Reforma energética, sin espacio para negociar con Estados Unidos
Se percibe complicada una resolución diplomática entre Estados Unidos y México a la propuesta de reforma energética planteada por el presidente López Obrador.
Y es que, de acuerdo con expertos, las afectaciones a inversiones estadounidenses serían tan grandes que la única forma en que Estados Unidos estaría dispuesto a entablar una conversación con el gobierno mexicano sería bajo el cobijo de los mecanismos de controversia y acuerdos de protecciones de inversiones de los tratados comerciales.
“Si fueran negociaciones solamente desde el punto de vista tradicional, diplomático, como no tienes un marco que ponga tiempos o consecuencias, no es algo que a Estados Unidos [y a otros países] le convendría” asegura Jorge Molina, profesor de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tec de Monterrey (ITESM). Lo que sí les convendría, apunta el especialista, sería hacer uso de las herramientas contempladas en los tratados comerciales para defender sus inversiones o, en el peor de los casos, exigir una reparación ante las afectaciones.
Lo anterior elimina la posibilidad de que el gobierno de Estados Unidos pudiera estar dispuesto a hacer algunas concesiones a la actual administración, en un esfuerzo por concederles una victoria política parcial, a cambio de mantener intactos los proyectos más estratégicos para la Casa Blanca, particularmente en materia de energías limpias.
Y es que no habría mucho espacio para que el gobierno mexicano pudiera hacer concesiones a los Estados Unidos en su reforma energética. “No tiene mucho espacio para moverle. La redacción actual de la Constitución abre solamente [al mercado privado] la generación. ¿Qué vas a entregar [a Estados Unidos]? ¿Generación a medias? […]. La reforma de 2013 ya es muy conservadora. Si le mueves [a la actual propuesta de reforma energética], regresas a la reforma de 2013”, apunta Severo López Mestre, analista independiente sobre políticas energéticas.
La opción de negociar una reforma energética parcial parecía haber ganado fuerza la semana pasada, luego que el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, dijera que entendía el razonamiento detrás de la reforma energética propuesta por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), asegurando que el presidente mexicano tenía razón al querer “hacer cambios para lo mejor del pueblo”.
Jorge Molina explica que esta declaración probablemente surgió de una equivocación del embajador al tratar de traducir sus ideas de un idioma al otro. Un argumento factible, considerando que la embajada de Estados Unidos en México emitió un comunicado, firmado por el mismo Ken Salazar, donde se denuncia la reforma energética de AMLO como cara y sucia, así como por ser una alternativa dañina para la economía y los ciudadanos comparado con los beneficios de impulsar las inversiones en energías renovables.
La teoría que Estados Unidos podría estar buscando una alternativa más diplomática para resolver el reto que significa la reforma energética fuera de iniciar litigios y controversias al amparo de los acuerdos internacionales también parece ganar fuerza con los resultados de la gira de trabajo por México de John Kerry, el enviado especial norteamericano para el clima, este miércoles. La visita terminó con, entre otras cosas, un nuevo grupo de trabajo para el fomento de energías limpias.
Pero de acuerdo con Severo López Mestre a Estados Unidos le conviene continuar intentando resolver el desafío que le representa la propuesta de reforma energética por la vía diplomática, aún si no tiene la intención de ceder terreno. “Los tratados comerciales tienen todos los mecanismos de defensa para las inversiones de Estados Unidos […]. Pero lo que no se recupera, y es lo que más preocupa a los norteamericanos, es el tiempo”, advierte.
Y como los litigios que podrían surgir de aprobarse la reforma energética en México llevan tiempo y dinero, aún si la Unión Americana y sus empresas tienen todas las de ganar, a Estados Unidos le conviene continuar en diálogos con la actual administración para evitar tener que llegar a esa etapa de confrontación, explica el analista en políticas energéticas.
El riesgo de la reforma para Estados Unidos
Conceder al gobierno mexicano una victoria parcial, dejando que salga adelante la reforma energética de alguna forma, también iría directamente en contra de los intereses de Estados Unidos. Solo en lo que se refiere a proyectos de energía, el bloque de América del Norte invirtió alrededor de 4 mil 805 millones de dólares (MD) entre 2014 y el primer trimestre del 2021. El 57% de estos recursos fueron inyectados por compañías de Estados Unidos.
A eso se debe sumar el impacto a las operaciones de empresas que no están en el sector energético, pero sí requieren electricidad para funcionar. Con la reforma energética, se plantea que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) genere más de la mitad de la electricidad que requiere todo el país. Aún si la pataestatal logra cumplir esta meta, ya se ha advertido que la generación adicional provendría de plantas más contaminantes y caras, algo que iría directamente en contra de la competitividad y los compromisos ambientales de varias compañías del vecino del norte.
También va en contra de las prioridades estratégicas de Estados Unidos. Severo López Mestre, socio director de la consultora Galo Energy, señala que “el cambio climático se vuelve una prioridad para Biden a tal grado que lo pone como un tema de seguridad nacional, tanto dentro como fuera del país. Eso significa temas presupuestales e involucramiento de varias áreas administrativas, incluyendo toda la gama de agencias de inteligencia”.
Jorge Molina, también consultor en políticas públicas y comercio internacional, explica que este enfoque es parte de la propuesta de Estados Unidos en su pelea geopolítica y económica con China. “En enero, se presentó una nueva propuesta de ley en la Cámara de Representantes [de Estados Unidos] para financiar nuevas tecnologías y poder competir contra China”, asegura, agregando que este proyecto de inversión abarca desde temas como los semiconductores hasta otras tecnologías “apenas en ciernes”.
Pero con la reforma, apunta el catedrático del Tec, la administración de Biden pierde un pilar clave en esta batalla. “La idea que tiene Estados Unidos es poder generar una plataforma de producción donde también intervengan Canadá y México […]. Con esta situación [de la reforma energética], se preguntan ‘¿qué no México era un aliado?’ […]. El T-MEC ya no es solo un acuerdo comercial, sino un acuerdo estratégico en el mediano plazo” para competir eficazmente con China, asegura.
En este contexto, aunque es incierto qué medidas seguirá tomando Estados Unidos para evitar que se dé la reforma energética, Severo López Mestre sí afirma que la administración de Biden no se quedará de brazos cruzados si llega a aprobarse.
“Es un juego de costos y premios. México tiene la capacidad de decidir. Lo que no se puede pensar es que la decisión que se tome no tendrá consecuencias. Solo poner [la reforma energética] sobre la mesa ya tuvo costos. Se usa la idea de soberanía como un absoluto, pero hacia donde vayamos habrá costos, económicos, geopolíticos, comerciales”, concluye el analista energético.