Se intensifican conflictos sociales y económicos por crisis de agua en el país
La crisis del agua se está intensificando, y sus efectos podrían ser devastadores para la economía.
Moody´s Investors Service advirtió en su reporte “Sequías y el estrés hídrico presentan cada vez más riesgos del clima físico” que durante los próximos años la falta de agua “ejercerá una mayor presión crediticia sobre los emisores de diferentes sectores”.
La sequía de este año, una de las más importantes de la última década, está presionando los costos operativos de las empresas y generando fuertes incrementos en los precios alimenticios, lo que para Moody's es apenas una muestra de los efectos catastróficos que puede tener el estrés hídrico.
Se habla de estrés hídrico cuando la demanda de agua es mayor a la disponible, ya sea porque el volumen existente es insuficiente o la calidad del recurso la hace no apta para consumo humano.
El pasado 11 de agosto, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) decretó el inicio de la emergencia por sequía extrema para el año 2021, que implica la limitación temporal a los derechos de agua de los habitantes de las comunidades afectadas.
Los impactos que México está viviendo son solo una muestra de lo que pasará en los años siguientes, alertó Moody´s, destacando que según las estimaciones de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), el estrés hídrico aumentará en 30 de los 31 estados y en la capital del país durante los próximos 10 años.
Entre el impacto industrial y el impacto social
Las mineras y la industria de bebidas serán dos de las principales industrias que se verán afectadas por la escasez hídrica por su alto consumo.
Tan solo Coca Cola, la mayor embotelladora del mundo y de México, extrae 55 mil millones de litros de agua al año, seguida por Pepsico, con 32 mil millones de litros. Si bien mineras y embotelladoras tienen planes de gestión del agua para enfrentar la escasez, el aumento del estrés hídrico las forzará a aumentar la inversión de capital para asegurar su suministro, advirtió la calificadora.
Pero la escasez de agua no solo amenaza a la industria con un encarecimiento de la producción sino que también las está confrontando con las comunidades, quienes ven reducida su disponibilidad de agua para consumo doméstico y de riego.
El Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA) estima que el 38% de los proyectos mineros se ubican en zonas de acuíferos sobreexplotados, lo que ha motivado que el 11% de conflictos sociales entre los pobladores y los empresarios tengan como origen la disputa del agua, reportó Los Angeles Times.
Para la industria de la bebidas la situación no es muy diferente. Los conflictos comunitarios son directamente provocados por la explotación de los mantos acuíferos, que según acusan los pobladores deja sin agua a los pueblos e incluso daña la estructura del suelo.
El caso más reciente es el del enorme socavón que apareció en Juan C. Bonilla, Puebla. Si bien la Conagua descartó la versión del gobierno de Puebla, que aseguró que con base en un estudio preliminar del Instituto Politécnico Nacional (IPN) el socavón había sido causado por la sobreexplotación de los mantos acuíferos, la versión siguió siendo objeto de acusaciones en contra de las empresas, principalmente en contra de la embotelladora Bonafont.
El conflicto escaló al punto de que cerca de un centenar de personas de la organización “Pueblos Unidos” decidieron hace una semana tomar las instalaciones de la empresa en Juan C. Bonilla, con el objetivo de detener lo que calificaron como “despojo”.
El gobierno de Puebla y la Conagua se han deslindado del conflicto, señalando que ello compete a la Secretaría de Gobernación por su carácter federal y de conflicto de gobernabilidad.
Se alejan las metas de generación de energía limpia
Tampoco ayuda la crisis hídrica a la consecución de los objetivos de sustentabilidad energética del gobierno federal.
La Ley de Transición Energética establece, en su tercer artículo transitorio, que la Secretaría de Energía deberá lograr una participación mínima de energías limpias en la generación de energía eléctrica y del 35% para 2024, pero la escasez hídrica podría dificultad alcanzar el objetivo, señaló Moody´s.
Para abril de este año, el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional 2021-2035, informó que el 32% de la generación total de electricidad se realiza a partir de fuentes de energía limpia, entre las que destaca una participación de 14.1% de la generación hidroeléctrica.
En los últimos tres años, la adición de nueva capacidad al sistema hidroeléctrico nacional ha sido mínima, pues se ha priorizado la inversión en sistemas de ciclo combinado (no limpias) y en generación fotovoltaica y eólica.
Sin embargo, según el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), durante los últimos meses la electricidad proveniente de las presas generadoras ha aumentado incluso más de 100% respecto al año pasado.
El incremento se debe la política de renovación del sistema hidroeléctrico nacional que el presidente López Obrador prioriza por encima de otras energía limpias pues, a diferencia de las centrales solares y eólicas, las 60 plantas del país están en manos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) a la cual el presidente busca blindar como actor mayoritario del mercado.
Que las presas en el país sigan siendo las protagonistas de la energía limpia no las exenta de conflictos. Además de que la intensificación de las sequías podría causar un severo golpe a la producción de energía limpia, la construcción y operación de presas, hidroeléctricas o no, genera un severo impacto sobre los cauces de los cuerpos acuíferos.
La intervención de ríos o lagos puede afectar la disponibilidad de agua para las comunidades, o caso contrario, provocar inundaciones en sitios donde no las había como han acusado pobladores de Temacapulín ante el anuncio de López Obrador de que continuará las obras de la Presa El Zapotillo en Jalisco.
Alimentos suben por crisis en el campo
Si la inflación ha sido preocupante en los últimos meses, más preocupante es saber que un importante factor que la ha originado es también la crisis hídrica.
Desde el mes de abril, el inicio de la sequía en el país comenzó a presionar los precios de frutas y verduras ante la caída de las cosechas que fueron frustradas por la falta de agua para riego elevando tan solo en ese mes 4.29% el precio de frutas y verduras, el mayor incremento entre todo el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC).
El precio de los alimentos preparados ha resentido estos incrementos en los meses subsecuentes, manteniendo al alza la inflación subyacente, fenómeno que incluso está preocupando al Banco de México (Banxico).
En su decisión de política monetaria del mes de junio, primera vez que el Banxico subió la tasa de interés luego de un largo ciclo expansivo, el organismo central destacó como un riesgo las presiones agropecuarias originadas por la sequía, mismo que repitió en su última decisión.