Claves para entender el impacto de la IA en la educación

El futuro apunta hacia una "Universidad Aumentada" que sintetiza la tradición académica con la innovación tecnológica. Un modelo que debe abordar desafíos como la brecha digital, la privacidad y la adaptación institucional.
16 Enero, 2025
IA y educación (Foto: Pexels)
IA y educación (Foto: Pexels)

La integración de la Inteligencia Artificial (IA) en el ámbito educativo está transformando radicalmente la forma en que enseñamos y aprendemos. Este fenómeno presenta tanto oportunidades como desafíos que requieren un análisis cuidadoso para garantizar una implementación efectiva y ética.

La primera consideración fundamental es entender que la IA no es una herramienta neutral. Los sistemas de IA están profundamente influenciados por las decisiones de sus creadores, el contexto de su implementación y los patrones de aprendizaje que desarrollan.

Las decisiones de diseño reflejan valores humanos específicos y los algoritmos se optimizan para cumplir objetivos particulares que pueden no siempre alinearse con los mejores intereses educativos. Un ejemplo claro es cuando un sistema se diseña para maximizar la eficiencia en lugar de la equidad, lo que puede resultar en decisiones que priorizan resultados a corto plazo sobre impactos sociales más amplios.

El rol del docente en este nuevo paradigma es crucial. Los profesores deben convertirse en mediadores efectivos entre la tecnología y el aprendizaje, desarrollando habilidades para analizar sesgos en datos, fomentar la reflexión crítica sobre la IA y promover la co-creación con sus estudiantes. Es importante mencionar que hacen falta datos y métricas sobre el uso de herramientas de IA en el aula en nuestro país.

En un estudio sobre la IA en la educación española ("El impacto de la IA en la educación en España. Familias y escuelas ante la inteligencia artificial"; empantallados.com), las estadísticas actuales muestran que el 73% de los profesores ya utilizan IA en su práctica docente, principalmente para generar ideas (64%) y complementar contenidos. Sin embargo, la confianza en estas herramientas permanece moderada, con evaluaciones promedio de 6.0 por parte de los padres y 5.6 por parte de los profesores.

La veracidad de la información y la lucha contra la desinformación se han convertido en desafíos centrales. Los sistemas de IA generativa pueden producir información falsa o sesgada, como se evidenció en 2023 cuando estudiantes en universidades en muchas partes del mundo utilizaron modelos como Chat GPT para crear trabajos y ensayos con datos inexactos. Los docentes enfrentaron dificultades para identificar fuentes originales, lo que debilitó la evaluación crítica del aprendizaje.

De manera paralela, los deepfakes en entornos educativos son una realidad. En el caso de Diego “N” estudiante del Instituto Politécnico Nacional (IPN), quien manipuló imágenes y videos de estudiantes mujeres del mismo instituto, subraya la urgencia de desarrollar mecanismos de protección y verificación más robustos. Los invito a leer mi artículo sobre el caso ("Los derechos digitales en México y sus violencias") en donde el acusado fue absuelto por falta de pruebas contundentes de su participación directa, a pesar de la magnitud de la evidencia. 

Los sesgos en los algoritmos representan otro desafío significativo. Casos documentados en universidades prestigiosas han revelado que los sistemas de recomendación de cursos tienden a sugerir materias STEM a estudiantes hombres en mayor proporción que a mujeres, incluso cuando estas últimas muestran un desempeño superior. Similarmente, los sistemas de detección de participación en clase han mostrado menor precisión al identificar la intervención de estudiantes de minorías étnicas, afectando su evaluación cualitativa.

El impacto de la IA en el mercado laboral tiene implicaciones directas para la educación. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentó uno de los primeros estudios sobre el Índice de Exposición Laboral Generado por la IA (GENOE, por sus siglas en inglés). Entre sus hallazgos menciona que para 2025 el 38% de la fuerza laboral mundial se verá afectada. Profesiones como operadores telefónicos muestran una exposición del 92%, mientras que actividades como la docencia y la atención médica presentan menor vulnerabilidad. Esto requiere una adaptación del sistema educativo para preparar a los estudiantes ante un panorama laboral cambiante.

A pesar de las resistencias que existen todavía en los claustros docentes, las universidades deben evolucionar hacia modelos híbridos que combinen lo mejor de la tradición académica con la innovación desde la perspectiva de un humanismo tecnológico que resalta la centralidad de las decisiones humanas. Existen evidencias que los asistentes de aprendizaje personalizado pueden generar diálogos académicos interesantes, mientras que los sistemas de evaluación continua proporcionan retroalimentación inmediata. De la misma manera, los entornos inmersivos inteligentes crean experiencias educativas multisensoriales que potencian el aprendizaje sobre todo en las generaciones Z y Alpha.

Para implementar exitosamente la IA en la educación, las instituciones deben desarrollar capacidades institucionales sólidas, incluyendo la formación docente en competencias de IA, una infraestructura tecnológica escalable y un marco ético robusto. La transformación curricular debe integrar competencias digitales avanzadas, flexibilizar los itinerarios formativos y garantizar la actualización continua de contenidos.

La visión de futuro apunta hacia una "Universidad Aumentada" que sintetiza efectivamente la tradición académica con la innovación tecnológica. Este modelo debe abordar desafíos persistentes como la brecha digital cognitiva, la privacidad de datos y la adaptación institucional. El éxito de esta transformación dependerá de nuestra capacidad para mantener un enfoque centrado en el ser humano, donde la tecnología actúe como facilitadora del aprendizaje sin perder de vista los valores fundamentales de la educación.

Claudia Jiménez Claudia Jiménez Politóloga e Internacionalista en temas de cooperación internacional y derechos humanos en América Latina, con 20 años de experiencia en consultorías nacionales y gobierno. Profesora universitaria y conferencista. Desarrolladora de cursos y proyectos de tecnología y ética para la academia y empresas. Catedrática de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno, y de Estudios Humanísticos y Educación del Tecnológico de Monterrey. Pionera en Inteligencia Artificial en educación.