Retiros de Afores por desempleo se disparan con Peña Nieto y AMLO

Los retiros en las afores dieron un salto de 6,091 millones con Calderón, a 22,502 millones con Peña Nieto. De allí, la pandemia los disparó a 41,473 millones con López Obrador.
9 Julio, 2021 Actualizado el 12 de Julio, a las 19:56
2020 causó una ola de retiros en las Afores, impulsando la tendencia al alza que viene desde 2006 (Foto: Pixabay)
2020 causó una ola de retiros en las Afores, impulsando la tendencia al alza que viene desde 2006 (Foto: Pixabay)
Arena Pública

Los retiros por desempleo de las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores) llegaron a un máximo en el sexenio de López Obrador.

Con datos de la Comisión Nacional de Ahorro para el Retiro (Consar), al menos desde 2006, con cada nuevo presidente aumenta significativamente la cantidad de dinero que los trabajadores retiran de sus Afores por desempleo.

Entre diciembre de 2018 y mayo de 2021, el periodo que lleva Andrés Manuel López Obrador, ya se acumularon más de 41 mil 473.5 millones de pesos retirados. La cifra es de casi el doble que la registrada durante los primeros 29 meses del sexenio de Enrique Peña Nieto, de 22 mil 502.2 millones de pesos. Ésta, a su vez, representa también un salto importante frente al dato registrado para el inicio del sexenio de Felipe Calderón, cuando solo se dispusieron de seis mil 91.5 millones de pesos.

Dicha tendencia se suma al mayor "promotor" de los retiros por desempleo: la crisis económica provocada por la COVID-19.

De acuerdo con la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), el desempleo es una de las razones por las cuales las personas pueden hacer un retiro de su Afore. Vale aclarar que existen varias limitantes: Solo se puede hacer un retiro cada cinco años, se pueden retirar hasta 90 días del salario base y se necesita estar desempleado por más de 45 días.

Aún con estos controles, la cantidad de dinero que los mexicanos han retirado de sus Afores gracias a este recurso durante la pandemia es significativa. De acuerdo con la misma Consar, entre enero y mayo del 2021 se han retirado más de ocho mil 617 millones de pesos por concepto de desempleo. Esta cantidad representa 28.36% más de lo que se retiró en ese mismo periodo del 2020; y 42.95% de lo que se retiró a lo largo de todo el año pasado.

No solo se retiró más dinero, sino que también más personas optaron por hacer uso de los recursos de su Afore para sobrellevar su condición económica. En una entrevista con Arena Pública, Álvaro Meléndez, vicepresidente técnico de Asociación Mexicana de Afores (Amafore), apunta que entre 2014 y 2016, alrededor de 1.1 millones de trabajadores hacían uso de esta facilidad. Pero para finales de 2020, ya se contabilizaban alrededor de 1.85 millones.

Agregó que, en lo que va de la pandemia (desde marzo de 2020 y hasta mayo de 2021, cuando se publicó la última estimación de Consar, el número de personas que habían solicitado un retiro por desempleo de su Afore ya era de 2.3 millones.

Hay dos razones principales que explican el mayor uso de este recurso de protección para los trabajadores. Primero, el desempleo mismo. Según DataMéxico, para el último trimestre del 2020 todavía había una brecha de 1.4 millones de personas económicamente activas con respecto al primer trimestre de ese año, cuando comenzó la pandemia. La otra razón es que se eliminaron muchas barreras de entrada para el uso de esta opción.

Desde abril del año pasado, la Consar anunció que los ahorradores podrían usar canales digitales para tramitar un retiro parcial por desempleo, a través de la herramienta Afore Móvil. La intención era que el proceso pudiera ser más seguro y sencillo en el contexto de la crisis sanitaria. Pero en ese mismo comunicado, la Comisión advertía que sería responsabilidad de los mismos trabajadores “revisar cuidadosamente las implicaciones de hacer un retiro por desempleo”.

 

El problema inminente

Son precisamente estas implicaciones que describe Consar las que representan el mayor peligro para el esquema de pensiones mexicano a futuro.

De inicio, la forma en que se habilitan estos retiros por desempleo no son bien vistas por todos los especialistas del mercado. Efraín Bastida, socio de Impuestos en Deloitte México, apunta que ahora se “penaliza al trabajador por disponer de los recursos de su Afore al quedarse sin empleo, perdiendo semanas de cotización”.

Cierto, la Consar afirma que se pueden recuperar las semanas si se repone el dinero obtenido. Pero considerando los hábitos de ahorro voluntario de los mexicanos que expone la OCDE, es poco probable que eso suceda. Así pues, la decisión de priorizar una supervivencia a corto plazo por la crisis de la COVID-19 podría provocar que las personas tengan que trabajar más tiempo del esperado para poder acceder a su pensión.

Pero incluso si no se modificaran las semanas cotizadas con estos retiros por desempleo, no reponer este dinero tendría consecuencias importantes en el largo plazo. En datos de Consar, para diciembre del año pasado, se administraban 4.7 billones de pesos entre las Afores activas en México, divididas en 68.1 millones de cuentas. Entre julio de 2020 y mayo del 2021, la disposición de recursos promedio fue de 10 mil 968 pesos por cuenta.

 

Vicios de origen

Debe reconocerse que el sistema pensionario en México tiene sus éxitos. El pasado primero de julio, el Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) cumplió 24 años de su fundación. Entonces, la Consar lo celebró apuntando que es el intermediario financiero más importante del país, solo por detrás de la banca comercial, con la administración de recursos equivalentes al 21.2% del Producto Interno Bruto (PIB).

No es una visión exlusiva de la Comisión. Agentes de escala global también le han concedido reconocimientos importantes. En un reporte de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), la República Mexicana es la que reportó las tasas de retorno de inversión más altas para sus fondos de ahorro entre los miembros del grupo, de 9.3% anual para 2020. La cifra supera incluso a países con mercados bursátiles más dinámicos, como Brasil o Estados Unidos.


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También, a inicios del año pasado, se implementó una reforma al sistema de pensiones de México que redujo el número de semanas cotizadas necesarias para que las personas pudieran jubilarse con una  indemnización completa, de mil 250 en 1997 a mil para 2031. También modificó las cantidades y funcionamiento de la aportación patronal y la cuota social del gobierno, de forma que el ahorro de las Afores subiera a 15% del salario base.

Además, se puso como meta reducir las comisiones que cobran las administradoras, con el  fin de alcanzar una media similar a la que se ve en el mercado internacional. Y, por último, mejoró el monto potencial de las pensiones garantizadas, estableciendo un sistema más complejo que toma en cuenta semanas cotizadas, edad de retiro y salario promedio para calcular los pagos.

Especialistas en el mercado están de acuerdo que eran cambios necesarios. Por ejemplo, Marcela Flores, presidente ejecutiva de Lockton México, reconoció en entrevista con Arena Pública que estas modificaciones al ecosistema de las Afores son positivas y sí mejoran el nivel de las pensiones.

Pero hay varios desafíos que afectan la eficacia del sistema pensionario en México más allá de la crisis sanitaria. Uno de ellos es el rol que juegan los trabajadores de la economía informal. Marcela Flores asegura que la reforma de 2020 que presume Consar “se quedó corta, porque si bien incrementa las pensiones para la población formal, seguimos teniendo en nuestro país un gran problema de qué hacer con la población informal. Mientras no exista un mecanismo para que todas las personas por  igual, el gobierno y los patrones vayan generando recursos para el retiro, difícilmente vamos a poder ver mejores esquemas pensionarios”.

Incluso dejando de lado la diferencia de condiciones  entre los trabajadores del sector formal  y su contraparte informal, el hecho que el esquema pensionario se base principalmente en aportaciones voluntarias ha expuesto una barrera cultural importante.

En otro reporte de la OCDE específicamente sobre el sistema de pensiones en México, la Organización señala que el valor de los activos en estos fondos de ahorro para el retiro estaba por debajo del promedio de los países miembro. En 2014, tenían un valor de 14.1% del PIB, menos de una décima parte de lo registrado en los Países Bajos (más del 150%).

La baja cifra de activos gestionados por las Afores se explica, en parte, porque las aportaciones voluntarias son reducidas. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que en México, apenas el 6.8% de los afiliados han realizado en algún momento un ahorro voluntario en sus cuentas para la pensión.

Además, en estimaciones de Irma Pérez Cancino, investigadora de la Escuela Bancaria y Comercial Campus Chiapas (en entrevista con El Diario de Chiapas), tal es el desconocimiento sobre las Afores y los esquemas de retiro que hay alrededor de 3.2 millones de trabajadores con 65 años o más en México que no han retirado su pensión.

 

La perspectiva a futuro

Si se combinan la pérdida masiva de recursos para los pensionados de México causado por la crisis de COVID-19, la tendencia sexenio a sexenio de aumentar los retiros por desempleo, y el problema de una mala cultura del ahorro, en el futuro a largo plazo se podría ver cómo se hace más complejo un problema recurrente en el país: La pobreza entre adultos mayores.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), para 2018 el 70 por ciento de la población en México con más de 65 años recibía alguna pensión o el apoyo de programas sociales. Pero estos ingresos no bastan para sacarlas de la pobreza, apunta el mismo organismo.

Lo anterior lleva a que muchas personas que por edad ya podrían jubilarse sigan participando en el mercado laboral. Cierto, no se trata de un fenómeno único de México. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) apunta que, a nivel América Latina, la proporción de personas de 65 a 69 años que debían seguir trabajando había pasado de 38.6% en 2002 a 39.3% en 2016.

Pero ya desde 2019, una investigación de Sin Embargo estimaba que, para 2035, habría alrededor de 5.3 millones de adultos mayores en situación de pobreza en México, equivalente a uno de cada cinco personas de la tercera edad. Y entonces no se había tomado en cuenta el impacto de la COVID-19, tanto en los retiros por desempleo como la falta de cotización de las millones de personas que se quedaron sin trabajo.

Hasta ahora, las propuestas son las mismas de siempre: Fomentar una cultura de ahorro más dinámica. En este contexto, las mismas administradoras han hecho un esfuerzo notable para interactuar y motivar a los trabajadores. La Amafore organiza recurrentemente eventos de concientización y difusión sobre la importancia de las aportaciones voluntarias para el retiro.

Álvaro Meléndez apunta que se debe seguir concientizando a los trabajadores sobre la importancia de regresar el dinero que se retiró por desempleo, y que considere fortalecer su ahorro voluntario.

Pero también -dice Meléndez- se debe trabajar en el reconocimiento de "los rendimientos que te da la Afore. Las Afores han dado rendimientos muy importantes, comparadas con otras inversiones. México está en el primer lugar de rendimientos de los fondos de pensiones en la OCDE. ¿Qué nos dice esto? Que las administradores han dado de los mejores resultados del mundo, aún en el contexto de la pandemia. Eso significa que el trabajador puede maximizar esos beneficios si trabaja en el ahorro voluntario".

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