El rediseño del modelo capitalista (I)
La crisis financiera que estalló en los Estados Unidos de América (EEUU) en el 2008 marcó simbólicamente el inicio de un descontento generalizado con el modelo económico seguido en el mundo occidental, cuyo símbolo era precisamente ese país del norte del continente americano.
Como se sabe, la crisis se extendió por el mundo. Europa, por su parte, pasó un año 2010 con muchas dificultades financieras, con Grecia a la cabeza. Incluso México pasó también por un 2009 negro con un abrupto decrecimiento de la economía.
Los movimientos como “occupy Wall Street”, “Podemos” en España, entre muchos otros, surgen como una protesta social ante las consecuencias negativas del neoliberalismo. Frente a un descontento generalizado, toman fuerza los políticos antisistema de derecha e izquierda por igual en buena parte de los países, de alto, mediano y bajo ingreso, como EEUU, Italia, Hungría, Turquía, India, Brasil, Argentina, entre muchos otros. En todos estos países, líderes populistas ganan terreno político. La mayoría de ellos, sobre todo los de izquierda, declaran en sus países el “fin del neoliberalismo”.
En la historia siempre hay eventos que representan la gota que derrama el vaso. En el caso más contemporáneo es la mencionada crisis financiera del 2008 en EEUU. A la fecha, ningún banquero ha sido siquiera indiciado en ese país. Incluso la cadena de TV pública, la PBS, en su programa Frontline, le dedica en el 2022 un programa al respecto. En éste, un entrevistado afirma “los mercados no conocen la moral”.
Los causales del descontento
Primero, es necesario identificar las posibles causales del descontento, que emergen justo cuando el evento detonante sucede. A continuación, mencionaré las tres principales enfermedades que se fueron gestando lentamente hasta ese momento.
- Recomposición del empleo producto de la innovación
Como se sabe con certeza, la innovación tecnológica reciente ha automatizado muchas de las actividades y oficios que antes realizaban los seres humanos. Permítaseme preguntarle al lector si cuando ha abordado un auto de la plataforma UBER u otra, incluyendo taxis oficiales de alguna ciudad, si la (o el) conductora en la charla espontánea que se entabla durante el viaje, no le ha comentado con una mezcla entre orgullo y nostalgia que ella (él) solía trabajar para alguna empresa (CEMEX, Bimbo, etc.). En mi microcosmos creo que cerca del 100% a quien le he hecho esa pregunta me han respondido de manera afirmativa.
Esta anécdota es el reflejo de la recomposición del empleo u ocupación de las personas. David Autor, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), tal vez la persona que más ha estudiado el fenómeno, concluye -incluso antes de la muy reciente irrupción de la inteligencia artificial (IA)- que esa recomposición trajo descontento entre la población. Para mostrarlo, él clasifica a las ocupaciones en tres grupos: aquellas que requieren una calificación baja de la persona, otros que demandan capacidades medias y, por último, los que necesitan un nivel alto de competencia.
Su conclusión es que la innovación ha ido reduciendo las ocupaciones de capacidades medias, por lo que el trabajo se ha ido concentrando en mayor medida en ocupaciones que requieren un nivel de calificación baja y, en mucho menor medida (en términos relativos), en los de alta competencia. A manera de divulgación, considere la gráfica siguiente que elaboro con fines ilustrativos con base en los hallazgos de Autor.
Observe la distribución de estas calificaciones en el mercado laboral hacia los 1990s, y compárela con la de la década de los 2010s (esto no incluye el posible efecto de la IA). Para el segundo periodo, la participación de la población económicamente activa de calificación media en el mercado laboral disminuye drásticamente, mientras que la de capacidades bajas aumenta sensiblemente, lo que sugiere que las de media tienen que aceptar trabajos con menores aptitudes que las propias (recuerde mi anécdota del UBER arriba).
Esto, en turno, implica que tuvieron que admitir menores salarios e ingresos por su trabajo. En consecuencia, éste es un primer elemento de descontento con el sistema de una buena parte de la población1.
Fuente: Elaboración propia basado en Autor (2019)
Otra consecuencia -no deseada- de la innovación es que se da una reversión a la competencia económica. Philippon2 realiza un examen cuidadoso al respecto y encuentra que antes de la irrupción de los gigantes de la IT (Microsoft, Apple, Oracle, Facebook, etc.) había más competencia económica en los EEUU. Estos íconos de la IT se han perpetuado como entes con alto poder de mercado, es decir, han convertido a la economía estadounidense en una oligopólica, sin que las autoridades correspondientes puedan hacer algo al respecto.
Phillipon argumenta que Europa ha hecho un gran esfuerzo para que ello no alcance a su continente. Esto ha generado mayor desigualdad económica tanto por precios más elevados en esos productos, como por el aumento excesivo del ingreso en la parte alta de la partición del 1 por ciento más alto. La población en general tiene otro elemento adicional para estar descontenta con el sistema.
2. Acceso a la educación [superior]
Cualquier persona que haya visto suficiente cine hollywoodense se habrá dado cuenta que la gran aspiración de los americanos es que sus hijas estudien el “college” (educación superior). Desde su nacimiento todos los americanos en principio desean ahorrar para financiar el college de sus vástagos. Está en la norma social. Abundan las películas donde una parte de la pareja se “malgasta, apuesta, malinvierte” el fondo de ahorro que serviría para financiar la educación universitaria de los descendientes. Y a partir de ahí se desarrolla la trama de la misma.
Menciono lo anterior para resaltar la importancia en la cultura estadounidense de obtener dicha meta. Pues bien, Branco MIlanovic3 ha documentado que la educación superior en los EEUU cada día se ha tornado más inaccesible. Una mayor proporción de americanos se han quedado en la orilla cuando de acceder a este nivel de educación se trata. La gráfica de abajo muestra que la inflación de las colegiaturas de la educación superior en los EEUU (en Europa este elemento es más negligible dado que esta educación cuenta con la opción de la universidad pública cuasi-gratuita).
Observe que la inflación general total en el periodo que va de 1980 a 2020 fue de 228%. En contraste, la de la educación superior experimenta una elevación de precios constante para alcanzar un 1,184% para el mismo periodo. Este hecho ha convertido a este nivel de educación en inaccesible para una parte importante de la población, lo que amplió aún más la brecha de la desigualdad en el país vecino del norte. Incluso las universidades Ivy League (élite de la costa este) han sido acusadas reiteradamente de “elitistas” en su sistema de admisión, lo que dificulta la movilidad social en el país de la meritocracia4.
Nuevamente, éste ha sido otro elemento importante para que una parte considerable de la población se encuentre indignada por los resultados del sistema económico/político (democracia liberal) seguido por esa nación.
Inflación General y de Educación Superior en EEUU, 1980-2020
3. Acceso a la salud
Un tercer elemento que abonó de manera importante al descontento es el referente a la salud. En EEUU el estira y afloje de los programas de salud con la ascensión forzada y a regañadientes del llamado Obamacare, y su posterior retractación -parcial- por parte de Trump, han acrecentado el enfado de un buen sector de la ciudadanía. En Europa, con sus propios problemas de calidad en la materia y con el recorte de presupuesto, así como la creciente presión al sistema de salud que ha traído la inmigración, también ha traído disgusto, que se manifiesta de vez en vez en reyertas callejeras.
A pesar de que existen otros elementos adicionales que abonan al descontento, señalo estas tres como suficientes para que la ciudadanía estuviera desilusionada y a la vez molesta con el sistema prevaleciente. La crisis del 2008 fue tan solo, reitero, el detonante del descontento generalizado.
Lo cierto es que la población alcanzó un sentimiento de fragilidad, vulnerabilidad y desesperanza. Este sinsabor fue documentado por los economistas Anne Case y Angus Deaton5 en su ya famoso libro de Muertes por Desesperanza.
Estos autores parten de que los EEUU es el único país del mundo desarrollado donde la tasa de mortalidad (por cada 100,000 habitantes) ha aumentado durante los últimos años.
La gráfica de abajo muestra cómo en los otros países de alto ingreso (Alemania, Francia, Canadá, Australia, Gran Bretaña y Suecia) la tasa de mortalidad ha ido a la baja desde inicios de 1990s y hasta la década de 2010s, mientras que para los EEUU este indicador se revierte para el presente siglo alcanzando una cifra muy por arriba de los países mencionados.
Fuente: Case y Deaton (2020)
Case y Deaton exploran las causales y muestran que tanto la tasa de suicidios como las muertes por drogadicción aumentaron en el presente siglo de manera abrupta. A este fenómeno le denominan 'muertes por desesperanza'.
La gráfica de abajo muestra la mediana del ingreso por hogar de población caucásica (no hispana) y la tasa de mortalidad para esa población para el periodo comprendido entre 1995 y 2015. Observe cómo la baja del ingreso tiene como causal la recomposición del trabajo u ocupación, documentada por David Autor (revisado arriba), en la que la gente de calificación media se ve obligada a aceptar trabajos de menor competencia y con menor ingreso. Para ellos, esto es una muestra de que el sistema les ha fallado, de aquí la desesperanza.
Mortalidad total vs Ingreso de los hogares para los Caucásicos (no-hispanos) 1990-2015
En países como México, Brasil y otros de la región, además de la fragilidad y vulnerabilidad por las razones mencionadas aquí, la ciudadanía experimenta una ansiedad elevada como consecuencia del crimen. Incluso la tasa de suicidio en México se ha incrementado para la población entre 15 y 29 años, como lo muestra la gráfica de abajo, particularmente para hombres.
Estos hechos generalizables a muchos países, pues, son las causales del descontento de la ciudadanía en muchos de los países. La crisis del 2008 en EEUU y 2010 en Europa son solo los detonantes. Ante esto, no es de extrañar el ascenso de los políticos antisistema. ¿Se agotó el capitalismo? ¿qué hacer? La próxima entrega hablaré al respecto.
[1] Autor (2019) Work of the Past, Work of the Future . AEA Papers and Proceedings 2019, 109: 1–32
[2] Philippon, Thomas (2019) The Great Reversal: How America gave up on free markets. Harvard University Press. Cambridge, Mass
[3] Milanovic, Branco (2019) Capitalism, Alone. Harvard University Press. Cambridge, Mass
[4] Ver por ejemplo el New York Times, 25 julio, 2023. https://www.nytimes.com/2023/07/25/us/politics/harvard-admissions-civil-rights-inquiry.htm
[5] Case Anne y Angus Deaton (2020) Deaths of Despair and the future of capitalism, Princeton University Press, Princeton, NJ