Subsidios a gasolinas ayudan a contener la inflación, pero el tiempo es su peor enemigo
No es claro que el estímulo federal al Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS) para combustibles sea redituable para el país, a pesar de que ha ayudado ha contener el alza de precios.
La política federal de subsidio a gasolinas y diésel ha generado muchas críticas por la carga que supone al erario público. Si bien no hay un consenso exacto entre expertos de qué tan fuerte es el impacto a las finanzas del Estado la mayoría de los especialistas concuerdan que, aún con el plan de compensar el gasto en estímulos con el ingreso adicional por ventas de petróleo, el balance del Gobierno federal es negativo.
Aún en este contexto, la administración actual ha reafirmado que el objetivo del estímulo es, en primera instancia, proteger el poder adquisitivo de la población evitando incrementos reales en los precios de los combustibles. Sin embargo, no es claro que el gasto en subsidios al IEPS haya tenido un impacto en conservar el poder adquisitivo de la población en una magnitud comparable al costo fiscal de los estímulos.
Frente a países que no han establecido subsidios al precio de la gasolina, México sí parece haber tenido cierto éxito en limitar la inflación general. "Si el precio de estas gasolinas hubiera subido 20%, como está sucediendo en Brasil, hubiera contribuido un punto porcentual, y la inflación a febrero pasado tendría 80 puntos base más”, explica Marco Oviedo, analista económico independiente.
Es decir, reafirma el experto, “el alza anual en los precios tendría que haber estado en 8.1%, un poco más, a cálculo rápido”, y no en el 7.28% que registró el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) a tasa anual para febrero.
Sin embargo, es difícil comparar la inversión del Gobierno federal en estímulos fiscales al IEPS con el control logrado en la inflación. “En términos muy generales, una inflación controlada permite mantener el poder adquisitivo de los hogares […]. Pero una relación tan lineal no podemos establecerla”, apunta Axel González Gómez, investigador en el think tank México, ¿Cómo vamos?
Pero aún si no permiten una comparación perfecta, hay algunos indicadores que dejan ver la efectividad del IEPS. Y éstos sugieren un cierto nivel de éxito.
González Gómez apunta que el nivel de pobreza laboral, el porcentaje de la población que no puede adquirir la canasta básica con los ingresos laborales de su hogar, podría ser uno de ellos. En el cierre del cuarto trimestre del 2021, el indicador quedó en un nivel de 40.3%.
Dadas las condiciones actuales del país, “no tendría que haber un incremento sustancial en el nivel de pobreza laboral en el país [para el primer trimestre del 2022]. Deberíamos ver un nivel muy cercano al del cierre de 2021, cercano al 40%”, dice el investigador de México, ¿Cómo vamos?, señalando que si no se hubiera aplicado el estímulo al IEPS, probablemente se estaría perfilando un porcentaje más alto. Sin embargo, apunta que no se puede saber qué tan grande podría haber sido esta diferencia.
Otro indicador donde podría verse la efectividad de la política del IEPS es, específicamente, en la inflación en la canasta básica. “Habría que analizarlo desde los hogares de más bajos ingresos, cuál es el nivel de salarios de esos estratos socioeconómicos y compararlos con la inflación de la canasta básica […]. Por la dinámica que estamos viendo ahora, la inflación de la canasta básica [sin estímulos fiscales] tiende a ser mayor que la inflación general”, asegura Marcos Arias Novelo, analista económico en Monex.
Y también en este contexto parecería que la política de subsidios al IEPS está teniendo cierto éxito. Con datos de Inegi, la inflación anualizada de la canasta básica ha tendido, entre diciembre de 2021 y febrero de 2022, a desacelerarse mes con mes; mientras que el incremento del INPC general se ha mantenido más o menos en los mismos niveles.
Por su lado, Marco Oviedo apunta que el estímulo al IEPS podría ser positivo porque tiene un efecto multiplicador en términos de política monetaria. “Es una ayuda a Banco de México (Banxico), porque si logras contener un poco la inflación, la dinámica de precios va a ser distinta a la de otros países, y por lo tanto las expectativas se van a poder controlar mejor. Si la gente sabe que la gasolina se va a mantener, ayudará a que las expectativas de inflación para finales del año se mantengan […]. Si la gasolina hubiera subido 20% […] tal vez hubiéramos visto tasas de interés más altas por más tiempo”, asegura.
Tiempo y focalización condicionan éxito del IEPS
Sin embargo, hay dos retos a los que se enfrenta el Gobierno Federal que podría poner en riesgo la efectividad del estímulo fiscal a las gasolinas. El más evidente es el tiempo.
“Si se extendiera para todo 2022, los costos van a superar los beneficios […]. Los beneficios [del estímulo] están ligados a la contención de la pérdida de poder adquisitivo de los hogares. Pero como ya estábamos en una posición retadora de alta pobreza laboral […], los costos vendrán por lo que se está dejando de ingresar por el IEPS y las implicaciones que eso tenga en el ejercicio del gasto para 2022”, señala Axel González.
Marco Oviedo va más allá y recuerda que medidas para contener a los precios “no lo puedes mantener todo el tiempo. Necesitas una estrategia de salida […]. Y es muy difícil no tener un costo político [al suspender los subsidios]. Lo que necesitas primero es suerte, que el costo del petróleo vaya cayendo y puedas hacer un retiro gradual […] y también dependerá de tu capital político”.
El factor tiempo también se complica porque el Gobierno parece tener una desventaja por default. De acuerdo con un análisis histórico de BBVA, aunque el efecto inflacionario de los precios de la gasolina se disipa después de un trimestre, los efectos del estímulo al IEPS en las finanzas públicas se mantienen por al menos medio año, e incluso se agudizan en el segundo trimestre después de su implementación. Esto sugiere que, si el Gobierno insiste en mantener los subsidios, el costo de hacerlo será cada vez más alto con los meses, aumentando la amenaza de rebasar los beneficios.
El otro reto es que el estímulo al IEPS carece de foco. De acuerdo con Arias Novelo, aunque la inversión fiscal para compensar la inflación vale la pena, “la disyuntiva sería en las maneras para aplicar el estímulo y evitar que la inflación se eleve en los rubros sensibles para los estratos más bajos […]. Podría haber una mayor concentración del subsidio al diésel, que es un elemento importante en el transporte de mercancías. Y si se evita que éste se encarezca, se evita en gran medida los efectos de segundo orden […]. Al final, subsidiar directamente a la gasolina es regresivo porque la gran mayoría de los hogares de bajos recursos no tiene vehículo propio”.
Otros expertos incluso concluyen que el dinero que se está otorgando como estímulo al IEPS podría haber generado mejores efectos para la economía del país en proyectos alternos.
“Si se deja a un lado el gasto público en infraestructura física, se genera un retroceso en la economía […]. Es un montón de dinero [el que se está dedicando a los estímulos del IEPS]. Si lo que quiero es ayudar a la población para enfrentar la inflación, […] siempre ha ayudado más un gasto en inversión física, que genere un efecto multiplicador sobre la economía, para que un país crezca más rápidamente”, dice Gabriela Siller Pagaza, directora de análisis económico en Grupo Financiero Base.