Lo mejor del 2014: Fuerte caída del poder adquisitivo impacta el consumo
Los anaqueles de las grandes cadenas de autoservicio ofrecen productos con gramajes menores a los habituales, productos que antes se vendían en par o en triada, ahora se exhiben en presentaciones unitarias para facilitar su compra.
La explicación es muy sencilla: si hay menos dinero, hay menos gasto. Los ingresos reales de las familias mexicanas, sin tomar en cuenta las remesas y los apoyos del gobierno, son 14% menores que en 2008 según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI.
Una situación que no cambiará en este año pronostica Bart A. Pattyn, presidente y CEO de Coface Latinoamérica, una aseguradora de crédito de origen francés.
Para Pattyn el deterioro continuará y los mexicanos, principalmente de clase media, sufrirán una disminución adicional de ocho por ciento en su poder adquisitivo en 2014.
Los negocios que más han resentido esta situación que viven las familias, son las tiendas de autoservicio. Ejemplo de ello es Walmart, la mayor cadena comercial del país con una participación cercana a 60 por ciento del mercado, y que –en comparación anual– resintió una caída de 2.3 por ciento en sus ventas entre el 28 de diciembre y el 31 de enero pasado.
Bienes sustitutos
Pero esta situación no es nueva, explica Antonio Ocaranza, director de Comunicación Corporativa de la cadena comercial.
Desde 2009 y hasta ahora, la tienda ha registrado una clara tendencia de efecto reemplazo en el consumo de sus clientes; es decir, reemplazan la marca o el tamaño del producto que originalmente compraban, para adquirirlo a un precio más bajo.
“En épocas en donde (el consumidor) está muy presionado deja de comprar ciertas categorías de productos o transfiere la compra a otro tipo de productos de menor costo, o bien, se van a marcas libres.
El efecto reemplazo es una forma en la que el consumidor se defiende”, dice el vocero de Walmart.
No obstante hay familias que dejan de comprar cierto tipo de categorías, pues hay productos que no son necesariamente reemplazables, aclara el vocero de la empresa transnacional.
La caída en los ingresos disponibles de las familias que ha impactado a las ventas de las grandes cadenas de autoservicios, también se explica por los incesantes incrementos en los precios de los alimentos y del transporte.
Según datos de INEGI, una familia mexicana promedio destina 52 por ciento de su gasto total a la compra de alimentos y al gasto en transportes; rubros que desde 2008 han registrado incrementos de precios hasta dos veces mayores que la inflación general, siendo 2012 y 2013 los años con las alzas más pronunciadas.
El peso del gasto en alimentos y transporte sobre el gasto total de los hogares crece a medida que el ingreso es menor, así que entre más pobre es un hogar, mayor ha sido el impacto negativo de las alzas de precios en estos dos rubros en su gasto total.
De hecho los hogares con ingresos mensuales de 764 pesos –sin tomar en cuenta sus ingresos por remesas y por subsidios del gobierno– destinan 65 por ciento de su ingreso a alimentos y transporte; mientras que aquellos con ingresos mayores a 40 mil pesos, dedican 46 por ciento de su ingreso a ambos rubros; según los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) que realiza INEGI.
El deterioro aún no ve fin
Al inicio de 2014 esta situación continúa. El año comenzó con una escalada de aumentos en los precios de refrescos, panecillos y otros productos con alto contenido calórico. Como parte de un paquete de reformas fiscales aprobado el año pasado y como una medida para contrarrestar los altos índices de obesidad en el país, los refrescos se gravaron un peso por litro bajo el régimen del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), mientras que a los pastelillos, como galletas, donas y panques, se les aplicó un IEPS de ocho por ciento.
“Ese tipo de bienes suelen ser más consumidos, al menos en términos proporcionales respecto a su nivel de ingreso, por individuos de la parte baja de la distribución (del ingreso),” apunta Gerardo Esquivel, profesor e investigador del Centro de Estudios Económicos del Colegio de México.
La firma Kantar Worldpanel confirma el dato al señalar que las familias mexicanas gastan en refrescos casi la mitad de los recursos que destinan anualmente a la compra de bebidas, esto es, dos mil 216 pesos de cuatro mil 590 pesos en total.
Mientras que en el rubro del transporte las alzas de precios se dieron en dos componentes: el aumento de 66 por ciento en el precio del boleto del Sistema Metro de la Ciudad de México a finales de 2013, y el nuevo impuesto al valor agregado al transporte foráneo de 16 por ciento. Ello, además de los incrementos programados a los precios de las gasolinas.
Y es que el efecto de los cambios tributarios sobre la inflación ya es notable. Según el economista Jonathan Heath, vicepresidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas, por este efecto la inflación general sería de cinco por ciento en el primer trimestre del año, para luego bajar paulatinamente y cerrar 2014 muy cerca de cuatro por ciento.
Heath destacó las estimaciones Banamex prevén que durante el primer semestre las reformas tendrán un impacto de 50 puntos base en la medición de la inflación, mientras que el Banco de México estima 40 puntos base.
“El problema es que nada más es el efecto directo, inicial; no sabemos si va a haber o no algún tipo de efecto adicional, multiplicativo”, agregó Heath al referirse al alza de precios.
En este escenario el impacto sobre el poder adquisitivo de la población aún no termina –explica Esquivel– porque el aumento programado al precio de las gasolinas podría derivar en efectos inflacionarios adicionales que afectarían aún más la capacidad de compra de los mexicanos. De acuerdo al gobierno el precio de la gasolina Magna –la de mayor consumo– aumentará nueve centavos cada primer sábado de mes para llegar a 13.31 pesos en diciembre, desde 12.41 pesos por litro actuales.
Pero son las familias de clase media quienes han resentido con mayor fuerza la disminución en su poder adquisitivo. Según la ENIGH un hogar con ingresos de 18 mil pesos mensuales vio mermado en 15% su ingreso real entre 2008 y 2012. Para los hogares con ingresos de más de 40 mil pesos, la caída fue de 16%.
Efecto en cascada
En estas caídas tiene mucho que ver el deterioro en la calidad de los empleos y de las fuentes de ingresos de las familias.
Si bien el país ha tenido una “aparente recuperación del mercado laboral luego de la crisis del 2009”, las nuevas fuentes de empleo son de baja calidad porque ofrecen ingresos menores y menos prestaciones económicas, explica Gerardo Esquivel, quien cuenta con un doctorado en economía por la Universidad de Harvard.
Y es que el trabajo asalariado es la principal fuente de ingresos de los hogares mexicanos; de este rubro depende más de 50 por ciento de los ingresos familiares. Le siguen los pequeños negocios, la renta de su propia vivienda y las remesas y apoyos del gobierno, según muestran los resultados de la ENIGH.
El asunto es que la crisis de 2009 también golpeó a los pequeños negocios, la segunda fuente de ingresos de los hogares. Entre 2008 y 2012 estos ingresos cayeron 22 por ciento, una caída que fue amortiguada parcialmente con remesas y apoyos del gobierno –que aumentaron 26 por ciento en el periodo– y con ingresos por apoyos en especie, que crecieron 12 por ciento.
Factor de impacto
Pero hay un factor adicional, no económico, que también ha contribuido a rasgar el bolsillo de los mexicanos en los últimos años. Es la violencia generada por el crimen organizado en algunas zonas del país.
En el municipio guerrerense de Tecpan de Galeana, con 62 mil habitantes, el cuarto más grande del estado, las sucursales de HSBC, Banamex, Grupo Modelo, Ford y Nissan cerraron sus oficinas por una disminución considerable de la demanda de esos productos y servicios originada por la merma de ingresos de los pobladores, según explicó el alcalde Crisóforo Otero Heredia.
De acuerdo al edil, la gente no tiene recursos suficientes por los conflictos que ha originado el crimen organizado y que fueron la causa de que muchos comerciantes abandonaran sus negocios y dejaran de producir en una región que destaca por la cosecha de mango y coco, así como por la actividad ganadera y la pesca.
Las agencias Ford y Nissan llegaron a Tecpan en 2009 y se fueron antes que Crisóforo Otero asumiera la alcaldía en 2012. Cuando llegaron tan sólo dos, de las 319 localidades de Tecpan, compraban entre 70 y 80 vehículos; “hoy no compran ni cuatro vehículos al año”, dice Otero.
“¿Yo qué puedo hacer? La economía está paralizada, no hay negocio y deciden irse a otro lugar. Por más que he puesto mis esfuerzos por estimularlos con algunos apoyos del municipio, no se puede hacer más”, lamentó el alcalde.
Mientras tanto, por la radio nacional se escuchan incesantemente los anuncios publicitarios del gobierno prometiendo que las reformas que aprobó el Congreso el año pasado, sí generarán miles de nuevos empleos y mejores salarios para las empobrecidas familias de los últimos años. Ésa es la apuesta del presidente Peña Nieto. El tiempo dirá si tuvo la razón.
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