“Near-shoring”: ¿Una nueva quimera?
El dislocamiento y ruptura de muchas cadenas globales de producción en los últimos dos años ha puesto de moda el concepto de “near-shoring” o “acortamiento” de las cadenas productivas.
En contraste al “off-shoring” que llevó al desarrollo de cadenas globales con el criterio fundamental de maximizar utilidades y minimizar costos en todas las etapas de producción sin (casi) importar su localización alrededor del mundo, el near-shoring implica que la ubicación de sus distintas unidades de producción es ahora también un factor estratégico para las empresas.
Mientras más compacta, cercana a los mercados de consumo y confiable sea su cadena de producción, las empresas podrán reducir los riesgos (y costos) de posibles rupturas y tener mayor certeza en la continuidad de sus operaciones globales.
El concepto de near-shoring comenzó a tener relevancia a raíz de la guerra comercial entre Estados Unidos y China iniciada por el gobierno de Donald Trump, pero sobre todo por el devastador impacto de la pandemia del Covid-19 en muchas cadenas productivas globales.
En este escenario, México vuelve aparecer como un potencial y natural beneficiario de un proceso de near-shoring debido a su ubicación privilegiada junto al mayor mercado de consumo del mundo, por la existencia del T-MEC y por sus recursos naturales y humanos.
Sin embargo, no se puede evitar recordar algunas de las afirmaciones de funcionarios públicos y analistas cuando se firmó el TLCAN en 1993. Desde que el Tratado sería el camino hacia “el primer mundo”, hasta que “venían más de 20 años de un fuerte y sostenido crecimiento de la economía mexicana” (Salinas, et. al. dixit).
Como bien sabemos, la realidad ha sido muy distinta. Una cosa es el potencial que puede haber en ciertas situaciones o condiciones y otra son las políticas y medidas necesarias para poder materializar dicho potencial. Además, también es indispensable tomar en cuenta lo que los otros países están haciendo para aprovechar las oportunidades que surgen en el contexto global.
Ciertamente el near-shoring es un proceso que puede llevar varios años; sin embargo, es interesante analizar la evolución reciente de algunos indicadores que pueden dar algunas pistas del curso que puede tener este fenómeno.
Puede decirse que la guerra comercial entre Estados Unidos y China comenzó en marzo de 2018 con el anuncio del presidente Trump del incremento en las tarifas de importación al acero y aluminio chinos. Desde entonces, dichos incrementos se han ampliado a una vasta gama de productos y servicios del país asiático, acompañadas de las correspondientes respuestas de China.
El resultado ha sido que, en los 3 años de 2018 a 2021, la participación de las exportaciones chinas en el mercado estadounidense disminuyó del 21.2% al 17.9% del total, mientras que en el caso de las importaciones de manufacturas de Estados Unidos la reducción fue del 24.2% al 20.1%. Esto es, China ha perdido 3.3 y 4.1 puntos porcentuales del mercado norteamericano, respectivamente.
¿Cómo la fue a México? Resulta que el mismo período nuestro país también perdió participación de mercado en los Estados Unidos. En el caso de las importaciones totales de este país, México pasó del 14.3% al 13.6% (-0.7% puntos porcentuales), en tanto que en las importaciones de productos manufacturados se redujo ligeramente, del 14.0% al 13.9%.
En el papel, México debería haber sido el principal beneficiario de esta disrupción en las cadenas de producción globales.
Sin embargo, los mayores beneficiarios de esta pérdida de mercado de China fueron Vietnam y Taiwán, particularmente el primero que aumentó su participación en las importaciones totales y de manufacturas de Estados Unidos en 1.7 y 1.9 puntos, respectivamente. Dos países que están igual o incluso más lejos que China de los Estados Unidos.
Como se mencionó, es temprano para poder concluir qué tanto se podría beneficiar México de un eventual proceso de near-shoring. No obstante, la evolución de su participación de mercado con su principal socio comercial no parece ser alentadora, como tampoco lo son varias de las políticas económica del actual gobierno.
Lo que sí es claro es que aún cuando se produzca un importante proceso de near-shoring en el mundo, no bastará con ser vecinos de los Estados Unidos, ni con el T-MEC, para que nuestro país sea un beneficiario importante del mismo.
Existen abundantes estudios y evidencia de lo que México debería hacer para volverse un país más atractivo para las inversiones, tanto nacionales como extranjeras. En particular, es sumamente preocupante que en dos de los pilares esenciales para lograr ese objetivo México parece ir en sentido contrario.
El primer pilar es el respeto pleno al Estado de Derecho y el segundo es garantizar la disponibilidad de la energía (crecientemente, limpia) necesaria para el desarrollo a mediano y largo plazos de las actividades productivas.
Por ello, mientras no se adopten las políticas correctas en ésos, y otros aspectos, los beneficios potenciales del near-shoring se limitarán a casos aislados, pero difícilmente se traducirán en un motor significativo para un crecimiento más acelerado y sostenido de la economía y el bienestar de la población.