Los otros datos de ingreso y de pobreza
¿Cómo es posible que ante el estancamiento de la actividad económica entre 2018 y 2022 la pobreza se redujera? Esta es una pregunta razonable, al ser los ingresos un determinante clave de la pobreza y estos estar generalmente asociados al tamaño de la economía.
Las posibles respuestas a esta pregunta son múltiples, pero algunas de ellas pueden ser sorprendentes: los datos de ingreso con los que se calcula la pobreza pudieron haber tenido un aumento estadísticamente atípico que favoreció artificialmente la reducción de la pobreza.
Entre 2018 y 2022 el PIB permaneció prácticamente sin cambio, mientras la población crecía. El PIB per cápita decreció en consecuencia 3.6% en términos reales. Sin embargo, el ingreso corriente total por persona registrado en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), con la cual se calcula la pobreza, muestra un aumento de 9.7%. Una discrepancia de esta magnitud, aunque factible, no es muy común, lo que amerita un examen más detallado.
La discrepancia entre las cifras de PIB y las ENIGHs estriba en que del primero sólo el ingreso disponible de los hogares es equiparable al ingreso de las encuestas, además de que PIB y sus derivados proviene de un ejercicio muy amplio de contabilidad nacional y el segundo de lo que declaran los encuestados. Estos últimos suelen subdeclarar sus ingresos, particular, pero no exclusivamente, en los estratos más ricos. Por este motivo, la cifra de ingreso disponible con base en el PIB suele ser subestimado en las ENIGH.
De acuerdo al Boletín Número 8 del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA), en 2018 el ingreso de las ENIGH sólo captaba el 35% del ingreso disponible de los hogares. Para 2022, se estima que esto mejoró notablemente llegando a captar el 41%. Esta mayor capacidad de registro del ingreso disponible por parte de la encuesta de hogares en 2022 es sorprendente, y no se observaba al menos desde 2006.
La mejora estadística de la información no tendría mucha importancia de no ser porque tan sólo por este factor habría un crecimiento de 17% del ingreso de los hogares en la ENIGH con el ingreso disponible permaneciendo estancado. Puesto de otra forma, prácticamente la totalidad de la mejora de los ingresos per cápita registrados en la ENIGH provendría de un cambio estadístico atípico en la información, no de un aumento en el ingreso con el que efectivamente cuentan las personas.
La implicación de lo anterior es que, manteniendo comparable la proporción de la captación del ingreso disponible por parte de las ENIGH entre 2018 y 2022, la pobreza no se habría reducido como lo reportó el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Esta posibilidad amerita ser investigada, y más aún a la luz de los cálculos del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) de la UNAM que muestran que con una variante oficial de la metodología vigente la pobreza prácticamente no cambió.
El PUED ha calculado la pobreza mediante el procedimiento vigente entre 2016 y 2020 extendiéndolo a 2022. Este método, adoptado a partir de la pérdida de comparabilidad de las encuestas en 2016, calcula el ingreso de los hogares sin perder la continuidad con la serie bienal que inicia en 2008. El procedimiento da consistencia a la información de los levantamientos de la ENIGH sin identificar mejoras o deterioros respecto a otras fuentes, pero permite detectar saltos inesperados del ingreso respecto la historia de los levantamientos recientes de la ENIGH.
Lo que el PUED encuentra es una gran consistencia entre las estimaciones del método 2016-20 con lo calculado por el nuevo procedimiento adoptado desde 2020, esto para los años 2016, 2018 y 2020. Sin embargo, para el año 2022 presenta una discrepancia notable con la pobreza estimada por el Coneval. Mientras que éste calcula que la población pobre es de 36.3% de la población, el PUED la estima en 41.8%. Con este último dato la reducción de la pobreza oficial observada entre 2018 y 2022 prácticamente desaparece.
Lo que destaca del ejercicio del programa de la UNAM es que por una vía distinta a la del CEMLA atribuye un menor ingreso disponible a los hogares que lo registrado por la ENIGH. Para el PUED en vez de que entre 2018 y 2022 cayera la proporción de personas con ingreso insuficiente para comprar la canasta mínima de satisfactores ésta aumentó en un punto porcentual.
Los análisis del CEMLA y el PUED son sugestivos de un registro atípico del ingreso disponible de los hogares en 2022 por parte de la ENIGH, pero deben tomarse con cuidado. De ninguna manera prueban que hubo un error en los datos del INEGI o los cálculos del Coneval. Si acaso, apuntarían a que dentro de las probabilidades con que suele recabarse la información se presentó una captación del ingreso mejor a la esperada.
El que ejercicios como los del PUED o CEMLA no sean definitivos tampoco debe demeritarlos. Este tipo de análisis sirve para establecer lo robusto de la información del ingreso y de los cálculos de pobreza, y permiten a los investigadores explorar otras vías para dar sentido a los datos. Su valor estriba en abrir una agenda de investigación que puede terminar por consolidar los resultados obtenidos o señalar precauciones a la hora de interpretarlos.
Los ‘otros datos’, cuando se exploran con rigor, también pueden existir y ser útiles.