El 2025

A diferencia del primer año en los sexenios anteriores, la presidenta enfrenta cuatro retos fundamentales con una inversión nacional y extranjera en "modo de espera".
9 Enero, 2025
Producción manufacturera a la baja.
Producción manufacturera a la baja.

Al igual que casi todos lo analistas, considero importante señalar solo algunos de los retos que enfrentará la economía mexicana de cara al año 2025.

Antes de ello es necesario enfatizar que la historia contemporánea del país sugiere que todo primer año (calendario) de cada administración ha sido uno de crecimiento modesto en el mejor de los casos. Ello se debe a muchos factores, pero el principal es la incertidumbre que genera un nuevo gobierno en nuestro país. La mayor parte de ellos intentan inventar el hilo negro sexenalmente, y cambian mucho las reglas del juego, desde licitaciones públicas, hasta el énfasis de los proyectos de inversión pública. Eso lo ha aprendido el sector privado que se coloca en “modo de espera” ese primer año de gobierno, postergando inversiones importantes.

Dicho esto, en la presente administración cualquiera diría que las reglas del juego no cambiarán debido a la continuidad expresada por la propia presidenta, por lo que esa incertidumbre de primer año no debiera de existir. Sin embargo, el mayor giro de timón en las relaciones económicas de la pasada administración se dio en los últimos meses, lo que de manera natural generó un nuevo tipo de incertidumbre por el que se atravesará irremediablemente todo el primer año de gobierno.

Así, a diferencia de ese primer año en los sexenios anteriores, la presidenta enfrenta cuatro retos fundamentales. Primero, recibe una economía en plena desaceleración (que no sucedió en los sexenios anteriores, al menos no tan marcada). Segundo, recibe las finanzas públicas muy comprometidas, no solamente en términos de composición de gasto, sino que enfrenta el reto de reducir un déficit de 6 por ciento del PIB (curioso y paradójico, al secretario de hacienda que permitió ese déficit, se le premia para seguir al frente. Así pasará a la implacable historia, como el deficitario). Tercero, recibe la vacilación de una reforma judicial sui géneris, por decir lo menos; el indicador para México de “riesgo-país” se incrementó considerablemente en el último trimestre del año anterior. Y, finalmente, tiene que manejar las embestidas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Vayamos por partes. La desaceleración abrupta de la creación de empleo del 2024 se debe a la disminución de la producción manufacturera. Recuperar el terreno perdido implica reducir la incertidumbre económica y mostrar sigilo en la relación con el país del norte.  Infortunadamente lo dudoso de la reforma judicial se reducirá hasta el año que entra cuando se aprecien sus resultados (personalmente creo que no habrá mucha diferencia con el sistema judicial anterior. Los agentes se acomodarán a eso, igual de malo). 

Por ello, del lado de la actividad económica, el panorama luce poco halagador. Mi estimación es que el país crecerá ligeramente por arriba del 1 por ciento. Esta cifra, si bien no catastrófica, solo manifiesta que el mayor reto económico del país en términos de un mayor crecimiento persiste, independientemente si el modelo es el de la época anterior o el actual.

Segundo, las finanzas públicas tendrán un ajuste importante. La presidenta ha blindado los programas de bienestar. Esto indudablemente ayudará a la población a aminorar los estragos que causará la menor actividad económica. No obstante, ante un crecimiento muy bajo, y ante la ausencia de una reforma fiscal que eleve la recaudación necesaria para poder cumplir con las obligaciones que le marca al Estado la Constitución, tendrá que darse una recomposición del gasto a la vez de un amarre del cinturón. Como es costumbre, la inversión pública es la variable de ajuste, lo que en turno genera menor crecimiento económico. En adición, otros rubros sociales como educación también estarán sufriendo mayores retrocesos en términos presupuestarios, afectando el crecimiento en el largo plazo. Por si fuera poco, el mantenimiento de servicios públicos seguirá sufriendo un deterioro en su calidad.

Tercero, ante las deportaciones masivas, y en un ambiente de desaceleración de la creación de empleo, el reto será atender las necesidades de ocupación. Estas estarán escasas, lo que impondrá mayores presiones a las finanzas públicas, dependiendo los programas que se vayan a implementar para atenderlos. Más aún, las remesas disminuirán lo que podría aumentar la volatilidad del tipo de cambio.

Finalmente, dentro de los riesgos geopolíticos, la relación con Estados Unidos será un factor que generará mayor desconfianza entre los inversionistas. La posible guerra comercial tendría efectos muy negativos sobre ambas economías. Así, esto agrega una mayor suspicacia respecto a los indicadores económicos. Por esto, la inversión nacional y extranjera estará en “modo de espera”. Finalmente, el tipo de cambio presentará mucha volatilidad durante el año.

Fausto Hernández Trillo Fausto Hernández Trillo Investigador y académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Experto en finanzas públicas, macroeconomía y sistema financiero. Investigador Nacional Nivel III. Doctor en Economía por la Universidad Estatal de Ohio, EU, y profesor visitante en universidades de México y Estados Unidos. Autor de 3 libros y de decenas de artículos académicos. Conferencista y consultor de organismos internacionales y del gobierno mexicano y galardonado con el Premio de Economía Latinoamericana "Daniel Cosío Villegas".