Misión México: ¿Es Mazzucato la clave para enfrentar los desafíos nacionales?
Los problemas perversos son un nuevo tipo de desafío, complejos y multifacéticos, que enfrenta la sociedad moderna. Estos problemas, como la pandemia del COVID-19, afectan simultáneamente diversos aspectos de la economía, la salud y la política, y no tienen soluciones simples ni inmediatas, por lo que requieren enfoques innovadores para su resolución.
¿Cómo resolver estos problemas perversos? El enfoque de misiones, propuesto por la economista Mariana Mazzucato, sostiene que el Estado debe asumir un rol proactivo en la reconfiguración de los mercados y en la implementación de estrategias que impulsen cambios estructurales. Este enfoque podría ser una alternativa relevante en México, donde desafíos como la corrupción, la inseguridad y la crisis climática exigen soluciones coordinadas que movilicen a todos los sectores de la sociedad.
La pandemia del COVID-19 representó un desastre de proporciones históricas. Es probable que nunca se llegue a conocer el número total de fallecimientos. La Organización Mundial de la Salud estima que el exceso de muertes supera los 14 millones en comparación con el promedio histórico, mientras que el Fondo Monetario Internacional calcula pérdidas económicas de cerca de 13.8 billones de dólares solo en el año 2022. Incluso estas cifras impresionantes no reflejan por completo la magnitud de la tragedia. El Banco Mundial indica que alrededor de 100 millones de personas cayeron en la pobreza y que la proporción de niños de diez años que no saben leer aumentó del 57% al 70% en los países de bajos ingresos. Los impactos a largo plazo son difíciles de dimensionar a cuatro años del primer caso.
Una reflexión sobre los fallos en la gestión de la pandemia debe centrarse en su complejidad, naturaleza generalizada y multifacética, ya que esta crisis sanitaria ha sido también un fenómeno económico, social y político de gran envergadura, con ramificaciones difíciles de prever.
El virus, potencialmente letal, se propaga rápidamente, pero sus efectos no son inmediatos. Durante el periodo de incubación, personas que no saben que están infectadas pueden transmitirlo. Además, una fracción de la población no presenta síntomas, por lo que también puede contagiar a otros sin ser consciente de ello. Los economistas se refieren a esta situación como una externalidad. Para abordar los problemas que generan las externalidades, es necesaria la intervención de una autoridad. En este caso, los gobiernos implementaron medidas de confinamiento y campañas de vacunación para detener la transmisión del virus.
Hasta aquí, la teoría de las externalidades. Sin embargo, lo que siguió fue mucho más complejo. Los confinamientos generalizados impidieron que la gente acudiera a trabajar o realizara compras, lo que provocó un colapso simultáneo tanto de la oferta de las empresas como del consumo de los hogares. Todas las actividades económicas resultaron afectadas en todos los países al mismo tiempo. No había quien produjera, no había quien consumiera y la capacidad de la sociedad para atender la emergencia sanitaria inicial se desmoronó, lo que generó nuevos desafíos. No solo faltaban respiradores, y era imposible importarlos porque todos los países los requerían, sino que cadenas de valor, sin relación directa con el sector salud, también terminaron destruidas.
Ni siquiera cuando se superó la fase aguda con la llegada de las vacunas se resolvieron todos los problemas. La fragmentación de las cadenas globales de valor provocó una escasez de insumos productivos que derivó en un aumento de la inflación. Mientras los economistas debatían sobre la naturaleza de este incremento en los precios, los bancos centrales decidieron elevar las tasas de interés, lo que puso en aprietos a bancos y empresas. Todo esto generó dudas sobre la resiliencia del modelo de integración global, y en la actualidad se discute la relocalización de las cadenas de valor desde lugares lejanos en Asia hacia ubicaciones más cercanas a los centros de consumo.
En esta historia no hay exageración. Todo esto fue provocado por un simple virus. Es revelador observar el fuerte impacto económico que ha tenido una enfermedad, lo cual lleva a pensar que la economía está intrínsecamente ligada a la salud. No debería sorprender, ya que la salud es la base de la vida humana. Ninguno de los eventos económicos sucedidos durante la pandemia es nuevo, y la economía los ha estudiado. Sin embargo, lo que no sabíamos que podía ocurrir, el verdadero "cisne negro", fue la interrelación de tantos fenómenos que, al inicio, parecían independientes por naturaleza.
El cambio climático presenta muchos paralelismos con el vínculo entre la pandemia y la economía, en cuanto a sus impactos generalizados y efectos de segundo orden. A este tipo de desafíos complejos y multidimensionales se les conoce como problemas perversos (wicked problems). No existe una definición única, pero se pueden entender como problemas con numerosos factores interdependientes que los hacen parecer imposibles de resolver. Por lo tanto, requieren una comprensión profunda de las partes implicadas y un enfoque innovador.
El término fue acuñado por Horst Rittel, profesor de la Universidad de Ulm. Para estos problemas no existen fórmulas definitivas. Es difícil identificar una solución final, ya que ni siquiera tienen respuestas inmediatas, y cada problema perverso es esencialmente único. Además, debido a su complejidad y magnitud, en general solo se tiene una oportunidad para probar una posible solución, lo que dificulta el aprendizaje por ensayo y error.
Metodológicamente, la economía está mal equipada para enfrentar este tipo de problemas. La economía tiende a analizar los fenómenos de manera aislada, como cuando se estudia el efecto sobre el precio del queso si se incrementa la producción de leche, suponiendo que el resto de la economía permanece inalterado. Por eso los economistas recurren al ceteris paribus: “lo demás constante”.
Lamentablemente, los problemas perversos no se limitan a alterar solo la economía, sino que afectan profundamente a toda la sociedad y sus instituciones. Por ello, ni siquiera los modelos económicos más avanzados logran describir adecuadamente la realidad ante este tipo de retos. Abordar los problemas económicos perversos requiere enfoques más innovadores.
Mariana Mazzucato, directora del Instituto para la Innovación y Propósito Público de la University College London, sostiene que es posible establecer y perseguir misiones ambiciosas y claramente definidas para resolver grandes problemas sociales y tecnológicos. Estas misiones deben tener objetivos claros y medibles, ser transversales y compartir el riesgo entre el gobierno y el sector privado. Su enfoque se inspira en la Misión Apolo, que hace más de 50 años logró resolver un problema aparentemente imposible, llegar a la Luna, movilizando lo mejor de una sociedad para alcanzar un objetivo común.
Un concepto esencial en el enfoque de misiones propuesto por Mazzucato es el papel proactivo del Estado como agente que moldea los mercados. Tradicionalmente, los economistas ven el mercado como un mecanismo que, por sí mismo, guía hacia la eficiencia. Sin embargo, a veces los mercados fallan y requieren una intervención gubernamental puntual para corregir estas fallas y retomar el camino hacia la eficiencia. El enfoque de misiones sugiere que los problemas perversos demandan más que una simple intervención para corregir fallas menores; una misión busca generar cambios estructurales en la economía para abordar la naturaleza multifacética e interdependiente de los wicked problems.
Es posible que los problemas perversos representen una nueva categoría de desafíos, propia de una sociedad global compuesta por ocho mil millones de personas. Para ponerlo en perspectiva: la pandemia del COVID-19 provocó la muerte de menos del 0.2% de la población mundial; sin embargo, en términos absolutos, es la quinta pandemia más letal en la historia de la humanidad. Si esta dimensión aún no resulta sorprendente, cabe mencionar que el 62% de la humanidad vive actualmente en uno de los 15 países con más de 100 millones de habitantes. Nunca antes habían existido sociedades u organizaciones políticas de tal magnitud. En comparación, el Imperio Romano apenas alcanzaba los 40 millones de personas en su apogeo. Aunque nuestro conocimiento ha avanzado significativamente desde la Antigüedad clásica, nuestras instituciones no han evolucionado al mismo ritmo que las sociedades.
Nos enfrentamos a una era en la que los desafíos económicos se entrelazan de manera intrincada con los asuntos globales, desafiando los límites de nuestro conocimiento. ¿Qué problemas perversos enfrenta México? Existen desafíos globales como la crisis climática, una geopolítica cada vez más compleja, el crimen organizado internacional y las grandes migraciones hemisféricas. Sin embargo, también enfrentamos problemas perversos propios que afectan directamente al ciudadano común, como la corrupción, la ineficiencia gubernamental, la inseguridad y la movilidad, entre otros apremiantes.
Esta semana, la profesora Mazzucato se reunió con la presidenta Sheinbaum. Una visión gubernamental orientada a alcanzar misiones ambiciosas y claramente definidas para resolver grandes problemas de nuestro país es lo que se requiere en este momento. La administración, encabezada por la presidenta Sheinbaum, tiene un mandato claro, otorgado en las urnas. Transformar ese mandato en una misión, con objetivos claros y medibles, que movilice a todos los sectores de la sociedad, especialmente al sector privado y social, no será una tarea fácil.
Es de esperar que la visita de Mazzucato sea solo el comienzo de un punto de inflexión histórico, en el que, como país, decidamos finalmente crear las capacidades necesarias para enfrentar los problemas complejos y multifacéticos que nos afectan.