Pemex, no eres tú, soy yo

Continuar las costosas transferencias a Pemex, a ciegas, como lo recomendó López Obrador a la Presidenta Electa, es una mala estrategia, un barril sin fondo. Resulta urgente un cambio de estrategia, incluso radical.
26 Septiembre, 2024
Pemex, alto costo.
Pemex, alto costo.

El gobierno que termina mudó la política energética y su enfoque en Pemex bajo la premisa de que la compañía estaba en peligro. En realidad, la reforma energética de Peña Nieto nunca se implementó de manera idónea y la empresa heredó problemas añejos en la administración de López Obrador que efectivamente requerían una solución; sin embargo, se aplicaron sólo paliativos, en un contexto donde el modelo de negocios no era el más rentable. Pero vamos por partes. 

La producción de petróleo crudo no se incrementó, pero se estabilizó. En diciembre de 2018 era de 1,720 miles de barriles diarios. En agosto, se reportaron sólo 1,770 miles de barriles diarios de producción, registrando un promedio de 1,767 miles de barriles diarios en lo que va de la administración. Por lo menos dejó de caer. Es un logro sí, ya que venía colapsándose durante todo el sexenio de Peña Nieto. Punto para AMLO, 1-0.

Por el lado fiscal, el balance primario de Pemex -ingresos menos gastos antes del pago de intereses- pasó de 0.2% del PIB en 2018 a un superávit primario, de quizás 0.5-0.6% del PIB en 2024. Su deuda se estabilizó. Aunque habría que contabilizar el aumento por impago a proveedores, algo para revisar con lupa. Pero ya no está aumentando. Y como dijo recientemente Moody´s, su deuda se salvó de convertirse en chatarra. Otro punto para el Macuspano. Dos a cero.

Aquí viene el problema, que esto no fue nada barato. Si mantuviéramos la proporción de ingresos petroleros de 2018 del Gobierno Federal -en ausencia de apoyo a Pemex- durante todo el sexenio, la renuncia de ingresos suma un costo total de 4.6 por ciento del PIB. Esa cifra es equivalente al 85% del incremento al gasto por pensiones en esta misma administración, el programa social más importante de AMLO, para tener una idea de la magnitud. Marcador final, 5-2, a favor del costo de la estrategia, redondeando. 

Una estrategia perdedora a todas luces. Y bueno, “la soberanía” parece que sale muy cara. Imperfecta porque se siguen importando gasolinas, y se seguirán importando ya que la producción de crudo está lejos de cumplir con la demanda interna.

En concreto, el apoyo financiero es un reflejo directo de las pérdidas que Pemex está teniendo en su operación, que mayoritariamente son en el negocio de refinación. El gobierno, bajo el pretexto de tener “soberanía energética”, ha enfocado los esfuerzos en intentar refinar más gasolina de manera interna, lo que se ha reflejado en una mayor producción de gasolinas. Si bien, la producción ha aumentado, el costo ha sido elevado y no ha ido a la par de la inversión y el mantenimiento de las refinerías existentes, reflejándose en pérdidas para la empresa. Incluso, hay evidencia que el gasto en mantenimiento ha sido muy bajo. Hay una inconsistencia. O han hecho mal las cuentas y la rentabilidad es una fantasía. Hay que reevaluar. 

El presidente López Obrador ya “recomendó” a la Presidenta Electa que sigan las transferencias a Pemex. Así, a ciegas. Es una mala estrategia. Es un barril sin fondo. La potencial transferencia a Pemex podría aumentar hasta 1.0 o 1.1% del PIB en los siguientes años, recursos que bien podría usarse para consolidar el déficit o en otros rubros, como salud, educación o infraestructura. Resulta urgente un cambio de estrategia, incluso radical, donde se piense incluso separar las líneas de negocio que son rentables de las no rentables, y quizás diferenciar lo que se pretende hacer con cada una de ellas. Amén también de los conflictos con el sindicato y los problemas de corrupción que aquejan a la empresa por mucho tiempo. 

Las finanzas públicas del país tienen un reto importante hacia adelante. El gobierno hizo un ajuste fiscal, relevante desde 2016. En aquél entonces fue bastante complejo. No va a ser la excepción ahora. Pretender que las cosas en Pemex se van a solucionar de manera gradual, es querer simplificar la situación y, como en las relaciones sentimentales, hay que ser luego radicales. “No eres tú, soy yo”, y cortar de tajo. Va a doler, pero las cicatrices se curan rápido. Va a valer la pena. La primera en agradecerlo será la Presidenta. 

Marco Oviedo Marco Oviedo Economista y Estratega Senior para América Latina en XP Investments (Brasil). Cuenta con una amplia experiencia en mercados financieros y política macroeconómica. Anteriormente fue jefe de Investigación Económica para América Latina en Barclays. En el sector público mexicano fue asesor económico de la Presidencia de la República durante el gobierno de Felipe Calderón y director general adjunto de Deuda Pública de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Oviedo es doctor en Economía (Ph.D) por la Universidad de Yale.