Call centers, el refugio laboral de los jóvenes deportados
El sueño de los Dreamers termina en los call center.
Sin estudios válidos, sin conocer la cultura del país, pero con un perfecto dominio del inglés, los jóvenes de origen mexicano que son deportados de Estados Unidos encuentran en los call center una de las opciones más viables para trabajar, fue la conclusión de una investigación realizada por el doctor Michaël Da Cruz, del departamento de Estudios Culturales de El Colegio de la Frontera Norte.
Generación 1.5 es el nombre que los académicos otorgaron a los jóvenes que nacieron en México, migraron hacia Estados Unidos cuando tenían entre 1 y 18 años y luego regresaron a su país natal, hoy tienen entre 19 y 33 años.
A diferencia de sus padres, los jóvenes que integran la Generación 1.5 estudiaron al menos la high school -equivalente al bachillerato- algunos incluso concluyeron una licenciatura, pero lo que todos tienen en común es que vivían al otro lado de la frontera sin acreditar su legal estancia.
La mayoría fueron deportados, aunque hubo quienes decidieron regresar orillados por la frustración de obtener un título universitario que no les serviría de nada mientras no fueran ciudadanos americanos; o por el deseo de reencontrarse con familiares o parejas a quienes deportaron o se regresaron primero.
“Ellos siguieron la ideología norteamericana de la meritocracia, usted trabaja bien en la escuela y podrá ser alguien en el futuro, pero llegando a la edad adulta se dan cuenta de que está bien tener los títulos pero sin documento se van a topar con un techo, hay trabajos calificados donde necesitan documentos,” explica Da Cruz.
English speaking jobs
La Generación 1.5 comienza la búsqueda de un trabajo en un país que desconoce, viviendo en casa de abuelos o tíos que hasta entonces eran extraños y enfrentándose a los prejuicios que los tildan de cholos y chicas fáciles.
A partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001 el control migratorio se volvió muy duro, los jóvenes ya no pudieron visitar a sus familiares, antes de esa fecha era relativamente fácil ir y venir incluso para las personas sin documentos, es por ello que muchos de esos chicos nunca conocieron México desde que llegaron a Estados Unidos “eso es un choque muy fuerte,” explica el doctor de El Colegio de la Frontera.
“El choque cultural más comentado entre los jóvenes es el de un México idealizado contra la realidad […] Ellos no formaron lazos, no saben quiénes son sus familiares,” dice.
Algunos jóvenes buscaron trabajo en lugares donde habían laborado antes en Estados Unidos, en la obra o la industria manufacturera por ejemplo, pero “huyeron de esos trabajos, el problema en México es que no son para nada los mismos salarios que en Estados Unidos. Allá es un trabajo difícil pero con buenos ingresos, en México no es comparable para nada,” dice Michaël Da Cruz.
Otros creyeron que el inglés por si solo les abriría las puertas y buscaron trabajos asociados con el idioma como profesor de lengua o guía de turistas, pero muchos de esos trabajos exigen cierto nivel educativo o licenciatura que la Generación 1.5 no tiene, pues aunque hayan estudiado los títulos obtenidos al otro lado de la frontera no son válidos en México.
En materia de revalidación de estudios “la burocracia mexicana y la estadounidense no colaboran mucho, lo que es muy extraño cuando se trata de dos países que tienen un lazo tan fuerte a nivel migratorio,” señala el estudioso de los deportados.
Es así como la Generación 1.5 termina por hacer reaccionar los motores de búsqueda de Google con la palabra English speaking jobs Mexico y encuentran uno de los resultados más comunes: los call center.
Saben que el inglés es su ventaja, les es fácil entrar a los call center bilingües porque son sectores que siempre están buscando gente, incluso para quienes no hicieron la preparatoria pues cuando los empleadores se enteran de que vivieron en Estados Unidos cancelan ese requisito porque reconocen que los chicos sabrán tratar fácilmente con los clientes de esas empresas, dice Da Cruz.
Si bien no es el trabajo de sus sueños, los call center representan la oportunidad de entrar a un trabajo formal -muy poco común en México- con ingresos de entre 8 mil y 15 mil pesos que “no es mucho pero hay que considerar que en paralelo hay muchos trabajos calificados que ganan exactamente lo mismo y que la mayoría de los trabajos en el país ganan menos que eso,” explica el investigador.
Sin diplomas reconocidos los chicos lo asumen como un trabajo razonablemente bueno, aunque no el mejor, quienes trabajaron en la industria por ejemplo, lo ven como un crecimiento porque pasan de un trabajo donde se rompían la espalda a otro de oficina, asegura.
Muchos de los jóvenes permanecen en los call center porque les dan estabilidad y la posibilidad de crecer, especialmente los que tienen pareja o familia, pues les ofrecen contratos de tiempo indeterminado y algunos también prestaciones sociales como seguro médico, crédito de vivienda y vales de despensa.
Especialmente las chicas tienen temor de arriesgarse a buscar otro tipo de trabajo o dejar el call center para comenzar a estudiar una carrera en México, consideran que tienen el tiempo en contra porque envejecen muy rápido para el mercado laboral, muchas piensan que a los 30 años ya no serán competitivas mientras que los hombres no tienen esa imagen, revela el investigador.
La Generación 1.5 es desatendida en ambos lados de la frontera. En Estados Unidos no existe un programa a nivel federal que los acoja y les facilite legalizar su estancia. En México fueron invisibles por lo menos hasta 2009. Los jóvenes y sus problemáticas comenzaron a visibilizarse entre 2012 y 2013 cuando empezaron a organizarse y a reunir a otros chicos en la misma condición.
Sin apoyo de las autoridades “Los otros Dreamers” han logrado explotar a su favor el conocimiento de una cultura e idioma diferente a la mexicana para adaptarse a su país natal.
En los próximos años México podría experimentar un fuerte crecimiento de la llamada Generación 1.5 si el presidente electo de Estados Unidos cumple sus promesas de campaña y emprende la deportación masiva de quienes no acrediten su estancia legal, condición en la que se encuentran más de 11 millones de mexicanos.
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