tengamos 60% de los trabajadores en la informalidad y 85% de las empresas en la informalidad, nunca vamos a hacer un país próspero. La pregunta central, en mi opinión, es ¿por qué hay tanta informalidad? y ¿que tenemos que cambiar para que eso se reduzca?
Un dato es importante: No es por falta de trabajo. Los trabajadores en México son muy empeñosos. Somos, de los países de la OCDE, los que trabajan más horas a la semana. Entonces, no es por falta de trabajo que no estamos prosperando. Es porque estamos haciendo las cosas mal.
Lo que sería más importante es revisar la legislación de aseguramiento social, la legislación laboral, la legislación fiscal y todos los factores que a las empresas las inducen a ofrecerle a los trabajadores un tipo de trabajo u otro tipo de trabajo -con seguro social, sin seguro social, pagando impuestos, no pagando impuestos- y a los trabajadores también les deciden entre trabajar por cuenta propia, trabajar en su propia empresa familiar, o trabajar para una u otra empresa diferente. Eso es lo que tenemos que cambiar si queremos prosperar.
Un estado asistencialista no camina en el sentido de incentivar la productividad de las empresas.
No. Es muy importante redistribuir porque somos una sociedad muy desigual, pero es importante redistribuir a través de mecanismos que no perviertan los incentivos de las empresas y los trabajadores. Porque entonces nos damos un balazo en el pie: Por un lado redistribuimos, pero por el otro lado hacemos que la economía se estanque y eliminamos las propias posibilidades de prosperidad de las personas a las que queremos ayudar.
Porque lo que damos con una mano, lo quitamos con la otra. Damos alguna transferencia, algún apoyo, y con la otra mano les negamos la posibilidad de que tengan un trabajo productivo en donde puedan desarrollarse y desarrollar sus capacidades.
Hacia delante, en términos del crecimiento económico, ¿cuál es su perspectiva?
Si no arreglamos los factores que me refería anteriormente, veo muy difícil que en el futuro el crecimiento sea más rápido que en el pasado. No habría ninguna razón para que eso ocurra. Mientras mantengamos esta estructura de incentivos, el crecimiento del país va a ser lento.
De hecho hay factores estructurales que va a hacer que lo haga aún más lento porque el bono demográfico que hemos disfrutado en los últimos años se está agotando y la población trabajadora va a empezar a crecer más despacito y eso va a hacer que la tasa del crecimiento del PIB sea aún más lento. Entonces, la tarea es abordar como prioridad número uno estos factores y eso permitiría crecer más rápidamente. Si no lo hacemos, es difícil pensar que vamos a crecer más rápidamente.
Si tuviera que escoger un asunto de política pública ¿cuál escogería?
Hay un tema en donde se podría avanzar de manera muy notable en las dos dimensiones que menciono: Mejorar la distribución del ingreso y fortalecer el esquema de bienestar del país y, al mismo tiempo, dar incentivos hacia la productividad. Construyamos un sistema universal de salud, todo financiado a través de la tributación general. No, parte con impuestos y parte con contribuciones de empresas y trabajadores. No, aquí los formales y aquí los informales.
Construyamos un único sistema universal de salud financiado por la tributación general; con los mismos derechos para todos los mexicanos, sean agricultores, sean trabajadores por cuenta propia, trabajen en una empresa familiar o trabajen en una empresa como trabajadores asalariados. Eso sería un primer paso, no el único, pero sería un paso de gran trascendencia social y también de impacto económico importante.