El peso mexicano, la segunda moneda con mayores ganancias en 2022
Con la crisis económica propiciada por la pandemia, los bancos centrales flexibilizaron sus condiciones monetarias notablemente, algunos como nunca en su historia lo habían hecho.
Sin embargo, tras el diagnóstico erróneo de una ‘inflación transitoria’, el giro de timón hacia un endurecimiento monetario ha sido muy acelerado en la segunda mitad de 2022. Según la evolución que ha mostrado un índice de política monetaria, que rastrea las decisiones de 54 países, este se encuentra en el nivel más alto desde julio del 2008, lo que implica que la política monetaria de un gran número de países se ha tornado restrictiva en poco tiempo.
En particular, la Reserva Federal ha incrementado la tasa de fondos federales en 375 puntos base desde marzo, con las últimas cuatro alzas de 75 puntos base cada una. Esta magnitud implica el ritmo más agresivo desde noviembre de 1994. Ante ello, recientemente el índice dólar DXY, que está compuesto por seis monedas de países desarrollados, se incrementó hasta niveles no vistos en las últimas dos décadas, mientras que los rendimientos de los bonos del tesoro a 10 años escalaron hasta el 4.24%, que es un máximo desde junio del 2008.
Dada la fortaleza del dólar, la mayoría de las monedas de países emergentes registra pérdidas en lo que va del año. Sin embargo destaca el comportamiento de cuatro: el rublo ruso, el real brasileño, el sol peruano y el peso mexicano, que son las únicas divisas que presentan ganancias, pues, ante el aumento generalizado de las tasas de interés, los riesgos macroeconómicos asociados a este grupo de países se ha incrementado considerablemente. Al respecto, el Fondo Monetario Internacional ha señalado que el endurecimiento del financiamiento mundial podría desencadenar en problemas de deuda en los mercados emergentes.
Frente a ello, la salida de capitales de este grupo de países se ha mantenido desde el 2021. En el caso de México, la tenencia de valores gubernamentales en manos de extranjeros se ha estabilizado desde junio del año pasado, cuando el Banco de México empezó a incrementar su tasa de interés objetivo. De hecho, a octubre han ingresado 23.4 miles de millones de pesos en Cetes, gracias a la sobreprima que estos están pagando respecto a los bonos de países desarrollados. Este factor ha sido uno de los que está detrás de la fortaleza de la moneda mexicana, la cual ya se posiciona como la segunda divisa que presenta mayores ganancias en 2022, sólo por detrás del rublo ruso.
Además de la estabilidad de los flujos de capitales, las principales fuentes de ingresos de dólares a México han presentado un comportamiento bastante positivo. En primer lugar, las exportaciones no petroleras registran un aumento del 18% al tercer trimestre del año; en segundo lugar, las remesas han crecido 15%; y, en tercero, las exportaciones petroleras subieron 48%. Además, el tipo de cambio ya se está beneficiando de una posible reconfiguración de las cadenas de producción a través de su relocalización hacia lugares más cercanos al país de consumo (nearshoring), que ha incrementado el potencial de inversión en México al ser vecino de Estados Unidos.
Bajo este contexto, el 48% de los niveles de cierre del tipo de cambio registrados hasta el momento se encuentran en un rango entre $20.00 y $20.25, seguido del 31% en un rango entre $19.50 y $20.00. Además, la volatilidad del tipo de cambio en octubre y noviembre ha sido la menor desde enero.
Así, los especuladores en los mercados de futuros de Chicago están apostado a favor de una mayor apreciación del peso mexicano. En las últimas 3 semanas, las posiciones de estos participantes del mercado se encuentran netas largas, tras 19 semanas de haber estado a favor de una depreciación. Y, al 8 de noviembre, alcanzaron el mayor nivel desde el 10 de marzo de 2020, es decir desde antes de que la OMS declarara la emergencia sanitaria por el covid-19 como una pandemia.
Las posiciones de los especuladores sobre la moneda mexicana dependerán de lo que ocurra con la conducción de política monetaria de la Fed, pues su reciente cambio en las expectativas sobre la divisa se dio por las señales que apuntan a que, posiblemente el FOMC reduzca el ritmo de las alzas de su tasa de interés de referencia.
Mientras se mantenga el diferencial entre las tasas de interés de México y Estados Unidos en 600 puntos base, el potencial de depreciación estará limitado por una fuga de capitales. Hasta el momento, los mercados están descontando que así será y esperan, según las probabilidades implícitas en los mercados de futuros, un alza por parte de Fed de 50 puntos base en la reunión de diciembre y que la tasa terminal alcance un nivel de 5.0% en marzo del próximo año.
Aun así, la fortaleza de la divisa mexicana está sujeta a muchos factores. Sin embargo, su continuidad dependerá principalmente del desempeño de la economía estadounidense. Si se llega a concretar una recesión el próximo año, aumentará la aversión al riesgo y, con ella, la volatilidad se acrecentará y el tipo de cambio volverá elevarse, como lo observado en crisis anteriores.