Los retos de Claudia Sheinbaum en materia económica
México enfrenta problemas económicos estructurales desde hace décadas. De hecho, desde el México independiente solamente durante 30 años hemos experimentado tasas de crecimiento decentes (de 1950 a 1979). El modelo desarrollista que se implementó por esos años se agotó por distintas razones, tal vez la más importante fue la estulticia de mantener las tasas de crecimiento de manera artificial por parte de los gobiernos de Echeverría y López Portillo. A la postre se desencadenó la famosa década perdida.
Posteriormente, con la apertura económica y los procesos desregulatorios a ultranza, se corrigieron algunas distorsiones y se introdujeron otras, pero los problemas estructurales permanecieron. Acá, también, hubo una estulticia de los gobiernos en turno que no fueron capaces de identificarlos y enfocaron sus baterías sobre aquellas mal llamadas reformas estructurales.
En diciembre de 2010 la revista Nexos dedicó el número para discernir ¿por qué no somos ricos? En mi escrito para dicha revista argumenté el por qué el diagnóstico de entonces del “common-wisdom” (comentocracia) sobre la economía mexicana era débil. En concreto todo apuntaba a que debían pasarse las reformas estructurales. Pues se aprobaron, y el crecimiento no repuntó; y peor aún, la gente presentó una fatiga de reformas,y votó en contra de ese sistema en 2018.
Llegó pues un cambio de visión, que no estoy seguro de llamarlo nuevo régimen. Si bien el principal logro es haber ganado la conciencia de que abatir la pobreza y disminuir la desigualdad son fundamentales, los problemas económicos persisten. El diagnóstico sobre la economía fue medianamente acertado. Las soluciones, infortunadamente, no fueron las apropiadas. De nada sirve un diagnóstico decente si las soluciones no solucionan y, en algunos casos, agravan los problemas.
Y es así como llega la flamante presidenta electa, la Dra Claudia Sheinbaum. Veremos si es capaz de lanzar un proyecto de nación viable que resuelva los problemas estructurales de la economía mexicana.
Lo primero será delinear una estrategia para que el crecimiento económico sea sostenido y sostenible además de inclusivo y que genere bienestar para toda la población. Para ello, deberá tomar acciones que eleven la productividad de la economía. Ésta lleva estancada por más de 30 años y no ha repuntado. Sin ésta, lo demás es maquillaje.
Segundo, una estrategia integral para abatir la pobreza y disminuir la desigualdad a partir de la solución de los obstáculos que impiden esa mejora. Las transferencias sociales son un gran paliativo y deben continuar, pero no resuelven el problema de mediano y largo plazo. Es necesario verlas como lo que son, un instrumento complementario a acciones que resuelvan el origen de la destitución.
Tercero, deberá resolver el problema de las finanzas públicas que aqueja al país, prácticamente, desde que México gana su independencia. Este ha sido otro de los grandes pendientes de la vida independiente de nuestra nación.
Finalmente, procurar que las reglas del juego para el buen funcionamiento de la economía se cumplan a cabalidad. Ello implica un diseño apropiado de la legislación y, segundo, la existencia de árbitros confiables y creíbles.
Veremos qué pasa a partir del 1 de octubre. El beneficio de la duda se lo tenemos que dar todos los mexicanos.
Fausto Hernández Trillo
Investigador y académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Experto en finanzas públicas, macroeconomía y sistema financiero. Investigador Nacional Nivel III. Doctor en Economía por la Universidad Estatal de Ohio, EU, y profesor visitante en universidades de México y Estados Unidos. Autor de 3 libros y de decenas de artículos académicos. Conferencista y consultor de organismos internacionales y del gobierno mexicano y galardonado con el Premio de Economía Latinoamericana "Daniel Cosío Villegas".
