Implicaciones y límites de las propuestas económicas de Donald Trump
El proteccionismo comercial propuesto por el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, en contraposición al enfoque de libre comercio, podría cambiar significativamente el entorno económico. Hay que estar preparados.
Si nos ponemos en los zapatos de los seguidores de Trump, el proteccionismo comercial, a través de la fijación de aranceles, tiene mucho sentido si se considera la narrativa del presidente electo durante su campaña política. Teóricamente, las ventajas de este enfoque son: proteger la industria local, reducir el desempleo, ofrecer seguridad económica a industrias clave, reducir el déficit comercial y preservar la cultura y los valores locales. Todos estos elementos son parte del proyecto MAGA (Make America Great Again).
No obstante, la propuesta de Trump de imponer aranceles es una medida unilateral, que se inserta en un proceso global de fragmentación comercial, ocasionada, en buena medida, por los conflictos geopolíticos. Las políticas proteccionistas exacerban las tensiones comerciales a nivel mundial, producen disrupciones en las cadenas globales de distribución y pueden disminuir el crecimiento en el mediano plazo, al limitar la innovación y la transferencia tecnológica.
En contraste, el enfoque de libre comercio tiene mayores ventajas: acceso a más bienes y servicios, precios más competitivos, mayor eficiencia económica, menor inflación, fomento a la innovación y mayor crecimiento económico. En este sentido, Trump hará uso de la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional para imponer aranceles. En el pasado, esta ley sólo se ha utilizado por razones de seguridad nacional. Fuera de esta ley, el Congreso puede restringir la autoridad del presidente.
Un escenario extremo sería que Trump se extralimite en el uso de esta ley, tanto para continuar con la guerra comercial con China, la cual se intensificó desde 2018, durante su primer mandato como presidente, como para financiar los recortes de impuestos que propuso en su campaña para presionar a México en temas de migración y control de tráfico de drogas.
Donald Trump propone extender los recortes de impuestos que se aprobaron en 2017 y que vencen en 2025, además eliminar impuestos sobre beneficios de seguridad social, horas extra y propinas, así como reducir la tasa corporativa del 21% al 15%. El impacto de estos recortes se estima en 2.5% del producto interno bruto durante los próximos 10 años.
La pérdida de ingresos tributarios supuestamente será compensada con ingresos obtenidos de fijar aranceles a las importaciones de Estados Unidos. Trump, además, habló de imponer aranceles del 10% al 20% a todas las importaciones y, en el caso específico de todos los productos chinos, del 10% hasta el 60%.
Actualmente, la mitad de los productos chinos pagan un impuesto de 10.4%, México y Canadá arancel cero por pertenecer al T-MEC, y el resto del mundo aranceles de entre 1.2% y 1.7%. El promedio ponderado es de 2.3%.
Un escenario probable es que se dupliquen los aranceles a los productos chinos, esto es del 10% al 20% y, pensando positivamente, que haya sólo ajustes marginales a las importaciones del resto de los países. El T-MEC es una salvaguarda importante para México y Canadá. En este escenario, se estima un impacto en la inflación estadounidense con el encarecimiento de las importaciones chinas, de aproximadamente medio punto porcentual en 2025.
El aumento de la inflación, en el escenario menos agresivo, podría implicar que la Reserva Federal decidiera disminuir la velocidad en los recortes en la tasa de fondos federales, una vez que se apliquen los aranceles.
Al respecto, hay que imaginar qué pasaría si se aplican tarifas a la importación del 60% para todos los productos chinos y además aranceles mayores para el resto del mundo, incluyendo a México y Canadá, que, junto con China, son los socios comerciales más importantes de Estados Unidos.
En el escenario negativo extremo, la inflación estadounidense subiría significativamente, tal vez 2 o 3 puntos porcentuales, si se considera que el impacto de alza en tarifas sobre inflación no es simétrico. La Reserva Federal tendría que responder con alzas agresivas en tasas de interés y, eventualmente, la economía caería en recesión. Precisamente, por el impacto previsto en la inflación, ya empiezan a surgir voces que se oponen al uso indiscriminado de aranceles por parte de Trump. Por ahora, son representantes demócratas, pero seguramente se unirán representantes republicanos.
Además, incluso en el escenario extremo en la imposición de aranceles, la recaudación tributaria por esta vía sería insuficiente para compensar los recortes de impuestos propuestos por Trump, pues en el mejor de los casos podría recaudarse cerca de dos puntos porcentuales del PIB.
La política fiscal expansiva que implementará Trump durante su administración aumentará aún más el déficit fiscal y la deuda como porcentaje del PIB en los Estados Unidos, lo que incrementa el riesgo de una rebaja crediticia, mayor inflación y tasas de interés elevadas.
¿Cuál es el panorama para los países a los que se impongan aranceles? Muy sencillo: depreciación o devaluación cambiaria, para compensar la pérdida de competitividad. El caso de China en 2018 es muy ilustrativo: Trump amenazó con imponer aranceles del 25% a la mitad de sus productos y el renminbi perdió el 10% de su valor. En la actualidad, parte de la depreciación del peso mexicano se explica también por la expectativa de que las amenazas de Trump se cumplan. La depreciación cambiaria y, en el extremo, una devaluación abrupta, se traduce, eventualmente, en mayor inflación, endurecimiento de las políticas monetarias, menor crecimiento económico y, tal vez, recesión.
Aunado a lo anterior, Donald Trump también utilizará los aranceles para lidiar con el problema de migración y el tráfico de drogas. Recientemente, señaló que impondrá tarifas del 25% a los productos mexicanos si no se detienen los flujos de migrantes hacia Estados Unidos.
Ya han ocurrido dos casos relacionados, por lo que no hay que subestimar la amenaza. En 2018, se impusieron aranceles del 10% al 25% a productos mexicanos, específicamente al aluminio y al acero; México respondió con aranceles de entre el 7% y el 25% a setenta y un productos estadounidenses. Un año más tarde, se eliminaron las tarifas en ambos países. En 2019, Trump amenazó con aranceles graduales hasta del 25% si México no detenía el flujo de migrantes en su frontera sur. Las autoridades mexicanas enviaron tropas a esa frontera y los aranceles se eliminaron.
¿Cuál es el escenario probable en el tema de deportaciones masivas por parte de Estados Unidos? Trump ha señalado que podría deportar a cerca de 11 millones de mexicanos, lo cual parece ser meramente mediático. La economía estadounidense necesita de la fuerza laboral migrante.
El crecimiento económico está en función de dos variables: fuerza laboral y productividad. Ambas variables han dependido, en buena medida, de los flujos migratorios. Trump sí cumplirá con su promesa, pero probablemente deporte alrededor de 1.5 millones en los cuatro años de su administración, si se toma como referencia que el presidente Obama expulsó a cerca de 3.1 millones de migrantes en sus ocho años de gobierno y que este ha sido el periodo de mayor deportación. Sin embargo, todo depende de la estimación que se haga sobre el nivel adecuado de inmigración, que no afecte la evolución de la economía estadounidense en el corto y mediano plazo. De cualquier manera, estas deportaciones provocarán una crisis social-humanitaria en las fronteras norte y sur de nuestro país.
En resumen, el presidente electo, Donald Trump, sí cumplirá con lo prometido en materia de aranceles y deportaciones masivas de inmigrantes, pero dentro de ciertos límites, dado que, en los casos extremos, habría un fuerte impacto negativo en la inflación y el crecimiento económico para Estados Unidos.