Máquinas creativas: la revolución silenciosa que desafía el derecho del autor

Por primera vez en la historia, no sabemos quién es el autor. Y eso lo cambia todo.
Mientras celebramos ayer 23 de abril el Día Mundial del Derecho de Autor, una revolución silenciosa está redefiniendo lo que significa ser "creador". Los agentes autónomos de inteligencia artificial (IA) están desmantelando siglos de tradición legal en materia de propiedad intelectual, y la pregunta se vuelve inevitable: cuando una máquina crea sin intervención humana, ¿a quién pertenece lo creado?
El nuevo jugador: agentes que “piensan” solos
No estamos hablando de las ya conocidas IAs que responden preguntas. Los protagonistas de esta historia son diferentes: toman decisiones, planifican y ejecutan tareas complejas sin supervisión humana constante. "Es como tener un empleado digital que no necesita descanso ni instrucciones detalladas", explica un ingeniero de Cognition Labs, la empresa detrás de Devin AI, un sistema capaz de programar software completo de manera autónoma. "Le das un objetivo y él encuentra el camino".
AutoGPT y Open Interpreter representan esta nueva generación de sistemas que no solo responden, sino que actúan por iniciativa propia. Según investigaciones recientes, modelos como GPT-4 muestran ya "destellos de inteligencia general" —capacidades que se asemejan inquietantemente a la resolución humana de problemas. A diferencia de los asistentes tradicionales, estos agentes funcionan como entidades semi-independientes, lo que replantea profundamente la relación entre humano y máquina.
La crisis de identidad del autor
Durante siglos, el concepto de autoría ha descansado sobre tres pilares aparentemente inamovibles:
- Una mente humana que concibe la obra
- Una intención creativa consciente
- Una relación directa entre creador y creación
Los agentes autónomos están pulverizando estos fundamentos. Las Creative Adversarial Networks (CAN) ya generan arte que no imita, sino que innova deliberadamente, aprendiendo estilos artísticos para luego desviarse estratégicamente de ellos. En esta zona gris, se permite la generación de imágenes al estilo de..., aunque en algunos casos la imagen resultante se acerque peligrosamente a la copia directa de una obra específica. La frontera es sutil, y la justicia apenas comienza a delinearla caso por caso.
"Estamos presenciando el fin del paradigma autor-obra-público tal como lo conocemos", advierte el experto en propiedad intelectual Daniel Gervais. Lo que viene después, nadie lo sabe con certeza.
Territorios sin ley: el mapa regulatorio
El vacío legal es alarmante. En Estados Unidos, la Oficina de Derechos de Autor se niega rotundamente a registrar obras generadas exclusivamente por máquinas. Europa avanza con su Ley de Inteligencia Artificial exigiendo transparencia, pero elude la pregunta fundamental: ¿quién es el dueño de lo que crea una máquina autónoma?
América Latina permanece prácticamente desprotegida, con marcos legales que ni siquiera contemplan esta posibilidad. Mientras tanto, en este limbo jurídico, las grandes corporaciones tecnológicas se apropian silenciosamente del producto de estos sistemas, estableciendo de facto un régimen donde el propietario de la herramienta se convierte en propietario de todo lo que ésta produce.
Este vacío normativo genera incertidumbre sobre quién tiene derecho a explotar económicamente una creación automatizada: ¿el desarrollador del modelo, la empresa que aloja la IA o el usuario humano que la emplea? En ausencia de reglas claras, es frecuente que los desarrolladores o propietarios de las plataformas se apropien del producto, dejando al usuario humano sin reconocimiento ni beneficio económico.
La simbiosis creativa como solución
¿Y si estamos planteando la pregunta equivocada? Tal vez no se trate de decidir si el autor es humano o máquina, sino de reconocer una nueva categoría: la coautoría simbiótica.
Este modelo propone reconocer legalmente los roles emergentes: el humano como "orquestador" o "curador", y la máquina como ejecutora técnica. Según los filósofos de la Universidad de Oxford Luciano Floridi y Josh Cowls, este enfoque permitiría mantener una "agencia humana significativa" mientras se aprovecha el potencial revolucionario de los sistemas autónomos. Lo que está en juego no es solo una cuestión legal, sino filosófica: ¿seguirá siendo la creatividad una cualidad exclusivamente humana?
El futuro se escribe hoy
Mientras conmemoramos el Día Mundial del Derecho de Autor, resulta irónico que como nunca antes el concepto mismo de "autor" se encuentre en tal crisis. Las decisiones que tomemos ahora —en tribunales, parlamentos y estudios de desarrollo tecnológico— determinarán si caminamos hacia un modelo excluyente donde solo lo humano merece protección, o hacia un paradigma híbrido que reconozca las nuevas formas de creación compartida.
La disyuntiva es clara: o redefinimos el derecho de autor para la era de las máquinas pensantes, o nos aferramos a conceptos que se desmoronan ante nuestros ojos.
La última decisión, afortunadamente, sigue siendo nuestra. Por ahora.
Referencias de interés
General Intelligence: Early experiments with GPT-4. Microsoft Research. https://arxiv.org/abs/2303.12712 Cognition AI. (2024).
Meet Devin: The first AI software engineer. https://www.cognition-labs.com/
CAN: Creative Adversarial Networks, Generating "Art" by Learning About Styles and Deviating from Style Norms. arXiv:1706.07068.
Floridi, L., & Cowls, J. (2021). A Unified Framework of Five Principles for AI in Society. Harvard Data Science Review. https://hdsr.mitpress.mit.edu/pub/l0jsh9d1
Gervais, D. J. (2020). AI and copyright: authorship and infringement. Journal of the Copyright Society of the USA, 67(1), 1-44. WIPO (2024).
Jiménez Claudia (2025) https://www.arenapublica.com/opinion/claudia-jimenez/la-fiebre-del-arte-ghibli-por-ia-autoria-en-disputa
