¿Cómo recordaremos la década de los veinte del siglo XXI?
Esta semana se llevan a cabo las Reuniones de Primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI). Estas reuniones, que son organizadas dos veces al año (en abril y en octubre), son un evento crucial en el calendario financiero internacional, reuniendo a líderes financieros, banqueros centrales, economistas y representantes de la sociedad civil de todo el mundo.
El foro proporciona una plataforma para discutir los desafíos económicos globales, desde la estabilidad financiera hasta la inclusión económica y el desarrollo sostenible. Además de las sesiones formales, las reuniones ofrecen oportunidades para diálogos informales, networking y colaboración en busca de soluciones innovadoras para los problemas económicos.
Es en el marco de este evento que el FMI publica su documento insignia 'Perspectiva Económica Global', en cuyo primer capítulo se hace un análisis de la coyuntura y se publican los estimados de crecimiento para la economía global. Dicho capítulo se publicará el 16 de abril y, obviamente, es el que más atención genera. No obstante, el FMI ya ha publicado, por adelantado, los temas que incluirá en el resto de los capítulos de su documento con el fin de facilitar el debate público y el intercambio de ideas sobre políticas económicas y financieras. Esto puede ayudar a generar discusiones informadas para que los responsables de las políticas tomen decisiones fundamentadas.
¿Qué le preocupa al FMI?
Este año, el tema de las reuniones es “La década de 2020: ¿Turbulenta, tibia o transformativa? Decisiones de política para una economía mundial débil”. Con motivo de las reuniones antes mencionadas, la directora gerente del organismo, Kristalina Georgieva, habló en una conferencia en el Atlantic Council sobre la necesidad de elegir políticas acertadas para definir el futuro de la economía mundial.
Georgieva considera que estas decisiones harán que la década actual sea recordada como “los turbulentos años veinte” -con disrupciones importantes, como lo fue la pandemia o la guerra entre Ucrania y Rusia-, o como “los tibios años veinte”, con crecimiento lento, o más bien como “los transformativos años veinte”, es decir, una década de rápidos avances tecnológicos para el beneficio global.
En este contexto, adelantó que la perspectiva de crecimiento para este año es posible que se revise al alza, en particular, ante la resiliencia que ha venido mostrando la economía estadounidense. La sensación es que se ha evitado una recesión mundial y un período de estanflación, como muchos estaban esperando.
Sin embargo, comentó que la dinámica a nivel global, desde una perspectiva histórica, es más débil y que la inflación no ha sido completamente doblegada, mientras que la situación fiscal en general se ha debilitado, con niveles de deuda generando problemas de finanzas públicas en algunos países.
¿Cuáles deberían ser las prioridades para las autoridades?
En primer lugar, recuperar la estabilidad de precios. En este sentido, las decisiones hacia delante de los bancos centrales son fundamentales. Como ya hemos visto, en algunas economías emergentes (incluido Banxico), las autoridades monetarias han empezado a bajar tasas, confiados en que la inflación seguirá convergiendo hacia sus objetivos. Sin embargo, los bancos de países avanzados como el Fed o el ECB están dudando de cuándo será el mejor momento para iniciar un ciclo de baja de tasas.
Esta semana, sin ir más lejos, el reporte de inflación en Estados Unidos terminó con la convicción del mercado de que el Fed bajaría las tasas en junio, previendo ahora que el primer recorte podría venir en septiembre, o inclusive podría ser que no bajen las tasas en todo el año. Por su parte, el ECB mantuvo sin cambios su tasa de referencia, pero dio la señal de que la primera baja podría venir en junio.
En este contexto, el capítulo número dos del documento (“¿Quién sufre por las subidas? Los efectos de la política monetaria desde la óptica de los mercados de la vivienda”) tiene que ver con el efecto divergente que tiene la política monetaria en cada uno de los países.
El staff del FMI encuentra que parte de la diferencia se encuentra en los mercados hipotecarios y de vivienda. Consideran que la política monetaria incide más sobre la actividad económica en aquellos países con menor proporción de hipotecas de tasas fija (el rango va desde casi cero en Sudáfrica hasta 95% en México y Estados Unidos). Asimismo, la incidencia de la política monetaria suele ser mayor en aquellos países en donde la deuda de los hogares como proporción del PIB es más alta. Finalmente, la oferta de vivienda también tiene un papel importante.
Si la oferta es restringida, los precios de la vivienda tenderán a ser más altos lo que beneficia a aquéllos que ya son propietarios, lo que podría inducirlos a un mayor consumo (sobre todo si pueden utilizar su vivienda como garantía), mientras que, en aquéllos que no tienen actualmente una vivienda, podría generarse el efecto contrario. La clave está en que cada banco central pueda calibrar, a tiempo, el efecto que tienen los movimientos de tasa de interés sobre la actividad económica.
La segunda prioridad tiene que ver con el tema fiscal. Las reservas fiscales están agotadas y los niveles de endeudamiento se han incrementado en la mayoría de los países. Con mayores tasas de interés, esto implica también mayores costos financieros lo que deriva en la necesidad de ajustes fiscales, lo que eventualmente no solamente tiene un efecto negativo sobre el nivel de crecimiento, sino que además reduce la capacidad de reacción de los gobiernos ante choques inesperados. En este sentido, el FMI pronostica que los déficits seguirán estando en niveles demasiado altos como para estabilizar la deuda en más de un tercio de las economías avanzadas y de emergentes, y en más del 25% de los países de ingreso bajo.
Un escenario de crecimiento bajo, con tasas altas podría desalentar la inversión en capital y en tecnología, lo que haría más profunda la desaceleración de la actividad económica. A esto hay que añadir otros factores como la fragmentación geopolítica, así como políticas comerciales unilaterales (aranceles y otras políticas de autosuficiencia) que podrían mondar las posibilidades de expansión a nivel global.
Ante esto, el FMI propone, en su capítulo “Desaceleración del crecimiento mundial a mediano plazo: ¿qué hace falta para que cambie la tendencia?”, reformas que mejoren la productividad y que incluyan la inteligencia artificial de manera provechosa. Estas reformas tienen que ver con el acceso a mercados, al sistema financiero, a la flexibilidad del mercado laboral. Todo esto con el fin, no sólo de promover el crecimiento, sino mejorar los niveles de vida de los individuos, con miras hacia una transición para una economía más verde y un mejor aprovechamiento de la transformación digital.
Estamos ya casi a la mitad de la década de los veinte. Todavía tenemos tiempo para darle forma a esta década. La mayoría de las decisiones son difíciles, en un entorno por demás adverso. No obstante, no debemos perder de vista que la cooperación siempre ha ayudado al mundo a construir un futuro mejor y que la división ha llevado a decisiones destructivas. En este sentido, será interesante esta semana escuchar las discusiones que tengan lugar en las reuniones del FMI.