AMLO no afecta la inversión extranjera
La inversión extranjera directa (IED) durante el primer trimestre de 2023 alcanzó 18,636 millones de dólares, la tercera cifra trimestral más elevada en términos nominales registrada en la historia del país. La registrada hace un año fue muy superior con 22,794 millones, pero incluyó la fusión de Univisión y Televisa, aparte de la reestructuración financiera de Aeroméxico. Sin estas operaciones extraordinarias, el monto correspondiente habría sido 15,919 millones.
La inversión acumulada en el año al primer trimestre ascendió a 32,057 millones de dólares. Es una cifra en línea con la que ha llegado a México en los últimos 10 años, con una ligera baja durante 2020 debido a la pandemia. Si se argumenta que ello es normal, lo es, pero es precisamente lo que llama la atención con un gobierno como el que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
Agresividad presidencial contra inversiones
AMLO es abiertamente nacionalista, estatista y antineoliberal. No ha dudado en tratar de torpedear ciertas empresas privadas (nacionales y extranjeras). Un ejemplo destacado es la española Iberdrola, que atacó hasta cansarse. La multinacional mejor optó por venderle plantas, acción que el Presidente festejó como una “nueva nacionalización”, al parecer sintiéndose que emulaba a Adolfo López Mateos. Argumentando discriminación contra sus empresas, tanto Estados Unidos como Canadá han metido pleito contra México en el marco del T-MEC.
Citigroup anunció que vendería una parte de Banamex y el Presidente de inmediato anunció a su vez varias condiciones, incluyendo que un comprador extranjero quedaba descartado y que no podría despedirse personal. Una nueva ley minera (mucho más restrictiva para la inversión privada) y la expropiación “temporal” de vías férreas concesionadas a Grupo México acabó por dar al traste con la pretensión de Germán Larrea de comprar el banco, el único postor que quedaba en pie. AMLO en seguida apuntó al Gobierno Federal como comprador buscando un precio de ganga. Citigroup al parecer ignorará la oferta, pero el hecho es que una venta arduamente planeada quedó en la nada.
A esto hay que agregar la destrucción del aeropuerto de Texcoco y la cancelación de la planta cervecera de Constellation Brands en Ensenada (ya a medio construir) y el berrinche presidencial contra Tesla, cuando inicialmente dijo que no permitiría la planta en Nuevo León porque no se le había consultado adecuadamente (en otras palabras, pedido su permiso). Al menos esta última se arregló tras unas conversaciones con Elon Musk.
El hecho es que no son raras las acciones agresivas contra inversionistas, nacionales y extranjeros. Uno pensaría que las inversiones extranjeras fluyendo a México serían menores que las que tuvieron lugar con Peña Nieto, además porque AMLO ha cerrado sectores (como el petrolero y el minero) a nuevas concesiones. El régimen de Peña Nieto sería muy corrupto (aunque el de AMLO parece estarle ganando en ese campo) pero era abierto al mercado y la inversión, entusiasta en atraer capitales al país.
No hay efecto negativo AMLO
Uno pensaría entonces que esos capitales extranjeros estarían evitando a México como la peste, mejor dirigiéndose a tierras menos hostiles. Cada vez que López Obrador hace algo contra inversionistas extranjeros, es de rigor (y lógico, por otra parte) escuchar que espantará a inversionistas que hubieran colocado su apuesta empresarial en México. Los datos, no otros datos como los que a veces esgrime tener el Presidente, dicen otra cosa.
Los flujos de IED hacia México no muestran gran variación entre mediados de 2014 y la actualidad. No se podría adivinar que los inversionistas son menos entusiastas con AMLO que lo que eran con Peña. Los flujos anuales están en los 30-40 mil millones de dólares (excepto una baja, poco importante, durante la pandemia). Quizá López Obrador no despierte entusiasmo entre aquellos que quieren traer su dinero a México, pero tampoco repudio –al menos no se nota en las estadísticas que presentan la Secretaría de Economía y el Banco de México.
Puede argumentarse que la IED sería más elevada con un AMLO tan entusiasta como Peña Nieto, que habrían llegado muchas inversiones al sector petrolero y eléctrico que obviamente no se materializaron, que quizá un banco extranjero se habría interesado por Banamex, y así entre muchas otras posibilidades.
Ciertamente puede pensarse en ese sentido con cierto fundamento, pero esas especulaciones pertenecen al terreno de un hubiera que no existe. Lo que muestran los números, al menos hasta el primer trimestre de 2023, es que la IED se mantiene en niveles históricos elevados, aunque no alcanzando récords, como en ocasiones presume AMLO equivocadamente. Si este ha sido el caso en los primeros cuatro años y medio de gobierno, quizá esa tendencia se mantenga en lo que resta del sexenio.