Presiones al alza en precio de gasolina desafían las promesas de Meade y González Anaya
Prometer no empobrece, dar es lo que aniquila.
Prestos y contundentes el exsecretario de Hacienda, José Antonio Meade y el exdirector general de Pemex, José Antonio González Anaya, acallaron las advertencias de empresarios gasolineros quienes aseguraban que el 2018 daría la bienvenida a los mexicanos con un alza en el precio del combustible, tal como sucedió en 2017.
El aumento de precio “es una posibilidad latente”, el precio de la gasolina podría aumentar hasta 20% en enero de 2018, anticipó la Asociación Mexicana de Empresarios Gasolineros (Amegas) el 11 de noviembre.
Las autoridades hacendarias han mantenido artificialmente los precios por razones políticas y no económicas, pues los precios del petróleo se han incrementado en los mercados internacionales, señaló Pablo González, presidente de la asociación.
La respuesta no se hizo esperar: “ante rumores sin fundamento que afirman que habrá un incremento en el precio de la gasolina en México para fin de año, quiero dejar claro que dicha información es falsa y sin sustento”, aseguró González Anaya a través de su cuenta de Twitter el 16 de noviembre, aún como director general de Pemex.
Apenas el 27 de noviembre el presidente Enrique Peña lo nombró secretario de Hacienda, mientras que Meade renunció a su cargo para convertirse en el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia de la República para las elecciones de 2018.
“Los estímulos para suavizar los precios [de la gasolina] han funcionado bien y no pensamos modificarlos en 2018. Lo que se verá este año son movimientos suaves que reflejen lo que está sucediendo en los precios del resto del mundo, pero sin ajustes abruptos” asegundó Meade el 17 de noviembre, aún como secretario de Hacienda.
Sin embargo, las presiones al alza en el precio del petróleo juegan contra la promesa de González Anaya de librar a la gasolina de un incremento abrupto de costos.
Los analistas estiman que el precio del principal insumo del combustible continúe al alza como lo ha hecho de junio a noviembre. Adicionalmente, México importa alrededor de 60% de las gasolinas que consume por lo que el efecto cambiario juega en contra en momentos de incertidumbre.
El precio del petróleo West Texas Intermediate (WTI) -referencia para México- llegó a un máximo de 58.9 dólares por barril no visto desde julio de 2015 el 24 de noviembre, un incremento de 38% respecto de los 42 dólares por barril que alcanzó en junio, el costo más bajo registrado en 2017.
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Hacia el 28 de noviembre el precio del WTI cayó ligeramente hasta 57.9 dólares por barril, sin embargo, las estimaciones de compra en el mercado de futuros de Chicago anticipan que el precio no disminuiría mucho más, por lo menos durante los primeros meses del año entrante.
Para marzo de 2018 el mercado de futuros anticipa un precio de 57.7 dólares por barril para el petróleo WTI.
Además, los analistas de mercado estiman que la Organización de Países Exportadores de Petróleos (OPEP) extenderá los recortes a su producción más allá de marzo de 2018, un acuerdo que se definirá durante su próxima reunión anual el 30 de noviembre en Viena.
La OPEP es la organización petrolera más poderosa del mundo, con un recorte o incremento en su producción es capaz de manipular la oferta y con ello los precios internacionales, pues controla alrededor de 43% de la producción global y el 80% de las reservas.
El próximo heredero del trono saudí Mohammad bin Salman ya ha externado que apoya la extensión del recorte por nueve meses más propuesto por Rusia, país no miembro. Arabia Saudí es el país líder de facto en la OPEP, pues es el principal exportador de crudo a nivel mundial.
Los saudíes están presionando al resto de los miembros de la OPEP para tomar una decisión, aseguró Reuters con base en fuentes cercanas.
Si González Anaya retoma los subsidios a la venta de la gasolina contradecirá el discurso del actual gobierno.
Frente a los pronósticos que apuntan a un precio elevado del petróleo en 2018, González Anaya tendrá que jugar con una espada de doble filo.
Incrementar los precios de las gasolinas tendría consecuencias inmediatas sobre el bolsillo de los electores, justo cuando el exsecretario de Hacienda, José Antonio Meade, es el virtual candidato del PRI a la presidencia en 2018.
Fue el alza en los precios de los combustibles uno de los factores que llevó a la inflación a 6.6% a tasa anual, un nivel no visto desde hace 16 años, en agosto de 2017.
O bien, reactivar los subsidios a la gasolina que la Secretaría de Hacienda sostuvo por alrededor de un cuarto de siglo.
Hasta diciembre de 2013 Hacienda subsidió el precio de venta de la gasolina con recursos públicos ya que –antes de ese año- en el mercado internacional tenía un costo más alto del precio al que se vendía en México.
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Optar por lo segundo implicaría una contradicción con el discurso del presente gobierno, pues en enero de 2017 el presidente Enrique Peña justificó un alza de 14% en el precio de la gasolina respecto de diciembre de 2016 bajo el argumento de que el subsidio era insostenible. De un día para otro el costo del combustible pasó de 13.9 a 15.9 pesos por litro.
“Tratar de mantener el precio artificial de la gasolina nos hubiera obligado a recortar programas sociales, a subir impuestos o a incrementar la deuda del país, poniendo en riesgo la estabilidad de toda la economía” dijo el 5 de enero.
Y no solo sería una contradicción de discurso, sino que metería en graves problemas al país a decir del propio Presidente.
Mantener un precio artificial de la gasolina en 2017 habría significado un gasto adicional de 200 mil millones de pesos, monto que equivale a paralizar por cuatro meses todos los servicios del Seguro Social; interrumpir dos años completos los apoyos del programa Prospera para siete millones de familias; suspender tres años el Seguro Popular que cuida la salud de 50 millones de mexicanos, advirtió.
El precio de la gasolina es uno de los que más peso tiene en la economía, puesto que su evolución tiene impacto en el costo de una gran cantidad de productos y servicios como el transporte y los alimentos, de ahí que en 2018 González Anaya se debatirá entre una decisión responsable, o una que no lastime los intereses del candidato priista.