Gobierno plantea mayor endeudamiento en 2022, pero ¿es sostenible? cuestionan analistas
Para 2022 el Gobierno de México plantea un mayor endeudamiento, pero carece de una ruta para hacer sostenible esa deuda en el tiempo, señalan expertos.
En el documento Criterios Generales de Política Económica (CGPE), del Paquete Económico 2022 presentado al Congreso por Rogelio Ramírez de la O, secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), se plantea que la deuda pública será 51% del Producto Interno Bruto (PIB). Un porcentaje que “se reduce en 1.4 puntos porcentuales (pp) respecto a lo observado en 2020, y en 2.7 pp respecto a la proyección para este año presentada en los CGPE 2021”, señala el documento.
De acuerdo a los Criterios, este cambio en los márgenes de deuda es consecuencia de un “manejo prudente de los agregados fiscales y la deuda pública”.
Sin embargo, para los economistas independientes la explicación de un menor endeudamiento, como proporción del PIB hacia 2022, tiene que ver con un estimado optimista de crecimiento de la economía planteado por el gobierno, de 4.1%.
Fausto Hernández Trillo, profesor e investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y experto en finanzas públicas, precisa que “en 2020, el denominador bajó muchísimo, por lo tanto subió [la deuda como porcentaje del PIB]. Y, ahora, tuvimos mucho crecimiento. Esto da un espacio, un techo en términos absolutos de deuda. Y eso es alrededor del 17%”.
De acuerdo a la explicación de Hernández Trillo, dado que la secretaría de Hacienda (SHCP) calculó un crecimiento de 4.1% del PIB para 2022 por lo que -de mantenerse la meta de endeudamiento del 51% del PIB- el gobierno podrá alcanzar un endeudamiento neto más alto.
Esta conclusión la comparten otros analistas. De acuerdo con Carlos Vázquez, especialista de deuda pública del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) el gobierno sí tendrá “mayor libertad de endeudamiento respecto de años anteriores, en los que habíamos visto políticas de endeudamiento muy rígidas, dado que no tenían que haber déficits primarios”.
Esta disposición para adquirir más deuda pública neta, planteada por el secretario Ramírez de la O para 2022, podría parecer contraria al discurso recurrente de López Obrador.
En medio de la crisis económica, el presidente aseguró que no estaría bien para México caer en un mayor endeudamiento porque “si nos endeudamos -dijo López Obrador- ya lo hemos dicho, tenemos que destinar más presupuesto al pago de intereses de deuda y es menos dinero para el desarrollo, para la educación, para la salud, para la creación de empleos, para el bienestar de los mexicanos”.
Lo cierto es que la actual administración ha demostrado ser mucho más prudente en el manejo de la deuda que sus predecesores. Las cifras de la SHCP, muestran que el saldo de la deuda neta del Gobierno federal creció 80.65% durante el sexenio de Vicente Fox, 120.17% en el de Felipe Calderón, y 85.49% en el de Enrique Peña Nieto. En los primeros dos años y medio, el gobierno de López Obrador la cifra solo ha crecido 20.35%, a julio pasado.
Los verdaderos retos detrás del endeudamiento
Para los analistas entrevistados hay dos preocupaciones más allá del endeudamiento neto que plantea el Gobierno Federal para 2022.
En primer lugar, está la insistencia de fijar la deuda como un porcentaje del PIB. Carlos Vázquez señala que, al tratar de “anclar la deuda pública en términos de variables que no dependen totalmente de tu acción como gobierno, como el crecimiento económico”, se corre el riesgo que estos indicadores “se salgan de control trimestre a trimestre […]. Si en algún momento no se llegan a cumplir tus supuestos macroeconómicos, una vez aprobado el techo de endeudamiento, podríamos ver una senda creciente de la deuda pública”.
Y en el caso del presupuesto 2022, se reconoce un alto nivel de incertidumbre ante la recuperación económica del país. En mayo pasado, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) advirtió que fenómenos como un mayor número de infecciones, una inflación por arriba de lo esperado o perturbaciones en mercado emergentes que dificulten la llegada de flujos financieros que “lastrarían la actividad económica”.
Pero, además, el Gobierno federal ya no cuenta con la misma robustez financiera para enfrentar contracciones en sus ingresos a través de los fondos de estabilización. Éstos fondos prácticamente han desaparecido dado que su saldo acumula una contracción de 82.65% en lo que va del sexenio. Una política que ha sido calificada como irresponsabilidad fiscal por varios analistas.
Lo anterior y la reticencia a emprender una reforma fiscal, podría llevar -advierte Vásquez- a “un aumento constante en los requerimientos financieros, en el uso del endeudamiento, o en los recortes de presupuesto, a fin de fijar la deuda pública como porcentaje del PIB". Es decir, explica el experto del CIEP, "se están cerrando las posibilidades para que el gobierno pueda financiar el presupuesto y sea sostenible en el mediano y largo plazo”.
Para Fausto Hernández lo de menos es la proporción del endeudamiento público como porcentaje del PIB o las presiones al gasto de Gobierno. Aclara que hay países que tienen un endeudamiento que supera el 100% de su PIB y que la administración actual ha sido muy hábil para recortar gastos, por lo que no ve ninguno de estos temas como el problema principal en la discusión de la deuda pública.
Para el experto del CIDE, el verdadero problema del endeudamiento público en México es “si es sostenible en el tiempo", es decir "si los ingresos proyectados en el futuro van a poder ser sustentables con la deuda que se tiene. Es decir, si es pagable o no la deuda, dado los ingresos y los gastos. Esa es la sostenibilidad fiscal”.
La preocupación ante la capacidad de pago del endeudamiento público no es un problema que nazca con el actual gobierno. Desde inicios del sexenio de Felipe Calderón, órganos del mismo Gobierno federal habían encontrado evidencias de una evolución “contraria a la idea de sostenibilidad de la deuda en el largo plazo”.
Esta tendencia, de acuerdo con un estudio liderado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se intensificó durante ese sexenio y el de su sucesor, Peña Nieto, por un incremento importante de la “la deuda pública para cubrir gasto corriente y servicio de la deuda y no para impulsar un plan nacional de infraestructura y desarrollo”. Una práctica que el mismo reporte califica de “insostenible”, instando a que su revisión fuera una prioridad en el gobierno de López Obrador.
Pero a pesar que se tienen detectados estos problemas desde hace años y que su solución podría haber sido un complemento a la política de “no endeudamiento” del actual gobierno, Fausto Hernández asegura que el problema más grande para el tema de la deuda es que “estamos pateando el bote”.
El investigador del CIDE concuerda que el actual presidente “heredó una posición de insostenibilidad fiscal”, pero -dice- que tampoco ha mostrado un interés en solucionarla.
Hernández Trillo dice que no ha visto, “en la exposición de motivos del Presupuesto 2022, una especie de ruta crítica sobre cómo vamos a hacer en el futuro que esto sea sostenible […]. Hay poca intertemporalidad. No solo quiero ver cómo vas a cuadrar las cifras este año. Quiero ver cómo se van a cuadrar de aquí a 10 años. Esa es mi preocupación”.