Trump, tasas y mercados: ¿Qué esperar de las decisiones de política monetaria?
Esta semana promete ser clave para los banqueros centrales, marcando el inicio del ciclo de decisiones de política monetaria en 2025.
Tanto la Reserva Federal (Fed) como el Banco Central Europeo (ECB) tienen programadas sus primeras reuniones del año, y las expectativas no podrían ser más variadas. La narrativa ya comenzó la semana pasada con el Banco de Japón (BoJ), que sorprendió al mercado al incrementar su tasa de referencia en 50 puntos base, llevándola a 0.5%, el nivel más alto desde 2008. Este aumento se justificó con un mensaje optimista sobre la estabilidad de los mercados financieros globales, un guiño a la cautela frente a la incertidumbre que rodea a la nueva administración estadounidense.
Por su parte, la Reserva Federal llega a esta reunión en un contexto de alta incertidumbre. Cerró 2024 con un recorte de tasas de 25 puntos base, dejando el rango en 4.25%-4.5%, pero su comunicación reflejó preocupación. Algunos miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) han expresado abiertamente su inquietud sobre cómo las políticas del gobierno de Donald Trump podrían influir en la inflación. Aunque el mercado no espera cambios en la tasa de referencia esta semana, la atención estará puesta en el tono del comunicado y cualquier indicio de ajustes futuros.
La economía estadounidense, aunque fuerte en varios frentes, no está exenta de retos. El desempleo sigue siendo bajo, alrededor del 4%, y la inflación ha mostrado signos de moderación, pero aún supera el objetivo del 2% establecido por la Fed. Sin embargo, el factor de mayor incertidumbre radica en el posible impacto de las políticas proteccionistas de Trump. Medidas como los aranceles y restricciones migratorias podrían presionar los precios al alza, mientras que iniciativas de desregulación y recortes de impuestos podrían tener un efecto positivo en el crecimiento. Por ahora, parece que la Fed optará por una postura de “esperar y ver”, con la posibilidad de un recorte adicional en marzo si los datos económicos lo justifican. Las tasas de largo plazo también reflejan esta tensión, habiendo subido de 4.4% a 4.6% desde la elección de Trump.
En Europa, la situación no es menos compleja. El ECB concluyó 2024 con una reducción de 25 puntos base, dejando sus tasas de referencia en niveles históricamente bajos. Esta decisión fue impulsada por una inflación que cerró en 2.4%, una cifra que ha brindado cierto respiro tras varios meses de tensiones inflacionarias. Sin embargo, el panorama económico sigue siendo frágil. Alemania, el motor económico de la región, probablemente se contrajo un 0.3% anual en el cuarto trimestre, mientras que Francia habría crecido solo un 0.8%. Los analistas anticipan que el ECB seguirá con su ciclo de recortes, bajando otros 25 puntos base esta semana para estimular una economía que lucha por evitar la recesión.
Mientras tanto, en México, la atención estará puesta en la reunión del Banco de México la próxima semana. La economía mexicana enfrenta un escenario de alta incertidumbre, no solo por las nuevas políticas de Trump, sino también por sus propios retos internos. Con una postura monetaria que muchos consideran excesivamente restrictiva, el mercado espera recortes significativos de hasta 50 puntos base para mitigar la desaceleración económica. La inflación, aunque a la baja, sigue siendo un factor para monitorear de cerca.
En un contexto global marcado por la interdependencia y la volatilidad, los bancos centrales enfrentan el desafío de equilibrar sus políticas ante una economía mundial en constante cambio. Aunque las tasas de interés son solo una herramienta, su impacto en las expectativas del mercado y en las decisiones de inversión es profundo. Las decisiones que se tomen esta semana y las siguientes serán cruciales no solo para estas economías, sino también para enviar un mensaje de confianza en medio de la incertidumbre.
Más allá de los números y las proyecciones, estas decisiones nos recuerdan la delicada labor de quienes están al frente de la política monetaria. En un mundo donde las crisis son cada vez más interconectadas, la prudencia y la flexibilidad se han convertido en virtudes indispensables. Tal vez el verdadero reto no radique solo en gestionar tasas e inflación, sino en construir un sistema que pueda adaptarse con resiliencia a lo inesperado, aprendiendo de cada desafío para fortalecer el futuro.