Mucha “cuota de género” y pocos cambios de fondo en los congresos estatales
Desde que se instalaron las cuotas de género en 1993, han aumentado en 17% el número de mujeres en las cámaras estatales del país.
En 1952, el porcentaje de diputadas federales era apenas del 0.6%. Ello se traduce en que, de los 500 diputados, tres eran mujeres.
Para 2012 ese porcentaje había crecido a 37.2%: 186 mujeres poseían un curul en la cámara. Hoy en día, 169 mujeres, el 33.8% son diputadas federales.
Los partidos políticos en más de 58 países cuentan con algún tipo de cuota de género en sus estatutos internos. Entre 1990 y 2003, 21 países introdujeron cuotas de género, es decir, la obligación de postular como candidatas a un porcentaje mínimo de mujeres.
México fue uno de ellos con la reforma al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) que estableció las cuotas de género de 30% mínimo.
Sin embargo, aunque las cuotas de género son un avance en la inclusión de la mujer, no se han traducido en un cambio tangible en la legislación o en el actuar político mexicano.
Las mujeres siguen enfrentando una doble brecha de género, es decir, aún no se desenvuelven en ámbitos legislativos diversos y de peso político, según la coordinadora de la Maestría y el Doctorado en Ciencia Política del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Céline Francoise Aramara González Schont.
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Incluso la legislación es menos avanzada en los estados de la República. El 60% de estos tiene algún tipo de normatividad de cuotas de género para elegir candidaturas de elección popular, pero solo el 35% de ellos cuenta con algún tipo de sanción por no cumplir la regla.
Es decir, en la mayoría de los estados la regla existe, pero si no se cumple es como si no pasara nada.
Mujeres relegadas a “temas de mujeres”
Aunque haya más mujeres, las decisiones de política importantes aún corresponden a los hombres.
Temas de familia, cuidado de los niños, reproducción sexual, educación, prostitución, escuelas, salud y bienestar social son los que típicamente se asocian con los intereses de las representantes públicas de acuerdo con la especialista del CIDE.
Y son justo esos temas a los que las mujeres en cargos de elección popular pueden esperar incidir.
Por ejemplo, en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal las tres comisiones con mayor poder de decisión política son presididas por hombres: Gobierno por Leonel Luna, Hacienda por Andrés Atayde y Seguridad Pública por José Espina, En este congreso existe virtualmente una paridad entre diputadas y diputados. Hay 30 de las primeras y 36 de los segundos.
Sin embargo, de las 38 comisiones permanentes que existen, solo 17 son presididas por mujeres. Y los temas sobre los que presiden son: igualdad de género, atención a la niñez, educación, salud y asistencia social y juventud y deporte.
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“La mayor presencia femenina se ha concentrado en el desarrollo y la promoción de políticas de igualdad de género y en determinadas políticas sectoriales de escaso relieve político, y se mantiene aún marginada a la mujer en las áreas de decisión principales”, de acuerdo con la Revista Mexicana de Sociología.
Y aun así no se han aprobado leyes importantes en materia de equidad, de acuerdo con la investigadora del CIDE. Aunque algunos estudios muestran que las mujeres son más propensas a apoyar iniciativas enfocadas a las mujeres que los hombres, como forman una “minoría” dentro de sus ámbitos, no pueden hacer un cambio real.
De igual manera, son solo el 30% de las mujeres en puestos de elección popular las que acceden a medios para modificar las dinámicas y procesos del trabajo legislativo, mantiene González Schont.
Las mujeres se “minimizan”
La violencia simbólica que experimentan las mujeres es un factor que hace que no se consideren, ellas mismas, aptas para perseguir puestos de elección popular.
“La brecha entre candidaturas y resultados puede atribuirse, por un lado, a un sesgo de género por parte del electorado, debido al cual las candidatas reciban un menor apoyo en las urnas frente a candidatos varones con características relativamente similares”, de acuerdo con el profesor de Economía Política del CIDE, Javier Aparicio.
Ello a pesar de que hay más mujeres registradas para votar que hombres en el país, de acuerdo al Instituto Nacional Electoral.
Otro punto que deja entrever que las cuotas de género han sido insuficientes es que las mujeres no reciben el mismo apoyo económico que sus contrapartes masculinas.
“Las mujeres candidatas no reciben ni el mismo tipo de apoyo por parte de las dirigencias políticas ni los mismos recursos financieros y humanos para llevar a cabo sus campañas”, asegura la investigadora del CIDE, Céline Francoise Aramara González Schont.
Existe además el fenómeno de las “Juanitas”, mujeres que se postulaban a un cargo y al ganar lo cedían a un hombre, de acuerdo con Aparicio.
El término "Juanita" hace relación a Rafael Acosta, mejor conocido como "Juanito".
De hecho, en Tabasco hubo un caso en el que las cuotas de género y la equidad de género fue casi hecho una burla.
En un principio los partidos políticos, entre ellos el PRI, postularon a 17 candidatos hombres y a una mujer, violando la ley electoral para las elecciones de 2015. Por ello, el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC) de Tabasco los forzó a postular mujeres, pero aceptó que las mujeres postuladas fueron las esposas, hermanas o parientes de los candidatos originales.
La “Operación Juanitas”, como fue llamada, estuvo justificada por el Comité Directivo Estatal del partido, y para rematar, fue defendida por el líder del PRI local, Enrique Alonso Qué, porque “no se puede coartar el derecho de ninguna mujer a contender por un cargo de elección popular”.
“La inclusión de la Juanitas en el proceso electoral no está prohibido por la ley y lo que no está prohibido está permitido", dijo el secretario ejecutivo del IEPC Tabasco, Roberto Félix López en 2015.
Por lo anterior, mecanismos más inclusivos son necesarios. Un aumento en el número de curules es bueno, pero debe ser acompañado de un cambio en el proceso político, concluye la investigadora.
Con todo y eso, México sale bien parado en comparación con el resto de América Latina en cuanto a representación femenina en los congresos legislativos.
Uruguay y Chile, que son países que según los expertos en sociología citados en la revista tienen una mayor tradición democrática que México tienen una representación femenina menor y las leyes de inclusión femenina se introdujeron después y son menos avanzadas. Uruguay tiene 13.5% de representación femenina y Chile 10.5%.
MÁS INFORMACIÓN: De la representación descriptiva a la representación sustantiva: Análisis de las cuotas de género en los congresos estatales en México. CIDE 2016.