La mala educación en las campañas
El prolongado deterioro educativo en México, acentuado en los últimos años, requiere urgentemente de propuestas por parte de las candidatas presidenciales. El común denominador de sus diferentes perspectivas para mejorar el sistema educativo sería poner a los alumnos como prioridad y concentrarse en sus conocimientos básicos. Estos elementos, sin embargo, no aparecen prominentemente en el discurso de las candidatas.
El Coneval reporta que entre 2016 y 2022 aumentó en 3 millones la población con rezago educativo y la SEP que entre 2015 y 2023 cayó en medio año la escolaridad esperada de la población infantil y adolescente. Por otra parte, entre 2000 y 2022, el desempeño escolar medido por la prueba PISA prácticamente se estancó en lo que se refiere al promedio de conocimientos básicos (lectura, matemáticas y ciencias).
Uno de los elementos que explica el pobre desempeño educativo es el presupuestal. El gasto público por alumno se redujo alrededor de 20% entre 2018 y 2023, pero la caída fue de prácticamente el doble para la educación media superior, de acuerdo con las estadísticas de la SEP. Sin embargo, el deterioro presupuestal comenzó a registrarse desde 2015, cuando la proporción del gasto educativo respecto al PIB se redujo.
La educación media superior es el talón de Aquiles del sistema educativo. Según la SEP, ésta dejaba sin cobertura a 15% de sus alumnos potenciales en 2018 lo que aumentó a 19% en 2023. Por otra parte, aunque el abandono escolar disminuyó sigue siendo el más alto de todos los niveles educativos. La falta de inversión pública, los problemas económicos de los hogares y la insuficiente atención a los alumnos rezagados explican esta situación.
Un último elemento explicativo es la falta de información sistemática que guíe las mejoras del sistema educativo. Las transferencias monetarias han disminuido y se han asignado en menor medida a quienes tienen desventajas, se han hecho cambios curriculares sin diagnóstico y se ha debilitado la carrera magisterial basada en sus mejores prácticas, y todo ello sin una evaluación que permita corregir las acciones emprendidas.
Una propuesta sólida de mejora del sistema educativo pasa por elevar el gasto público en educación hasta alcanzar 5% del PIB, lo que significa aumentar alrededor de dos puntos del PIB lo que se gasta actualmente. Esto permitiría detener el deterioro del gasto por estudiante, particularmente en la educación media superior, donde urge inversión pública y programas especiales para evitar el abandono escolar.
En el caso de la educación media superior se requiere expandir su cobertura invirtiendo en el crecimiento de las instituciones existentes y en la creación de otras. Este nivel requiere de un sistema de alerta temprana de posible abandono escolar y de tutorías individualizadas que regularicen a los alumnos con rezagos para poder retenerlos en la escuela. La debida atención a este nivel educativo hará necesaria mayor inversión en educación superior.
Otra propuesta necesaria es el fortalecimiento de la evaluación de los componentes del sistema educativo con el fin del diagnóstico y mejora de conocimientos básicos. La evaluación podría hacerse fortaleciendo al INEGI y el CONEVAL, siendo el primero quien recopilara la información y el segundo quien realizaría el análisis para la mejora puntual de la asignación del gasto educativo, la preparación del magisterio y el desempeño de los alumnos.
Hasta el momento la candidata oficialista ha señalado la falta de inversión en las escuelas, pero no los otros problemas de la educación media superior, ni la necesidad de evaluación para centrarse en lo básico. Enfatiza la gratuidad de la educación y el otorgamiento de becas, como si el problema clave sólo fuera la falta de ingreso de los hogares, pero incluso en este aspecto no se ha pronunciado por una elevación del gasto público educativo concreta.
La candidata opositora, no ha hecho mejor las cosas. Aunque ha reconocido la importancia de la evaluación para detectar y atender el bajo desempeño escolar, ha malinterpretado ésta atribuyendo los rezagos a la escuela pública, lo que la ha llevado a ofrecer bonos para estudiar en escuelas privadas. No se percibe la necesidad de fortalecer la educación pública, ni del papel de la evaluación en ello, ni de los recursos a dedicar al respecto.
Hasta el momento, la candidata oficialista no parece aprovechar sus grados académicos, ni la candidata opositora su ascenso por el sistema de educación pública, para ofrecer propuestas educativas adecuadas.