¿Adiós Tesla? ¿Adiós nearshoring?

La posible cancelación de la planta de Tesla es desafortunada, pero de ninguna manera debe interpretarse como el fin de un fenómeno que apenas inicia.
7 Agosto, 2024
Tesla y el nearshoring.
Tesla y el nearshoring.

En los últimos años, México ha emergido como un destino estratégico para la inversión, impulsado por la tendencia del nearshoring, que busca reubicar la producción cerca de los mercados de consumo. Sin embargo, el reciente anuncio de Tesla de posponer su inversión en Nuevo León ha generado incertidumbre sobre la sostenibilidad de este impulso económico, resaltando la necesidad de evaluar de manera integral el impacto del nearshoring en México.

 

Hace más de medio año, en febrero de 2023, Tesla anunció con bombo y platillo una inversión de 4,500 millones de dólares para construir una gigafactory en Nuevo León, la cual produciría hasta un millón de vehículos eléctricos al año. Este anuncio fue una muestra de confianza en México y un espaldarazo a la vocación productiva de Nuevo León, estado que se consolidaba como la nueva fábrica de Norteamérica. Sin duda, la inversión de Tesla puso en la agenda pública el concepto de nearshoring, una reconfiguración de las cadenas globales de valor que prioriza la producción en Norteamérica sobre el lejano oriente.

La millonaria inversión, sin embargo, no avanzaba, y hace un par de semanas, en su llamada con inversionistas, Musk anunció que la gigafactory de Nuevo León se pospondría. Según su versión oficial, la incertidumbre sobre la relación comercial entre México y Estados Unidos y la posible aplicación de tarifas a los automóviles producidos en México por una segunda administración Trump fueron las razones. No mencionó la lenta penetración de sus vehículos eléctricos en el mercado, la falta de subsidios y apoyos, y la posibilidad de que las agresivas metas para la prohibición de vehículos de combustión interna terminen por aplazarse.

La verdad es que la planta no se abrirá, al menos en el corto plazo, y con ello una pieza muy visible de la historia del nearshoring que hemos venido escuchando en los últimos meses desaparece. Ante esto, la pregunta es si esta narrativa sobre la relocalización de las cadenas de valor y el renovado papel que México podría tener es real, o un invento producto de la imaginación de políticos, periodistas y algunos académicos.

Como en todas las cosas, la realidad es mucho más compleja que nuestras historias. Desde el anuncio de Tesla en 2023, ingresaron inversiones extranjeras directas por 36 mil millones de dólares y durante el primer trimestre de 2024 se sumaron otros 20 mil millones. Mucho de esta inversión ha sido reinversión de utilidades de empresas establecidas. 

Existe un falso debate que considera la reinversión de utilidades de empresas extranjeras como algo negativo, olvidando que este es dinero real que se está quedando en el país en forma de expansión de fábricas y nuevas líneas de producción. México cuenta con una base industrial muy robusta, integrada por numerosas empresas multinacionales. Esas empresas, en lugar de repatriar sus dividendos, están invirtiendo en el país, trayendo, en muchos casos, producción que se habría realizado en Asia. Además, los dividendos se gravan en México, por lo que la reinversión de utilidades de una empresa extranjera que busca ampliar sus operaciones en el país es una estrategia fiscal adecuada.

No obstante, tienen un punto aquellos que critican que la reinversión de utilidades de empresas establecidas domine sobre la inversión de nuevos jugadores, argumentando que el fenómeno del nearshoring consiste en producir más de lo mismo, en los mismos lugares, por los mismos actores. Algo de cierto tiene esta crítica, sobre todo al examinar las cifras de comercio exterior. La participación de mercado de México en Estados Unidos se ha ampliado, ubicándolo ahora como su primer socio comercial. Vendemos más automóviles, más equipo de transporte, más electrodomésticos, más de lo mismo. De mantener esta tendencia, el nearshoring representaría una expansión de nuestro sector externo, sin una transformación cualitativa en términos del valor agregado y complejidad de los productos que vendemos a nuestros socios del norte. Es también cierto que nadie está cerrando fábricas de semiconductores en Asia para traerlas a México, por ahora.

Sin embargo, la foto que nos da el análisis de la inversión extranjera indirecta es por demás incompleta. Primero, hay inversión extranjera que está llegando al país que no tiene nada que ver con el fenómeno de la relocalización, es decir, es independiente de la guerra comercial con China, la pandemia o la disrupción de las cadenas de valor. Por ejemplo, las inversiones de empresas tecnológicas que ubican sus datacenters en el país o jugadores en el espacio del comercio electrónico minorista con sus centros de distribución obedecen a una lógica de servir a un mercado doméstico creciente. Hay otras inversiones en electromovilidad, además del caso de Tesla. Armadoras establecidas buscan la producción de vehículos eléctricos en sus plantas de México. No queda claro que esto tenga que ver directamente con la tendencia de reubicar inversiones de Asia a México.

Asimismo, existe un dinámico ecosistema de empresas nacionales, fondeadas muchas veces con capital nacional, que está buscando aprovechar la oportunidad que supone el nearshoring. Hay empresas que ofrecen soluciones a socios en los Estados Unidos para relocalizar su producción hacia fábricas mexicanas. Bajo este modelo de manufactura por contrato, el socio extranjero reduce al máximo su exposición al riesgo en México, delegando la operación a un socio nacional. Asimismo, emergen startups que ofrecen soluciones a la manufactura nacional para hacer más eficiente su operación ante el fenómeno del nearshoring: mejoras en la gestión de logística, riesgos, modelos de presupuestación y financiamiento. Este ecosistema será el que eventualmente pueda, a través de algún modelo de joint venture, escalar en la cadena de valor y complejidad. No me sorprendería que en algunos años una startup mexicana, en alianza con un socio norteamericano, logre insertarse en cadenas de valor que hasta ahora han escapado de nuestra capacidad, como los semiconductores.

La posible cancelación de Tesla es desafortunada, pero de ninguna manera debe interpretarse como el fin de un fenómeno que apenas inicia. Es verdad que el país enfrenta rezagos y riesgos enormes, siendo posiblemente el mayor un deterioro abrupto en las relaciones con los Estados Unidos bajo una nueva administración Trump que priorice objetivos de seguridad fronteriza sobre la mutuamente benéfica relación económica. Sin embargo, es más probable que la relación entre Estados Unidos y China empeore antes de mejorar. En este contexto, es más factible que México continúe siendo un socio confiable para Estados Unidos, como lo ha sido en las últimas décadas.

El nuevo anuncio de Musk debería ayudarnos a dimensionar la realidad del fenómeno de nearshoring que enfrenta nuestro país. Este fenómeno está lejos de ser una bala de plata que resuelva todos nuestros problemas, tampoco es un sustituto para una política integral de desarrollo y por sí mismo será incapaz de resolver los desbalances históricos que ha experimentado históricamente el país. Es una oportunidad que, bien dirigida, puede contribuir a la formación de un país más próspero y más justo.

Roberto Durán-Fernández Roberto Durán-Fernández Roberto Durán Fernández es profesor en la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey. Es economista por el ITAM, cuenta con una maestría en economía por la London School of Economics y se doctoró por la Universidad de Oxford, especializándose en desarrollo regional. Ha sido consultor para el Regulador de Pensiones del Reino Unido, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Andina de Fomento y la Organización Mundial de la Salud. En la iniciativa privada colaboró en la práctica del sector público de McKinsey & Co y la dirección de finanzas públicas e infraestructura de Evercore. En el sector público fue funcionario en la SHCP y en el Banco de México.