La invasión a Ucrania alcanzó al Banco Central de Rusia
Las represalias económicas en contra de Rusia por la invasión a Ucrania, escalaron a un nivel sin precedentes este lunes.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ordenó el bloqueo de cualquier transacción entre personas y empresas estadounidenses con el Banco de Rusia, el Fondo Nacional de Riqueza de Rusia y el Ministerio de Finanzas, en su más reciente intento por disuadir al país eslavo de continuar la invasión a su país vecino.
La decisión histórica -se trata la primera vez que estos sucede- sacudió a la economía rusa, desplomando al rublo a mínimos históricos frente al dólar y al euro, alcanzando los 106.75 y 119.78 rublos por unidad, respectivamente, una depreciación de alrededor del 30% respecto a la jornada previa.
“La acción sin precedentes que estamos tomando hoy limitará significativamente la capacidad de Rusia de usar activos para financiar sus actividades desestabilizadoras y apuntará a los fondos de los que dependen Putin y su círculo íntimo para permitir su invasión de Ucrania”, señaló la secretaria del Tesoro de los EU, Janet Yellen, en un comunicado.
Si bien Rusia ha ido reduciendo constantemente su dependencia hacia el billete verde, el banco central mantenía el 16.4% de sus tenencias en dólares a fines de junio de 2021, según los últimos datos oficiales.
Desde días previos a la invasión, el presidente estadounidense había evaluado la posibilidad de bloquear al emisor central ruso como parte de la batería de sanciones contra el gobierno liderado por su homólogo ruso Vladimir Putin.
La Unión Europea también hizo lo propio el día de ayer, prohibiendo del mismo modo las transacciones con reservas y activos del Banco de Rusia, además de comenzar la expulsión de los grandes bancos rusos del sistema de pagos internacionales SWIFT, la principal represalia operada por los EU contra Rusia.
El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, declaró poco después del anuncio del bloqueo que “gracias a las nuevas sanciones, cerca de la mitad de las reservas del Banco Central de Rusia quedarán congeladas”.
Según citó el funcionario europeo, cerca del 50% de las reservas financieras del emisor central ruso están en los países del G7 -Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y EU-, quienes pasarán a bloquearlas luego de las medidas restrictivas que paralizarán sus activos.
La decisión llega en un momento delicado para Rusia, no solo por la guerra, sino por el difícil contexto inflacionario que se vive al interior del país, con un alza de precios de 8.4%, su mayor nivel desde 2016 y que ahora amenaza con dispararse aún más ante la depreciación forzada.
Para evitar que el rublo pierda aún más su valor y desestabilice aún más las finanzas rusas, el Banco de Rusia anunció la decisión de elevar la tasa de interés hasta el 20%, más del doble en relación con el 9.5% en vigor desde el 11 de febrero pasado, así como prohibir la venta de valores a personas o empresa extranjeras y retomar las compras de oro al mercado interior.
Las sanciones de Estados Unidos también incluyen al fondo de riqueza soberano ruso clave, el Russian Direct Investment Fund y su director ejecutivo, Kirill Aleksandrovich Dmitriev, un aliado cercano del presidente ruso Vladimir Putin.
Este fondo ha sido el responsable principal de negociar y financiar la investigación, desarrollo y producción de la vacuna contra el SARS-COV 2 fuera de las fronteras rusas, incluídas la colaboraciones con la compañía farmacéutica mexicana Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (BIRMEX).
¿Qué puede hacer Rusia?
La magnitud de la sanciones no son poca cosa, incluso para un economía del tamaño de Rusia, y quién ya ha amenazado con medidas propias para contrarrestar las represalias occidentales.
Las primeras pueden girar alrededor de la desestabilización del mercado energético europeo y petrolero mundial. La dependencia de algunos países como Alemania, del gas natural ruso, permite al gigante euroasiático “apagar los focos” de cerca de la mitad de Europa, pues entre los países orientales del continente el suministro de gas proveniente de Rusia es de entre el 50% hasta el 100%.
Además, al ser el tercer productor mundial de petróleo a nivel mundial y un jugador influyente dentro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), la decisión estratégica de reducir la inyección de crudo al mercado petrolero mundial, podría afectar incluso a los Estados Unidos.
En reiteradas ocasiones el presidente Biden ha pedido a la OPEP acelerar su producción para detener el repunte en el precio de los combustibles, no obstante sus exigencias han llegado a oídos sordos.
El papel de la República Popular China, aliado histórico de Rusia y enemistado con los Estados Unidos -principalmente desde la era Trump-, pesará en las tácticas que adopte Moscú para hacer frente a las sanciones sin abandonar su incursión en Ucrania.
El 13% de las reservas rusas, estimadas en 77 mil millones de dólares, están respaldadas en activos chinos manejados por el Banco Popular de China, el organismo monetario del país asiático, los cuales a través de su venta podría dar a Rusia la liquidez monetaria.
No es probable que China decida seguir a los países occidentales en congelar los activos rusos en yuanes, pues ambos países han querido “combatir a los EU y la hegemonía del dólar en el sistema financiero global” dijo a Bloomberg, Yu Lingqu, vicedirector del Centro de de Estudios Financieros del Instituto Chino para el Desarrollo, un think thank estatal chino.
El mandatario chino Xi Jingping ha manejado el asunto con cautela. Públicamente ha declarado que le gustaría ver una resolución pacífica del conflicto, sin embargo, ha señalado que las “preocupaciones de seguridad” de Rusia deben atenderse como válidas.
El delicado equilibrio que China busca mantener se debe en parte a que, siendo Rusia un aliado estratégico, una alineación explícita de apoyo a la invasión puede provocar represalias por parte de Europa, uno de los grandes mercados donde China ha buscado penetrar.
Además la legitimación de la invasión podría aumentar las fricciones con los Estados Unidos, quienes mantienen estado de alerta constante ante las históricas intenciones de la China continental de invadir Taiwán, isla a la que consideran una provincia rebelde desde su escisión luego de la revolución de 1949.