Eliminar exportaciones petroleras sería riesgoso y poco rentable para el país
Dejar de exportar petróleo crudo en 2023, como quiere el Presidente López Obrador, es más fácil decirlo que hacerlo, advierten analistas.
El martes pasado, Octavio Romero Oropeza, director de la paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex) dio a conocer el plan a través de cual la empresa más importante del Estado mexicano dejará su negocio más rentable, la exportación de crudo hacía 2023, en miras a destinar la totalidad de la producción petrolera a la refinación nacional.
El acelerado plan de Pemex tendrá un primer paso en 2022, cuando según Oropeza, se buscará reducir la exportación en 57%, antes de su total eliminación el siguiente año. No obstante, analistas económicos y del sector energético observan múltiples riesgos para las finanzas públicas y para la economía.
“Si las exportaciones de crudo no existieran, el déficit comercial acumulado en el año sería de 33,892 mdd en lugar de 12,081 mdd. Con esto, entrarían menos divisas al país y el peso se depreciaría” advirtió en Twitter, Gabriela Siller, directora de análisis económico de Banco Base.
México dejó de ser un “país petrolero” desde mediados de los noventa, cuando la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), potenció a la industria automotriz como el principal motor de la economía de exportación.
Pese a estar muy por debajo de las exportaciones automotrices, el papel de las ventas de petróleo al exterior sigue siendo de los sectores más importantes en la balanza comercial. Tan solo en lo que va del año los altos precios del barril provocaron que los ingresos petroleros alcanzaran 26,123 millones de dólares, posicionándose por encima del sector extractivo y agropecuario.
Para la economista “una alternativa sería incentivar exportaciones de otros productos o servicios, como turismo, para compensar la caída de las exportaciones petroleras. Sin embargo, esto requeriría de programas con gasto público que tomarían tiempo”. Pero sin ventas de crudo al exterior, las arcas públicas para crear estos programas también se verían limitadas.
De los 5.2 billones de pesos que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) estima que se habrán recaudado este año, 898,657 millones de pesos (17.1%) corresponden a los ingresos petroleros, un monto poco mayor al presupuesto conjunto asignado para 2022 de las tres Secretarías que más recursos perciben (Salud, Educación y Bienestar).
Riesgo indirecto a finanzas públicas
La mayor parte de los ingresos petroleros provienen del pago por parte de Pemex del llamado Derecho de Utilidad Compartida (DUC), un impuesto cobrado sobre cada barril de petróleo que vende la paraestatal.
Para 2022, la Ley de Ingresos de la Federación (LIF) establece que el DUC cobrado a Pemex será de 40%, 30 puntos porcentuales menos que el 70% con el que se gravaba cada barril a inicios de la administración de López Obrador, lo que ya implica una recaudación petrolera mucho menor.
Marco Oviedo, analista económico independiente, advierte que el riesgo a las finanzas públicas es indirecto pues los ingresos se calculan a partir del valor de lo vendido, sea al exterior o incluso a las propias refinerías de Pemex, “la pérdida neta fiscal seria el valor de la ineficiencia de refinar y no exportar ese crudo, por la tasa marginal del impuesto”.
La ineficiencia a la que se refiere Oviedo es el porcentaje de combustóleo –un subproducto de la refinación, barato y altamente contaminante- que producen actualmente las seis refinerías del país en contraste con el porcentaje de gasolina y diésel.
Según las estadísticas de producción de productos petrolíferos de la paraestatal, de enero a noviembre de 2021, el 30.7% de cada barril de crudo refinado fue convertido en combustóleo; 28.6% fueron gasolinas; 14.4% diésel; 11.5% gas licuado; 3.5%, queroseno; y el resto en otros productos.
Parte del plan de Pemex es casi triplicar el procesamiento de crudo, de 714 mil barriles diarios procesados en el 2021 a 1.9 millones de barriles diarios en el 2023, con la renovación de las refinerías existentes, la construcción de Dos Bocas y la compra de Deer Park, destinando parte de la producción a la exportación, con lo que recuperarían e incluso aumentarían los ingresos al vender un producto manufacturado.
Pero si continua la ineficiencia actual, Pemex estaría consiguiendo ingresos -por el valor añadido de las gasolinas- de tan solo el 33% de cada barril de petróleo; pues al contrario, cada litro de combustóleo costó en promedio 9.40 pesos por litro, menos de la mitad del precio de la gasolina e incluso menor al precio del crudo.
Además, la intención de exportación de gasolinas no tendría el mismo recibimiento que el de crudo, pues los Estados Unidos –principal comprador de los productos petrolíferos de México- ya tienen un mercado de combustibles propio en el que Pemex tendría que competir para vender más producto.
Dicha competencia no solo sería con otras petroleras, sino que también competiría con las energías alternativas -como en vehículos eléctricos- cada vez mas populares en el vecino del norte, incluso con el apoyo del gobierno.