¿Cuál es el estado de los alimentos libres de riesgos en México?
Una minoría de productores agrícolas y pecuarios del país adoptan procesos que garantizan que los alimentos están libres de riesgos.
Si bien los productos de exportación cultivados en México necesitan un certificado para garantizar la calidad de sus productos agroalimentarios, la situación cambia con aquellos que son dirigidos al consumo interno; particularmente aquellos de venta en mercados y tianguis populares.
“Ven en el mercado un jitomate, una manzana, un plátano y lo ven atractivo, pero no sabe si ha sido producido con estándares de inocuidad; puede ser posible que tenga algún residuo químico, o trae algún contaminante”, explica Eugenio Cedillo Portugal, experto en agricultura protegida y académico de la Universidad Nacional Autónoma de México en entrevista.
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), "un alimento inocuo significa que está libre de bacterias y hongos o mohos dañinos, productos químicos y otros materiales que puedan ser dañinos para la salud. Así cuando un alimento es inocuo su consumo es seguro".
Para garantizar la inocuidad de los alimentos el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) establece Sistemas de Reducción de Riesgo de Contaminación (SRRC), como las Buenas Prácticas de Producción (BPP) o Buenas Prácticas de Manejo (BPM).
Sin embargo, “en algunos lugares de México, estos lineamientos aún son voluntarios, por lo que urge intensificar dichos programas”, escribió Cedillo Portugal, en coautoría con Socorro Anaya Rosales, en el artículo Implicaciones socioeconómicas para la implementación de programas de sanidad, calidad e inocuidad alimentaria en el sector productivo de frutas y hortalizas en México, publicado en 2018 por la Revista Agroproductividad, editada por el Colegio de Postgraduados en Ciencias Agrícolas.
Y es que México es un país de miles de pequeñas unidades de producción agropecuaria, muchas de las que aún carecen de estos procesos. En el primer trimestre de este año, 17 mil 520 unidades de producción agropecuarias implementaron los SRRC y las buenas prácticas, mientras que 2 mil 291 unidades de cultivos de arroz, frijol maíz y trigo implementaron el Buen Uso y Manejo de Plaguicidas (BUMP), de acuerdo con datos de SENASICA.
Coahuila (971), Sinaloa (2019) y Jalisco (203) fueron los estados que implementaron más procesos BUMP durante este periodo; en contraste con Tlaxcala, Tamaulipas, Tabasco, Querétaro, Morelos y Chiapas, que no lo hicieron.
Estas cifras son destacables, porque de acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, en 2021 México contaba con más de 4 millones de Unidades de producción entre agrícolas y pecuarias.
Por esta realidad es que el investigador y académico de la UNAM, insiste en que “la gente se tiene que capacitar y, por otro lado, el gobierno tiene que participar con campañas para que la mayor cantidad de agricultores adopten medidas de inocuidad en sus procesos de producción, que implica toda una planeación, desde antes de sembrar, durante la siembra, el manejo de la cosecha, y el transporte hacia su destino final; porque en cualquier etapa del proceso se puede contaminar”.
El valor de la inocuidad alimentaria
Los alimentos contaminados causan más de 250 enfermedades. “Los CDC estiman que todos los años 48 millones de personas contraen una enfermedad transmitida por los alimentos, 128 mil son hospitalizados y 3 mil mueren”, se lee en el portal de Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC), la agencia nacional de salud pública de Estados Unidos.
A nivel mundial se estima que cada año se enferman 600 millones de personas por ingerir alimentos contaminados; es decir, 1 de cada 10, y mueren 420 mil, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Siendo los niños (40%) los más afectados. Añade que “se pierden 110 mil millones de dólares en productividad y gastos médicos a causa de los alimentos insalubres en los países de ingresos bajos y medianos”.
Por su parte, el Banco Mundial (BM) estima que la pérdida de productividad en países de bajos y medianos ingresos cuesta 95 mil 200 millones de dólares por año, y el costo anual del tratamiento de las enfermedades transmitidas por los alimentos, 15 mil millones de dólares. “Otros costos incluyen pérdidas de ventas de granjas y empresas, ingresos comerciales perdidos, las repercusiones en la salud de los consumidores que evitan alimentos perecederos pero ricos en nutrientes y la carga ambiental del desperdicio de alimentos”, dice el BM.
Además, la ingesta de alimentos contaminados puede transmitir enfermedades con potencial epidémico: el 48% de las epidemias ocurridas en Estados Unidos entre 1973 y 1987 fueron ocasionadas por alimentos de origen animal, de acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud.
Por todos estos resultados es importante “crear y mantener sistemas e infraestructuras adecuados para gestionar y hacer frente a los riesgos relacionados con la inocuidad de los alimentos a lo largo de toda la cadena alimentaria, en particular durante las emergencias”, ha dicho la OMS.