Tiempo de las candidatas
Para propósitos prácticos, el sexenio actual ha terminado. Los cambios futuros que la realidad nacional vaya a experimentar se definirán a partir de las elecciones del presente año. Por ello, será crucial conocer las propuestas de las candidatas presidenciales en competencia, así como su margen de maniobra. En particular, será clave conocer qué cambios haría la candidata del oficialismo y qué medidas actuales continuaría la de la oposición.
Las transformaciones profundas y duraderas a las instituciones y políticas públicas nacionales suelen definirse en los dos primeros años de gobierno y usualmente se reflejan en el Plan Nacional de Desarrollo y una reforma fiscal. La presente administración renunció a cambios de fondo a decir de un plan confuso y la ausencia de una verdadera reforma fiscal, y esta oportunidad de incidir en la vida pública no regresará.
El fin efectivo del sexenio no significa que este no conserve ánimos de cambio ni pueda tomar medidas drásticas. Entre menos resultados tenga una administración o más promesas incumplidas acumule, más promoverá su agenda de último minuto. Entre más situaciones críticas enfrente o más vea perder ‘su lugar en la historia’ más proclive será a golpes de timón. La eficacia para reformar se ha agotado, pero aún se puede hacer mucho daño.
El mandato para continuar, ajustar o corregir el rumbo vendrá con las próximas elecciones. En ellas, el margen de triunfo de alguna de las candidatas y la composición del Poder Legislativo determinará buena parte de la viabilidad de lo que propongan. En una sociedad sin caudillos, este mandato electoral no suele ponerse al servicio del presidente en turno, sino aguarda la asunción de quien vaya a presidir el Poder Ejecutivo.
Las campañas electorales aún no comienzan y es prematuro cerrar la competencia a lo que ocurra entre Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez. Jorge Álvarez Máynez también debe ser considerado. Sin embargo, por las distancias promedio que muestran las encuestas entre quienes compiten, merecen especial atención las candidatas, aún cuando la diferencia entre el primero y el segundo sitio sea aún considerable.
Es natural que la candidata del oficialismo pretenda dar continuidad a muchas de las medidas de esta administración, de manera que lo realmente informativo será la autocrítica que realice al gobierno de su partido y lo que haría diferente. Esto dará indicios de las correcciones de rumbo que considere pertinentes y la forma en la cual querrá diferenciarse para asentar su poder. Esto, sin embargo, podría no ocurrir.
En temas donde los resultados están lejos de lo esperado, como la seguridad ciudadana, el sistema de salud o la calidad de la educación pública, la candidata de la continuidad podría plantear políticas alternativas a las actuales. Sin embargo, por estrategia podría escoger mimetizarse con la administración actual para aprovechar su popularidad. Sería entonces hasta el inicio de su gobierno donde podría hacer cambios notables.
Es obvio que la candidata opositora tratará de exhibir la corrupción e ineptitud del gobierno actual, pero una campaña negativa no bastará para cerrar la distancia con su competidora. En consecuencia, deberá mostrar qué políticas conservaría de la presente administración. Además, tendría que señalar cómo los intereses de los partidos que la postulan serían contenidos para que su llegada al poder no sea un simple regreso al pasado.
El sexenio no se puede resumir en una mera colección de fallas y perversidades. Políticas como la laboral, particularmente el aumento de los salarios mínimos, o el enorme incremento de las transferencias monetarias, de forma significativa las pensiones para adultos mayores, son medidas positivas sobre las que las que debe pronunciarse con claridad la candidata opositora, en particular sobre la forma que adoptarían bajo su gobierno.
Quizás el campo común entre las candidatas para reafirmar su autonomía o plantear cierta continuidad sea el gran cúmulo de oportunidades perdidas por el gobierno actual, desde la conformación de una administración más profesional que ideológica hasta el uso de las finanzas públicas para atenuar los ciclos económicos. En todo caso es su tiempo y su espacio, no el de un presidente en los estertores de su mandato.