Nearshoring ¿encrucijada de México hacia un futuro próspero y equitativo?
Pasan las semanas y el tema de moda continúa en los titulares. Políticos, empresarios, periodistas y académicos solo hablan del nearshoring.
Parece que ya hemos superado la etapa de escepticismo más básico y hasta las plumas más críticas reconocen que algo está sucediendo. Llegan inversiones millonarias y los indicadores macroeconómicos sugieren un impacto incipiente de este fenómeno.
¿Qué es el nearshoring? La idea detrás de este concepto es que nuestra economía globalizada es sumamente frágil. La pandemia nos enseñó que las fronteras aún existen, las tensiones políticas entre Estados Unidos y China mostraron que el proceso de globalización no tiene por qué ser irreversible y la guerra en Ucrania que el sistema financiero global puede fragmentarse. No solo eso. En este momento, una severa sequía en Centroamérica, detonada probablemente por el cambio climático, tiene operando a una fracción de su capacidad al Canal de Panamá poniendo en jaque las cadenas de valor intercontinentales.
Durante años las empresas priorizaron la eficiencia y la reducción de costos, dando por descontado que la integración comercial era un proceso imparable. Sin embargo, la fragilidad de nuestros sistemas económicos, nos hace plantearnos la importancia de priorizar la resiliencia de nuestras cadenas globales de valor. En este contexto, las empresas piensan no solo en la eficiencia y el “just in time” sino en la resiliencia y el “just in case”.
Nearshoring es la respuesta a esta nueva realidad. Las cadenas de valor global buscan ser más robustas, tener sus centros de producción más cercanos a los mercados finales, acortar distancias para resolver de mejor manera los problemas que puedan surgir en un mundo más frágil. Esto se puede materializar en la relocalización de empresas de China hacia otros países que ofrezcan mayor integridad para la cadena de valor. Estos cambios pueden tener repercusiones importantes. El FMI estima que la fragmentación de la economía global puede costarnos hasta el 7% del PIB global. Sin embargo, en este nuevo mundo México puede jugar un papel relevante.
La semana pasada, en la sede de la Escuela de Graduados en Administración y Dirección de Empresas (EGADE) del Tecnológico de Monterrey, se presentó nuestro trabajo “Nearshoring: Retos y Oportunidades para la Integración y el Fortalecimiento de las Cadenas Globales de Valor en México”. Este trabajo es probablemente el primer gran esfuerzo desde la academia por acercarnos, desde una perspectiva seria y objetiva, al reto que representa el nearshoring, su verdadero potencial y retos para empresa, gobierno y sociedad.
La primera pregunta que trata de responderse es sobre la naturaleza de este fenómeno. Entre 2018 y 2022, podemos ver que las importaciones de China a los Estados Unidos se han contraído en medio punto porcentual del PIB del país norteamericano. No solo eso, si tomamos en cuenta la tendencia de crecimiento previa a 2018, esta pérdida se incrementa a 0.8% del PIB de los Estados Unidos. ¿Quiénes han aprovechado esta oportunidad? En su mayor parte han sido los países del sureste asiático, en particular los socios de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN), entre ellos Indonesia, Tailandia y Vietnam. Estos países han sustituido casi dos terceras partes de las importaciones chinas a Estados Unidos.
Por otro lado, México ha sustituido únicamente el 12% de las importaciones chinas a Estados Unidos. Esta cifra parece minúscula, suficiente para decepcionarnos y poner en tela de juicio el potencial del nearshoring para México, pero no es así. El incremento en las exportaciones mexicanas a Estados Unidos representa más o menos medio punto porcentual del PIB mexicano. En un país donde en los últimos 30 años hemos crecido menos del 2% anual, un crecimiento incremental de 0.5% es enorme.
Sin embargo, este potencial puede ser mucho mayor. México ofrece una base para la diversificación geográfica de la manufactura norteamericana y la gestión de riesgos geopolíticos, ambientales y tecnológicos. La realidad es que la competencia directa con Asia continúa siendo fuerte, prueba de ello es que la ASEAN haya reemplazado a China como el principal exportador en gran parte de los bienes que han sido sujetos a sanciones por parte de los Estados Unidos.
Sin embargo, es cierto que el producto más caro es aquel que no está disponible. Ante la posibilidad de que en los próximos años se vuelva a dar una disrupción de las cadenas de valor globales, la diversificación de la manufactura hacia México cobra lógica. Asimismo, la base industrial del país permitiría que México adquiera mayor peso en el comercio con los Estados Unidos.
¿Cómo puede México aprovechar mejor esta oportunidad? México presenta un atractivo relevante. Cuenta con una trayectoria de más de 30 años de integración a las cadenas de valor de los Estados Unidos, un tratado comercial que da sustento legal a la relación comercial con mecanismos transparentes de resolución de conflictos, así como un entorno económico estable. Un factor adicional que beneficia la posición de México es que, tras la renegociación del TLCAN y la firma del T-MEC, Estados Unidos impulsó una serie de condiciones que aseguraban un mínimo de contenido regional en sus importaciones desde México, actuando potencialmente como una barrera ante las importaciones de China.
Sin embargo, esto no es suficiente. La experiencia de apertura comercial mexicana tiene una larga trayectoria. Si bien México se ha convertido en una potencia exportadora, sus beneficios no han sido simétricos en todo el país. La oportunidad del nearshoring demanda repensar la política económica en tres rubros importantes: Primero, es fundamental el desarrollo de sectores de alto valor agregado a través de la convergencia tecnológica. Segundo, la articulación de cadenas de valor entre la grande y mediana empresa, y finalmente, la integración del norte y sur del país a través de la diversificación geográfica de los centros de exportación.
México se encuentra en una encrucijada única en su historia económica, con la oportunidad de consolidarse como un eslabón esencial en las cadenas de valor globales. Contamos con las bases para un futuro prometedor en el contexto del nearshoring. Sin embargo, para capitalizar al máximo esta oportunidad, es crucial adoptar estrategias visionarias, promover la innovación y fortalecer la cohesión nacional en términos de desarrollo. El desafío no es menor, pero las recompensas pueden ser transformadoras para la economía y la sociedad mexicana.
Confío en que nuestro trabajo sobre nearshoring en el Tec de Monterrey, contribuya a un mejor entendimiento del tema para la formulación de soluciones que contribuyan a construir un país más próspero, sustentable y equitativo.