Nobel a la economía de los cuidados
En la vasta obra de Claudia Goldin, Nobel de Economía 2023, se identifica la economía de los cuidados como factor explicativo de los menores ingresos laborales de las mujeres respecto a los hombres.
La reciente Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) del INEGI corrobora muchos de los elementos para esta desventaja, particularmente la carencia de quien cuide a hijos, enfermos o adultos mayores puestos a cargo de las mujeres.
Goldin destaca tres requisitos para la equidad de género en el mercado de trabajo. Primero, valores sociales que no den por sentado un rol tradicional a la mujer. Segundo, flexibilidad en el tiempo de trabajo, particularmente para evitar que la maternidad penalice las oportunidades de crecimiento laboral. Finalmente, el acceso a los servicios de cuidado de miembros del hogar, pues esta tarea suele depositarse desproporcionadamente en las mujeres.
Para lo primero no ayuda el remarcar ‘tradiciones’ que encasillan a las mujeres en tareas del hogar, como el que las hijas son las que más cuidan a los padres o que los hombres no son los más aptos para las labores domésticas. Al contrario, se requiere promover una responsabilidad igualitaria en la carga del trabajo de cuidados y en el hogar en general.
La segunda requiere que las empresas permitan intermitencia del trabajo y su distribución en distintas partes del día, que pueda ser realizado a distancia y en general sea compatible con la realización de obligaciones familiares y del hogar. Esto es en ocasiones posible para algunas tareas con los avances tecnológicos disponibles, pero requiere de transformaciones más profundas para la mayor parte de los trabajos existentes.
Lo que parece más factible es ampliar el acceso a los servicios de cuidados, ya sea reduciendo su costo de mercado o ampliando el derecho a tales servicios.Esto posterga la salida de la actividad laboral de las mujeres y acelera su reincorporación. Así, al abreviar la ruptura de la trayectoria en el trabajo de las mujeres, particular, pero no exclusivamente por embarazos, se evita parte de sus desventajas en ingreso respecto a los hombres.
La ENASIC muestra que la economía de los cuidados tiene un elevado potencial, pues más de 58 millones de personas los requieren y casi 32 millones de personas mayores de 15 años la proporcionan, la gran mayoría sin remuneración. También confirma que la realización de los cuidados descansa desproporcionadamente en las mujeres, las cuales se encargan del 83% de las horas dedicadas a ello, mientras los hombres sólo del 17%.
La afectación sobre las mujeres es clara, pues su Población Económicamente Activa que debe atender a infantes o a personas con discapacidad tienen una participación laboral de 50%, seis puntos porcentuales menos que quienes no brindan este tipo de cuidados. Además, de las mujeres que permanecen inactivas cerca del 40% desearían trabajar por un ingreso, pero la razón central de no hacerlo es no contar con quien cuide por ellas.
La ruta de la política pública es clara, favorecer la provisión de cuidado infantil a bajo costo, extender el horario escolar y ampliar los servicios de salud para la atención domiciliaria a personas discapacitadas y el monitoreo de adultos mayores. Intentar sustituir estos servicios con transferencias monetarias no sólo no compensa los ingresos que las mujeres dejan de obtener, sino que no les da la libertad efectiva de la que hoy carecen.
Las contribuciones al conocimiento de las condiciones laborales de las mujeres de Claudia Goldin se extienden mucho más allá de las implicaciones que corresponde a la economía de los cuidados. Su premio Nobel rebasa con mucho esta aportación, sin embargo, sin duda lo incluye como una base para guiar la política pública. Desafortunadamente, aunque toda buena ciencia termina por convertirse en conocimiento de sentido común, no todo el sentido común termina convirtiéndose en política pública.