Lo mejor del 2014: A dos años de Peña Nieto, México con pies de barro
México está en una encrucijada. Un punto neurálgico en el que se cruzan reformas económicas históricas que abrirían su futuro al desarrollo, y un Estado debilitado por una pobre aplicación de las leyes en donde impera la opacidad y la corrupción.
La desaparición, desde el 26 de septiembre pasado, de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, por presuntas órdenes del ex presidente municipal de Iguala, abrió la caja de pandora de una crisis de legalidad y de confianza en las instituciones sin precedentes en las últimas décadas. Las multitudinarias manifestaciones callejeras en las principales ciudades del país han dado cuenta de ello.
En cuestión de semanas el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto pasó de la eufórica celebración por la aprobación de un paquete de leyes que abrirán el mercado petrolero al capital privado, a la mayor crisis política de su sexenio azuzada por una sorprendente incapacidad de su gobierno para responder al desafío.
Así, México luce como un gigante latinoamericano con pies de barro, recordando aquella estatua que soñó el rey caldeo Nabucodonosor que con cabeza de oro y pectorales de plata, le sostenían unos pies de barro que presagiaban su derrumbe, según narra la historia bíblica.
¿Acaso las reformas económicas aprobadas por el Congreso y aplaudidas en los principales foros del mundo están condenadas al fracaso o a la medianía a causa de un viejo arreglo institucional con pies de barro? ¿Qué le espera al gobierno de Peña Nieto y cuáles son los caminos que enfrenta para salir de su mayor encrucijada? Son algunas de las preguntas que importan al cumplirse apenas los dos primeros años de su gobierno.
LAS SIETE PLAGAS
El gobierno de Peña Nieto enfrenta, pasmado, las siete plagas de Egipto. Además de los sucesos de Ayotzinapa que le han dado la vuelta al mundo, siete militares están implicados en el asesinato de 22 presuntos secuestradores en una bodega en el poblado de Tlatlaya, Estado de México, con fuertes cuestionamientos sobre el proceder del ejército mexicano bajo las órdenes del Presidente de la República.
Ello ocurrió apenas unos cuantos meses antes de que la licitación del primero de los grandes proyectos ferroviarios del gobierno, que va de la Ciudad de México a Querétaro, fuera revocada debido a las sospechas de favoritismos en la asignación del proyecto.
Tres días después, una investigación periodística revelaba que la casa de Angélica Rivera, esposa del Presidente, y en la que la pareja presidencial planeaba vivir una vez concluido el sexenio, fue adquirida a crédito a una empresa constructora ligada al grupo ganador de la licitación del tren de alta velocidad y a otros tantos contratos durante el tiempo en que Peña Nieto fue gobernador del Estado de México. Las explicaciones desde Los Pinos no han sido suficientes para aclarar el asunto.
Pero las malas noticias no terminan allí. El precio de la mezcla mexicana del petróleo de exportación ha caído 30 por ciento en los últimos cinco meses poniendo en entredicho la avalancha prometida de nuevas inversiones debido a la flamante reforma energética.
Un escenario desalentador si se toma en cuenta que en los primeros dos años el gobierno federal debió reducir ya en cuatro ocasiones sus estimaciones de crecimiento económico, mientras que los analistas del sector privado pronostican que ocurrirá lo mismo en 2015.
Pero quizá la séptima plaga es la más venenosa para el gobierno. La acumulación del hartazgo social por la violencia, la corrupción y la impunidad han dado lugar a la manipulación y al oportunismo de algunos grupos políticos, pero también al hondo descontento que ha encontrado en marchas, manifestaciones y movimientos, si bien desarticulados, un caldo de cultivo para la desestabilización, como lo señaló el propio presidente Peña Nieto en días recientes.
UN GOLPE DE TIMÓN
Con estas turbulencias encima, las miradas se han concentrado en la capacidad de respuesta desde Los Pinos precisamente cuando Peña Nieto cumple dos años al frente del gobierno.
Para Carlos Elizondo Mayer-Serra, politólogo e investigador del Centro de Investigación y Docencia Económica, CIDE, la mayor preocupación actual es “la crisis de credibilidad en el gobierno y en el Presidente y la necesidad que tiene de cambiar la sensación de que no le importa, como debiera, los temas de la corrupción”.
Esta preocupación de Elizondo Mayer-Serra la comparten líderes empresariales, académicos, políticos y expertos consultados. “Si no hay una voluntad política para llegar a fondo y garantizar que disminuya la impunidad y la corrupción, va a ser muy difícil que tengamos éxito en esta lucha y nos quedaremos cortos ante el reclamo de la sociedad”, admite Gerardo Gutiérrez Candiani, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE).
El tiempo se agota y junto a ello también la credibilidad para que el Presidente ofrezca respuestas efectivas ante una crisis que se profundiza.
“No sé si un golpe de timón pero creo que sí valdría la pena –dice enfático el líder empresarial- porque hay que analizar qué funciona y que no, y lo que no funciona hay que corregirlo”.
Sin embargo los sonados errores cometidos por el gobierno federal, como la lentitud y torpeza para responder sobre el caso Ayotzinapa, han sembrado más dudas que certezas. “Yo no sé si sabe en dónde está el timón”, responde sarcásticamente el doctor Lorenzo Meyer, investigador del Colegio de México (Colmex), a la pregunta sobre los potenciales golpes de timón que daría el presidente Peña Nieto en los días que vienen. “Sería hacer una espectacular limpia de su gobierno, cambios en el gabinete y colgar a los corruptos en las plazas públicas”, dice figuradamente el profesor emérito del Colmex.
En ello coincide Andrew Selee, vicepresidente Ejecutivo del Wilson Center en Washington. Para Selee si bien las inversiones no dejarán de llegar a México, éstas tendrán planes más realistas sobre la situación del estado de derecho en el país. “No solo es Ayotzinapa –que es un recordatorio de lo que todos sabíamos- sino también lo del tren y la casa presidencial (la llamada ‘Casa Blanca’)”. Y es que para Selee estos últimos asuntos dañan directamente el compromiso del Presidente con el combate a la corrupción y “esas son cosas que quizá van a ser nota a la larga” en el exterior, dice el experto estadounidense sobre México.
“Se necesitan ver acciones claras, sobre todo en el sector energético y del transporte, por ejemplo. Creo que se tiene que ver un gobierno activo en castigar a los culpables de la corrupción”, enfatiza Selee de cara a la proyección de México hacia el exterior. “Tiene que haber investigación, procesos judiciales, castigos y no sé si estamos viendo eso en este momento”.
Para Lorenzo Meyer un golpe de timón efectivo del gobierno sería casi un milagro. “Lo único que espero es algo que me sorprenda, que pase algo que no he imaginado, algo positivo… pero es muy estúpido estar pendientes a que la fortuna nos salve; tener un procurador independiente, atacar la corrupción sí; pero quién, cómo, cuándo, hasta qué punto se puede hacer eso”, se cuestiona Meyer. “Peña no es un líder carismático y esta es una situación inédita en donde, o sale esa parte del líder ante lo inesperado, o la situación se lo come”, advierte el experto del Colegio de México.
EL RIESGO DE ‘NO PASA NADA’
Los riesgos de no hacer nada son altos. El silencio, la apuesta al control de daños o la oferta de cambios para no cambiar, es una estrategia recurrente en el PRI. Ya el gobierno decidió encarcelar a Elba Esther Gordillo, la poderosa lideresa del sindicato de maestros, bajo la promesa de realizar reformas a fondo en la educación pública –uno de los grandes pendientes del país- y, sin embargo, los cambios prometidos aún no han llegado.
“El riesgo es que se piense que es una tormenta que va a pasar”, dice Luis de la Calle, un doctor en economía quien ocupó la subsecretaría de Negociaciones Comerciales Internacionales. “Hay una oportunidad para realmente transformar la forma de cómo funciona la política en México; pero el riesgo es que no lo hagamos”, dice de la Calle.
Y es que “el gobierno está desaparecido” escribe Luis Rubio en Reforma. Ni siquiera hay un intento de conducción…incluso en aquellas instancias en que ha respondido, su respuesta ha sido evasiva”, lamenta el politólogo y presidente del CIDAC, un think tank apostado en la Ciudad de México.
De la Calle reconoce que el Pacto por México fue un logro de la negociación política que perjudicó a poderosos grupos de interés. “Ahora necesitamos hacer lo mismo, pero contra los intereses de los partidos. Necesitamos hacer dos cosas –propone sagazmente quien participó en la negociación del TLCAN: Un pacto ciudadano para la construcción de un país moderno, y reformas que van, de alguna manera, en contra de los intereses de la clase política”.
Sin embargo no todos están convencidos de que hacerlo sea posible en las actuales circunstancias, entre ellos el doctor Lorenzo Meyer. Y es que para el profesor del Colmex hay una grave ausencia de liderazgo ciudadano. “Cuando tuvimos una oportunidad magnífica, de oro, fue en el año 2000 y se desperdició. Quienes pudieron, la desperdiciaron de una manera miserable”, se lamenta Meyer.
El México de estos días parece ser la tormenta perfecta, dice Rubio. Y por lo visto en las calles el gobierno y la desacreditada clase política no tienen mucho tiempo para ofrecer respuestas. Acaso sea tiempo de dar paso a un gran acuerdo que le ponga pies firmes al gigante azteca.
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