Mercados degradan la deuda soberana de México a pesar de sus calificaciones
Las dudas matan en los mercados de deuda. Hace tiempo que el mercado degradó la deuda soberana de México.
Si bien Standard & Poor’s (S&P) ha mantenido la calificación de la deuda soberana en BBB+, dos escalones arriba del grado de inversión, con una perspectiva estable desde julio de 2017, los mercados negocian la deuda soberana de México a tasas equivalentes a una calificación mucho menor.
El bono mexicano a 10 años se negocia en los mercados internacionales a un rendimiento de 8.34%, similar a la de Rusia o Indonesia que tienen una calificación dos peldaños abajo, de BBB-, que la de México.
En cambio, bonos soberanos como los de Perú, que tienen una calificación de riesgo similar a los mexicanos, se negocian a rendimientos de 5.52%, muy por debajo de los de México. Incluso los bonos colombianos pagan un rendimiento de 7.05% con una deuda soberana calificada con BBB- por S&P.
Estos datos extraídos de los sistemas de operación de los mercados secundarios de bonos, muestran que los inversionistas demandan sobreprecios cuando se trata de comprar bonos soberanos de México. Pero también que México, desde hace algún tiempo, no ha logrado beneficiarse de su buena calificación crediticia reduciendo sus costos financieros por el pago de intereses.
Una historia de finanzas públicas politizadas
Los gobiernos que tienen calificaciones crediticias altas, de grado de inversión -es decir de BBB- hacia AAA- tienen, entre otras, la ventaja de pagar menores rendimientos a los inversionistas interesados en comprar sus bonos. Y es que el riesgo de comprar un bono soberano se indica mediante la calificación crediticia: mientras menor sea el riesgo, menor será la tasa de rendimiento del bono.
Pero desde hace algún tiempo los bonos mexicanos se han cotizado como si tuvieran una calificación menor a la que se les asignó. En mayo de 2013, año del anuncio de las reformas estructurales en el gobierno de Enrique Peña Nieto, los bonos mexicanos cotizaron en 4.43%, en un entorno de tasas bajas y de expectativas sobrevaloradas.
Pero fue a finales de 2016, cuando se generalizó el cuestionamiento del manejo de las finanzas públicas y particularmente el crecimiento de la deuda, cuando las tasas de rendimiento de los bonos dieron un brinco hacia niveles de 7%. Y desde ese momento no han parado de crecer.
Antes de la elección presidencial de julio de 2018, en la que López Obrador ganó la Presidencia, los bonos soberanos ya se cotizaban en 7.64%. Y previo a la toma de posesión del 1 de diciembre –y con el escándalo del aeropuerto encima- los bonos habían superado el 9.2%; una tasa de rendimiento similar a la de aquellas deudas de gobiernos que no tienen grado de inversión.
Desde diciembre, y con algunos altibajos, los rendimientos de los bonos mexicanos se han movido entre 8.65% y 8.34%, uno de los niveles más bajos en lo que va de esta administración.
Sin embargo, las expectativas que tienen los inversionistas sobre el riesgo México no son muy halagüeñas. No solo por la esperada alza de tasas de interés en el año o por un menor crecimiento de la economía; sino también por la incertidumbre sobre las finanzas de Pemex y su natural contagio a los bonos soberanos.
Para diciembre de este año se espera que los bonos mexicanos coticen a niveles de 8.79%, según cálculos de analistas. Es decir, alejado de los beneficios que otorga contar con una calificación alta.
Pero además, el panorama global no parece que favorecerá mejores rendimientos para los bonos mexicanos. Un documento del banco español BBVA sobre fondos globales advierte que el atractivo de los países emergentes, visto en los dos primeros meses del año, no es sostenible porque "el entorno más favorable ya se ha descontado".
Mientras tanto, el gobierno mexicano seguirá pagando los altos costos financieros por las dudas e incertidumbres en el rumbo de sus finanzas públicas, incluyendo a Pemex. Asunto en el que la Junta de Gobierno del Banco de México insistió en su más reciente minuta del 21 de febrero.
MÁS INFORMACIÓN: Situación de Fondos Globales en una montaña rusa (Febrero, 2019) BBVA
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