Crece rezago de México en energías renovables en América Latina
Respecto a sus pares de América Latina, el desempeño de México en la adopción de energías renovables se ha quedado atrás.
La participación de tecnologías como paneles solares, turbinas eólicas, biocombustibles y otras fuentes renovables tanto para la generación de electricidad en particular como para el consumo general de energía en México se encuentra entre las más bajas de la región, de acuerdo con datos de Our World in Data.
País | % Producción eléctrica renovables (2021) | % Consumo energía renovables (2020) |
México | 26.53 | 9.18 |
Brasil | 78.93 | 46.05 |
Chile | 43.49 | 24.46 |
Colombia | 67.91* | 25.2 |
Uruguay | 84.89* | N/A |
Costa Rica | 99.05 | N/A |
Argentina | 24.16 | 12.89 |
*= Cifras de producción eléctrica actualizadas a 2020
Fuente: Our World in Data
En una comparación per cápita, la transición energética del país está evidentemente detrás no solo de la que pueden presumir economías comparables de tamaño similar, como Argentina, Brasil, Colombia o Chile. El aporte de las renovables al ecosistema energético en México es una fracción del aporte que tienen en naciones mucho más pequeñas, como Uruguay o Costa Rica.
*= Cifras de producción eléctrica actualizadas a 2020
**= Cifras de consumo energético actualizadas a 2019
Sin embargo, esto no significa que México sea inherentemente un mal mercado para el desarrollo de renovables. Todo lo contrario. Se estima que el país podría incrementar en más de seis mil 400 MW su capacidad de generación eléctrica a través de estas fuentes sustentables hacia 2024, de acuerdo con un estudio publicado recientemente por el Laboratorio Nacional de Energías Renovables de Estados Unidos (NREL).
Las oportunidades de generación serían incluso mayores que las de otros países a escala global. “México está por encima de Austria, Bulgaria, Grecia, Países Bajos en indicadores de potencial y compatibilidad con energías renovables, por su posición geográfica, su capacidad eólica y solar, su marco regulatorio […]. A nivel región, es un referente clave”, afirma Natalia Lever, directora de la organización medioambiental The Climate Reality Project para América Latina.
Ese enorme potencial se refleja claramente en el desarrollo que las energías renovables han tenido dentro de México en relativamente poco tiempo. Antes de las primeras subastas que se llevaron a cabo durante la administración anterior, México “prácticamente no jugaba nada. Por ahí había un proyecto de 12 MW de energía solar, otro de veintitantos, cuando ya tendría que estar pensando en GW. Y ya había países como Brasil y Chile que ya tenían varios GW instalados […]. Llegamos tarde a esta transición. Pero por el potencial, el tamaño del mercado mexicano, había muchísima oportunidad de escalar y desarrollar el mercado”, señala Javier Romero Durand, secretario de Asuntos Internos de la Asociación Nacional de Energía Solar (ANES).
Hacia 2019, la inversión en proyectos de energías renovables dentro de México no estaba todavía tan alejada de las naciones líderes de América Latina. Y la capacidad total instalada de generación eléctrica con este tipo de fuentes también se mantiene, en términos absolutos, como una de las más robustas de la región según datos de Statista. Incluso la diversidad de incentivos regulatorios y fiscales ha sido considerada por agentes internacionales como suficientemente robusta.
País | Capacidad renovables instalada MW (2020) | Inversión en proyectos renovables (MD, 2019) | Políticas regulatorias y fiscales |
México | 28,358 | 4,200 | 5/7 |
Brasil | 150,047 | 6,800 | 5/7 |
Chile | 12,794 | 5,000 | 4/7 |
Colombia | 13,549 | 1,200 | 5/7 |
Uruguay | 3,752 | 1,740* | 6/7 |
Costa Rica | 3,124 | 25** | 3/7 |
Argentina | 14,072 | 2,200 | 6/7 |
*= Esperados entre 2015 y 2019
**= Entre 2018 y 2019
Fuente: Statista, Norton Rose Fulbright, FDI Intelligence, REN21
Sin embargo, la actual administración no se muestra interesada en aprovechar activamente el potencial de estas fuentes sustentables. “El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) tenía [durante su campaña electoral] contempladas a las renovables, era el único candidato que lo mencionaba. Pero ya en el Plan Nacional de Desarrollo, suprime este concepto y la reemplaza con ‘energía limpia’. Y no es lo mismo. Cambió el discurso, y es algo grave porque es un retroceso en el lenguaje y la política en el largo plazo”, asegura Antonio del Río, investigador del Instituto de Energías Renovables (IER) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Pero no es solo que se hayan dejado de lado a las renovables. Algunas de las políticas de la actual administración están activamente ocasionando un daño al desarrollo de fuentes sustentables de energía. El plan para el fortalecimiento de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), según un estudio conjunto del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y el Instituto Europeo en Economía y Medio Ambiente (EIEE), atrasaría el poder lograr las metas de transición energética a las que se comprometió el país. Y el nivel de incertidumbre en la industria energética ha logrado que, entre 2019 y 2021, la inversión en renovables se haya reducido a solo una tercera parte.
“México en su momento fue el país más exitoso [de América Latina en adopción de energías de renovables] con las subastas de largo plazo. Ahorita pues claramente no es el que está atrayendo más inversiones […]. Y sin duda se seguirá rezagando en los próximos tres años”, advierte Oscar Ocampo, coordinador de Energía en el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
México vs América Latina en renovables
La evolución reciente del país es frustrante para los especialistas porque el ecosistema energético mexicano estaba avanzando en la dirección correcta. De acuerdo con Antonio del Río, la pasada administración tampoco tenía en mente el desarrollo activo de energías renovables con la reforma de 2013. Apunta que “era una reforma de hidrocarburos. Hizo los cambios necesarios para extraer más rápidamente el petróleo. Pero por ahí se colaron algunos aspectos que permitían la inversión libre en renovables. Y la sociedad y los empresarios vimos ahí una oportunidad y la tomamos, cada uno a su manera. Eso generó un despliegue de renovables que ni el gobierno esperaba”.
Este avance exitoso incluso ayudó a configurar el enorme desarrollo que han tenido otros países de América Latina en renovables, asegura Javier Romero Durand. “México hizo un cambio de modelo muy rápidamente. Fueron dos, tres años de trabajo, y posteriormente solo tuvimos dos o tres años de mercado eléctrico real. Por eso es difícil comparar el modelo energético mexicano con cualquier otro porque no lo dejaron operar. Pero países como Colombia vieron la buena experiencia de México en las subastas y la están imitando. Y aquí estamos echándolo para atrás”, lamenta.
Natalia Lever sugiere que la reticencia del país a abrazar la transición energética es una cuestión cultural e ideológica. En Brasil y Colombia se ha avanzado hacia las fuentes renovables con mayor rapidez, apunta, porque se perciben como “tecnologías que nos están permitiendo generar mayores empleos, generar competitividad, tener una mejor calidad del aire y transitar hacia una disrupción tecnológica […]. Que nos vamos a mover diferente, producir diferente”.
Pero en México, señala la líder de The Climate Reality Project, “aún en el imaginario mexicano, está la idea que el petróleo nos sacó de los problemas, de la pobreza. Tiene un lugar importante en el corazón de los mexicanos […]. Tenemos que trabajar y mejorar en hacer la conexión entre las consecuencias del cambio climático en salud, economía, empleos; con las soluciones, que en este caso son las energías renovables”.
También se reconoce que hay algunas ventajas importantes que países más pequeños de América Latina podrían tener sobre México en el desarrollo de renovables. Según el investigador del IER, en nuestro país “muchas veces queremos solucionar nuestros problemas con una sola receta, una solución, cuando tenemos una diversidad de problemas, de fuentes de energía y maneras de utilizarlas […]. Aún tenemos esta visión centralista y queremos todo resolverlo en la Ciudad de México (CDMX). ¿Pero qué pasa si lo resolvemos en Mérida de una forma y en Cuernavaca de otra?”. En naciones más pequeñas, como Costa Rica, no se tiene una variedad tan grande de retos.
Y a eso se deben sumar problemas estructurales que México ha dejado pendientes. De acuerdo con el secretario de la ANES, como lo han advertido ya en otro momento varios especialistas, en el país hay una deuda importante en el desarrollo de la red de transmisión. “En estos momentos no hay posibilidad de despachar nueva energía que se encuentre en puntos distantes del lugar de consumo […]. Las líneas de transmisión están topadas, no solo para energías renovables sino para cualquier tipo de electricidad […]. En el muy corto plazo vamos a tener que lidiar con apagones […] y por eso tendríamos que pensar más [no solo en energías renovables sino también en sistemas alternativos de oferta de electricidad], como la generación distribuida”, sugiere.
Aún con este panorama, México todavía retiene las ventajas que le permitieron ponerse a la par del resto de América Latina en materia de renovables, aunque empezó su transición más tarde que otras naciones.
De acuerdo con Oscar Ocampo, “el país tiene una ventaja comparativa que ningún otro país de América Latina tiene, por su ubicación geográfica, su red de tratados comerciales […]. Y legalmente, está todo dado para que el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) y la Comisión Reguladora de Energía (CRE), en el momento que se defina, retomen las subastas de largo plazo […]. Por eso, por más que tome medidas regulatorias y legales, que quiera cerrar activamente la inversión, México sigue siendo un país atractivo [para las renovables]. Aunque tampoco es un cheque en blanco, no es algo que no pueda cambiar”.
Y en este sentido, el especialista del IMCO señala que la mejor forma de impulsar el desarrollo de renovables sólidamente a futuro tendría que ser el que el gobierno dé “un compromiso creíble con el estado de derecho, con garantizar la certidumbre jurídica. Y no basta con organizar una cuarta subasta de largo plazo. Para mandar, [en 2024], el mensaje de que ‘lo que pasó en los últimos seis años no se va a repetir’, tendrías que tomar acciones más decididas, como garantizar que la CRE realmente funcione. Darle autonomía para ejercer su presupuesto, cambiar los procesos de elección de comisionados, establecer un sistema de servicio civil de carrera. Medida que garanticen que el regulador no volverá a ser cooptado como lo fue a partir de 2019”, concluye.